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      Tras la huella de Juan José Saer

      La ópera de Ezequiel Menalled sobre la novela del gran escritor santafesino subió en una original realización

      Tras la huella de Juan José SaerCLAIMA20150725_0096 Personajes. Ladeado, Rogelio, Rosa y Wenceslao.

      A pesar que desde la perspectiva de una narración tradicional podría considerarse que “no pasa nada”, no es poco lo que una novela como El limonero real puede proporcionarle a un compositor: su estructura variativa, su modo espiralado de avanzar, sus recapitulaciones expandidas o abreviadas que se esparcen ya casi desde el comienzo mismo de la novela, sus ritornelos que organizan la división en partes (“Amanece...”); pero también una lengua que por momentos parece a punto de estallar en onomatopeyas puras, y sin duda uno de los grandes logros de esta ópera de Ezequiel Menalled es el modo en que voces y orquesta -o palabras y líneas instrumentales- se integran en un expresivo intercambio o en una finísima melodía de timbres.

      Además de todo eso está el paisaje; la pregnancia y los sonidos del paisaje saeriano, que tanto la realización escénica de Maricel Alvarez como la orquesta de Menalled (con su empleo sutil y dosificado de las "técnicas extendidas") exploran con imaginación y belleza. La acción transcurre principalmente en el interior de un cubo delimitado por un transparente, en cuya superficie se proyectan imágenes isleñas y algunas líneas de la novela.

      La ópera, de una hora apróximadamente, toma los personajes centrales de la novela: Wenceslao, su mujer (“Ella”), Rogelio y Rosa, el padre de Wenceslao, Ladeado y el Hijo (que no canta ni habla). La representación se concentra en algunos personajes y en algunos cuadros, y podría decirse que es fiel a la novela: da la impresión que todo lo se dice o se canta o se lee proviene de Saer, o al menos casi todo.
      Pero el gran mérito de la ópera no es tanto cómo se adhiere a la novela sino, en todo caso, lo que descubre en ella. Podría postularse que Menalled reinterpreta El limonero real como si se tratara también de un Stabat Mater, la vieja forma litúrgica de la Mater dolorosa tras la crucifixión de Jesús.

      La obra de Menalled reduce personajes y situaciones, pero expande otros. La figura central de la ópera es “Ella”, la madre doliente. Si en la novela de Saer esa figura permanece casi completamente enmudecida, al punto de que no tiene nombre, en Menalled es el corazón mismo de la ópera, que encarna la mezzo Virginia Correa Dupuy en una actuación musical y teatral excepcional. El lamento de la madre, que en su encierro y su renuncia a toda comunicación constituye la expresión más pura y más intensa, es el principal motor lírico de la ópera. Debería agregarse que la Mater dolorosa no es el único fondo bíblico de esta ópera, o acaso de la novela misma: el sacrificio del cordero también está musical y escénicamente explorado en esa dirección.

      Correa Dupuy es la gran figura de un reparto que completan las sólidas actuaciones del tenor Esteban Manzano (narrador), el barítono Alejandro Spies (Wenceslao), la soprano Virginia Majorel (Rosa) y el tenor Juan Francisco Ramírez (Rogelio), mientras que Ezequiel Menalled dirige con mano maestra su formidable Ensamble Modelo62. 

      Ficha

      El limonero real
      Autores Ezequiel Menalled (música) y Fernando Regueira (libreto) Dirección Ezequiel Menalled Régie Maricel Alvarez Sala CETC, jueves 23, repite días 25,26 y 28.

      Calificación: Muy bueno


      Sobre la firma

      Federico Monjeau

      fmonjeau@clarin.com

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