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      Una prostituta transgénero asesinada en París desata la polémica

      Una peruana baleada en el Bois de Boulogne revela que una nueva ley no es muy efectiva.

      Una prostituta transgénero asesinada en París desata la polémicaVanesa Campos, una prostituta transexual que fue asesinada en París. (Lionel Bonaventure/Agence France-Presse - Getty Images)
      Redacción Clarín
      Por ELIAN PELTIER y EMMA BUBOLA

      PARÍS — Para muchas prostitutas en Francia, la muerte de Vanesa Campos era prueba de los crecientes peligros que enfrentan desde que el Parlamento aprobó una ley hace dos años que penaliza a quienes pagan por sexo en lugar de a quienes lo proporcionan.

      Campos, una peruana de 36 años, formaba parte de un grupo de prostitutas transgénero que trabajan en el Bois de Boulogne, un parque boscoso en el oeste de París. Una noche a mediados de agosto, fue asesinada a tiros cuando unos ladrones trababan de robar a su cliente, quien sobrevivió.

      “Morir así en un arbusto no es vida”, lamentó Giuliana, una peruana de 38 años que dio sólo su nombre de pila, al temer por su seguridad.

      Los clientes de una prostituta ahora enfrentan multas de hasta 1.500 euros, o unos 1.750 dólares, y alrededor de 2.800 personas han sido acusadas hasta ahora, de acuerdo con el Ministerio del Interior.

      La ley tenía por objeto desalentar la prostitución y, a la vez, aumentar la seguridad de las trabajadoras sexuales. En lugar de eso, argumentan muchas de ellas, ha hecho que las cosas sean considerablemente más peligrosas.

      Una de las razones por la creciente exposición a la violencia, afirman las prostitutas, es que los clientes ahora exigen tener sexo en lugares apartados, donde es poco probable que la Policía patrulle.

      Algunas prostitutas en Francia dicen que están enfrentando más violencia desde una ley del 2016 que castiga a los clientes. Una vigilia por Vanesa Campos, que fue asesinada en agosto. (Lionel Bonaventure/Agence France-Presse - Getty Images)Algunas prostitutas en Francia dicen que están enfrentando más violencia desde una ley del 2016 que castiga a los clientes. Una vigilia por Vanesa Campos, que fue asesinada en agosto. (Lionel Bonaventure/Agence France-Presse - Getty Images)

      Hay unos 30.000 trabajadores sexuales en Francia, de acuerdo con estimaciones gubernamentales, y el 93 por ciento es extranjero. Campos era parte de un subgrupo de prostitutas transgénero latinoamericanas que surgió en el Bois de Boulogne durante los últimos dos años, y sus colegas afirman que el lugar aislado donde trabajaba la convirtió en un blanco fácil para un grupo de ladrones que las han atacado a ellas y a sus clientes en repetidas ocasiones.

      Cinco personas han sido acusadas de homicidio y robo en el caso de Campos.

      Para algunos, su muerte resaltó la poca atención que se brinda a la violencia contra las prostitutas.

      “La clase política permanece callada”, escribió Thierry Schaffauser, presidente de Strass, un sindicato de trabajadores sexuales en Francia, después del asesinato de Campos.

      “Nuestras muertes son naturalizadas. Una prostituta que muere es algo así como una persona que es eliminada en un videojuego. No importa”.

      El 42 por ciento de los sexo servidores en Francia afirma que ha sido expuesto a mucha más violencia desde que la ley de 2016 entró en vigor, de acuerdo con una encuesta entre 583 trabajadores sexuales realizada este año para Médecins du Monde y otras organizaciones no gubernamentales.

      Para Schaffauser, las políticas que ven a todos los sexo servidores como víctimas empeoran la situación al mezclar la prostitución y el tráfico humano. Aunque reconoce que muchos han sido obligados a practicar la prostitución, argumenta que otros, incluyéndolo a él, simplemente quieren seguir trabajando.

      “Las autoridades ven equivocadamente todo el trabajo sexual como una forma de violencia, y se niegan a escuchar si no planeamos dejar la prostitución”, manifestó en una entrevista.

      “Mientras tanto, la violencia en sí dentro del trabajo sexual está aumentando, y dicen, ‘miren, el trabajo sexual es violento’. Es un ciclo vicioso”.

      © 2018 The New York Times