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      Trump, China, Irán y las guerras del fin del mundo

      El mundo está en guerra, por ahora comercial en la dimensión mayor de esas confrontaciones. Los riesgos son los costos que ya está causando ese choque innecesario, pero además que todo en algún momento se vaya de las manos. 

      Trump, China, Irán y las guerras del fin del mundoPresidente Xi Jiníng, por Menchi Sabat

      Reseña del parte de guerra del frente euroasiático:
      ​El último martes EE.UU. aprobó la venta de un paquete millonario de armas a Taiwán, la isla irredenta que China Popular considera parte de su territorio. Un par de días antes, la Casa Blanca anunciaba un racimo de sanciones económicas contra el gigante asiático por la compra a Rusia de una pequeña flota de aviones de guerra Sujoi y sistemas de misiles antiaéreos S-400. El cargo: interferir en las elecciones de medio término de noviembre. Por esas horas, apenas antes del anuncio sobre Taiwan, el gobierno de Donald Trump aumentaba las penalidades arancelarias contra Beijing sobre otros 200 mil millones de dólares en productos que China le vende a EE.UU.

      En el mismo tono, este miércoles, el mandatario norteamericano reiteraba su repudio a la Unión Europea, contra la que mantiene otra barrera proteccionista a su acero y su aluminio, calificándola de “peor que China”. En una movida simultánea, Trump escaló su ataque a Irán que prometió sellar con un paquete de penalidades extraordinarias desde noviembre para quebrar la economía de la potencia persa. La tirria de Trump con Bruselas tiene ahí otro capítulo: la UE construye alternativas bancarias para desbaratar la ofensiva sobre Teherán y defender los multimillonarios negocios en marcha en ese país.

      La alianza que destruyo la guerra comercial, Donald Trump y Xi JinpingLa alianza que destruyo la guerra comercial, Donald Trump y Xi Jinping

      El trazo principal del parte que consignamos es el duelo imprevisible entre las dos mayores potencias del globo. El conflicto es por ahora comercial, y seguirá en esa instancia si logran éxito las presiones globales que intentan sofocarlo. Dependerá todo también del nivel del daño que se autoinfringa Estados Unidos con esta estrategia.

      Un punto de riesgo ya constatable es la erosión de los equilibrios de poder que garantizaba el intercambio económico. La destrucción paulatina de ese balance sostenido en la mutua necesidad del otro, abre un abismo donde cabe todo. Aquella venta de 330 millones de dólares en armas a Taiwán fue considerado por Beijing como una “bomba de tiempo cuyo detonador retiene Washington”, resumió con irritación el Global Times, vocero del régimen. “Si EE.UU. continúa sus provocaciones o respalda al independentismo de Taiwan, genera el potencial para un conflicto militar entre los dos países”, alertó el texto. Esa palabra, que define ominosa hasta dónde puede avanzar el choque entre estos colosos, comienza a aparecer con frecuencia en el intercambio de reproches.

      La isla, y la demanda de soberanía, es un punto de enorme sensibilidad para la República Popular, que nunca renunció a la posibilidad de recuperarla por la fuerza. EE.UU. sabe lo que producen sus gestos. China, a su vez, ha venido intentando evitar o aliviar la confrontación con su enorme rival norteamericano porque es un escollo en su desarrollo. Pero su capacidad de maniobra se va acotando en tanto la crisis se expande.

      Google en su sede de Bejing, China RTRGoogle en su sede de Bejing, China RTR

      Es pintoresco el condimento pueril que el mandatario agrega al escenario. Esta semana, desconcertado por el enojo chino, se preguntaba si su colega Xi Jinping había dejado de ser su amigo. Trump parece no comprender por qué Beijing endureció su réplica y golpea las exportaciones norteamericanas de commodities cerealeros que se producen en los Estados de sus principales electores. El costado grave es hasta qué punto esa superficialidad contamina el sistema de decisión del ocupante de la Casa Blanca.

      La exhortación patriótica que viene repitiendo liga con aquel efecto chino pero también por el fuego amigo que está regando su guerra. Después de las quejas de Walmart o Procter and Gamble por los aumentos de precios de los productos que importan desde Asia, Ford acaba de calcular una pérdida de al menos mil millones de dólares por las barreras arancelarias al acero y al aluminio. Peter Nagle, un analista de ese mercado, explicó que los otros fabricantes de automóviles también enfrentan fuertes incrementos porque se proveen de insumos encarecidos que EE.UU. no produce para mantener abastecida la demanda. Ese dilema puede traducirse en desempleo y carestía.

      A esas calamidades se agrega el súbito aumento del costo del petróleo que superó los 81 dólares en el caso del Brent y que, según los expertos, va camino a los 100 dólares hacia el año entrante. Una de las razones, sino la principal, de esta evolución es por la decisión de Trump de romper el acuerdo nuclear de Viena con la potencia persa. Irán explica el 2% de la producción mundial de crudo. Pero su crisis se añade a la de Venezuela y a la de Libia. Washington intentó sin éxito convencer a su aliado de Arabia Saudita y a Rusia, este último con tensas relaciones con la Casa Blanca, para que aumenten en dos millones de barriles diarios la producción.


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      Sucede que el alza del precio del crudo golpea las economías de todo el mundo, también la norteamericana. Los efectos no deseados y las represalias fueron, justamente, los factores que derrumbaron en apenas meses la más seria arquitectura proteccionista que puso en marcha EE.UU. con la ley Smoot-Hawley de 1930 que bendijo el nacionalista republicano Herbert Hoover. La historia si no se repite al menos rima, observó un sabio.

      La puja con Irán y especialmente con China tiene un propósito que excede lo que plantea la narrativa oficial. En el caso del país persa, la ruptura del acuerdo nuclear fue un paso necesario para justificar las sanciones contra Teherán y que esa presión lo saque de la troika, junto a Turquía y Rusia, que esta construyendo la posguerra en Siria. Romper esa estrategia regional es crucial para Israel, aliado existencial de Estados Unidos y en particular de esta administración.


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      En cuanto a China, el blanco no es, como ya hemos señalado, subsanar el extraordinario déficit de 375 mil millones de dólares de la balanza comercial que el propio gigante asiático había propuesto reducir pero no tuvo acuerdo de Washington. Ese rojo, vale remarcarlo, no es producto único del dinamismo comercial del gigante asiático. El 55%, por ejemplo, de las exportaciones de alta tecnología que llegan desde China a Estados Unidos, son de subsidiarias de firmas norteamericanas instaladas allá a favor de mejores costos salariales y mano de obra amplia. Pero la intención de Washington va por encima de esa línea y apunta a detener el rápido avance de Beijing en campos estratégicos competitivos.

      Hay una dimensión que aclara esa foto. Las sanciones comerciales no van a dañar a la economía china que desde el gobierno anterior del presidente Hu Jintao y el premier Wen Jiabao fue mutando de exportadora a servicios y consumo. Ese giro lo profundizó el actual jefe de Estado Xi Jinping con un crecimiento geométrico de la clase media, camino a 500 millones en 2030, la mayor del mundo y base de un gigantesco mercado consumidor. ¿Qué es lo que preocupa en Occidente?


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      Cuando ingresó a la OMC en diciembre de 2001, con el respaldo de Bill Clinton, China era fuerte en producción de mercaderías de bajo costo y calidad regular (low-end goods). No era una amenaza, sino una herramienta. Pero, según The Financial Times, el Imperio del Centro se corrió de ese segmento. Tras desplazar a EE.UU. la década pasada y a Europa en la actual, es un productor dominante del sector medium de alta tecnología industrial.

      La Agenda 2025 o Made in China, de expansión industrial y tecnológica, concuerda con los cálculos del Banco Mundial que revelan que China ya explica 20% de la producción global de bienes de capital. En 2007 retenía apenas 5%. Hoy es el segundo en publicación de tesis científicas a nivel mundial y encabeza las patentes de invención. Compite en tecnología de punta y es ahí, hacia ese desafío, donde toma cuerpo y sentido esta guerra comercial que va mucho más allá de los berrinches del inefable Trump.
      ​Copyright Clarín, 2018


      Sobre la firma

      Marcelo Cantelmi
      Marcelo Cantelmi

      Editor Jefe sección El Mundo mcantelmi@clarin.com

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