El aborto y los peligros de pedir este derecho

La semana pasada se hizo en Panamá la VII Conferencia Regional “Persistir en el cambio: el aborto es nuestro derecho”, organizada por el Consorcio Latinoamericano Contra el Aborto Inseguro (CLACAI). El primer mensaje que recibimos las 400 investigadoras, médicas, abogadas y periodistas que participamos fue "no difundir ninguna imagen ni información" hasta que terminara la Conferencia.

¿Por qué? Por seguridad. 

Escuchamos muchas historias, como la de Marta, una niña peruana violada sistemáticamente por su padrastro hasta que la dejó embarazada a los 14. Ella junto a su tia -su madre tiene retardo mental- pidieron un aborto terapéutico que el Estado negó aún frente al cuadro de profunda depresión de Marta. Finalmente, varias asociaciones de mujeres que acompañaron a la familia lograron que le practicaran el aborto. Su padrastro sigue en libertad. ¿Por qué incluso desde el Estado se tortura a niñas violadas y se perdona a varones abusadores?

La historia de Camila se parece bastante. Abusada por su padre biológico hasta el embarazo a los 13 años, le negaron el aborto y luego la procesaron por una emergencia obstétrica. El Movimiento Son Niñas No Madres hizo una demanda ante el Comité de los Derechos del Niño de Naciones Unidas. En Perú, en los últimos 10 años, más de 12 mil niñas tuvieron un parto antes de los 15 años. Aumentaron el 40% desde la pandemia.

En El Salvador, República Dominicana, Nicaragua y Honduras el aborto está prohibido totalmente. No importa si la gestante corre riesgo de vida o si una niña ha sido violada. En El Salvador hay mujeres presas por abortar o por sufrir emergencias obstétricas, con condenas de hasta 50 años de cárcel. Las muertes anunciadas de Manuela y Beatriz llegaron a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Tenían cáncer y lupus y les negaron tratamientos y abortos. Es mentira el argumento de "la defensa de vida" de los grupos extremistas.  

En Argentina la situación cambió desde que hay ley. Aún con ciertas disparidades, la práctica se garantiza. Pero cuando de derechos humanos se trata -sobre todo de mujeres- hay que estar alerta. La última sesión de la Conferencia de Panamá fue sobre las nuevas restricciones al aborto que hay en Estados Unidos, que tenía este derecho desde 1973.

Los derechos deben ser progresivos, no regresivos, pero el avance de la ultraderecha en el mundo está revirtiendo, con violencia, derechos conquistados. Por eso 400 mujeres que hablan de salud y derechos sexuales deben esconderse y protegerse.