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      El bono a 100 años que ilusiona al Gobierno y profundiza la grieta

      Colocar deuda a largo plazo también marca diferencias con el kirchnerismo.

      El bono a 100 años que ilusiona al Gobierno y profundiza la grietaLuis Caputo logró colocar un bono a 100 años. El ministro de Finanzas abrió una ventana financiera que cobró relevancia después de que le postergaran a la Argentina una mejora de la calificación crediticia
      21/06/2017 01:22

      El Gobierno lanzó un bono a 100 años de plazo y salió airoso de la primera respuesta del mercado. Consiguió US$ 2.750 millones pero había recibido ofertas por US$ 9.750 millones.

      El lanzamiento tuvo dos objetivos simultáneos para la Casa Rosada: conseguir fondos y más aún, abrir una ventana de financiamiento que ubique a la Argentina en el pelotón de países emergentes con posibilidades de lograrlo a largo plazo.

      México había abierto el camino de esos bonos en 2015 y lo había seguido Irlanda en 2016. El primero arrancó con un interés de 5%, el segundo con 2,5% anual . La Argentina lo hace con 7,9%.

      El bono argentino arranca ofreciendo 7,125% anual de tasa pero al hacerlo al 90% del precio, la renta efectiva es 7,9% anual, un rendimiento alto para los inversores y caro a los ojos de algunos analistas financieros, algo que anoche se atenuaba después de que se supiera que la mejora de la calificación argentina pasó a 2018.

      Los bonos a 100 años tienen la característica de que su precio varía mucho a lo largo del tiempo y la apuesta del Gobierno es que suba como forma de reducir la tasa de interés que paga.

      La aspiración oficial es que el 7,9% de arranque de interés del bono pueda bajar a mediano plazo hasta, por ejemplo, el 5,2% que hoy paga Brasil.

      La distancia no es menor. La Argentina afronta una tasa de riesgo país de 417 puntos (paga 4,17% más que los bonos del Tesoro de EE.UU.) mientras que la de Brasil, a pesar de su crisis y estancamiento, es 286.

      El Gobierno destaca el monto de las presentaciones (US$ 9.750 millones) y la “ventana” que abrió al financiamiento en momentos de tasas de interés bajas en EE.UU.

      Pero en la visión de la Casa Rosada, el hecho de poder colocar un bono a 100 años constituye una señal de confianza de los mercados y la apertura de la “grieta” económica respecto de lo que fue el gobierno kirchnerista.

      Los últimos años de Cristina Kirchner en el poder fueron de crédito cero por parte de los mercados y esa falta de financiamiento habría sido determinante en el estancamiento de los cuatro años finales de su gestión.

      Si algo puede mostrar el gobierno de Mauricio Macri es el acceso al crédito pero con dos riesgos destacados: la posibilidad de pagar caro el dinero y la de enamorarse del endeudamiento fluido.

      El ritmo de colocación de deuda genera cierto vértigo y al ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, todavía le faltarían $ 220.000 millones para cerrar las cuentas del año cumpliendo, en teoría, con 4,2% del PBI de déficit fiscal.

      Pero en el esquema oficial, hay un nivel de tensión creciente entre las necesidades de pesos de Dujovne y los dólares que consigue Luis Caputo. El ministro de Finanzas trae los dólares pero el Banco Central mantiene su posición de no querer comprarlos todos para no tener que emitir más pesos.

      Y ahí surge otro punto de tensión. Federico Sturzenegger mantiene alta la tasa de interés pero el lunes, cuando había un vencimiento enorme de letras, no logró renovar todos los vencimientos a pesar de ofrecer 25,5% anual. Se le fueron $ 122.000 millones presumiblemente para ser colocados en bonos del Tesoro que también ofrecen buena renta.


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      El Central y el Tesoro se pelearán por los pesos que recolectan pagando más de 25% anual. El ahorro queda en el sector público que evita dejarlos circular ya sea para luchar contra la inflación o para llenar el rojo fiscal.

      En esa disputa el pato de la boda es el crédito privado pero, desde la visión oficial, todo sea porque la inflación pueda ceder algunos peldaños.

      El índice de precios de la Capital proyectaba al lunes pasado un aumento de 1,3% para junio. Y eso alentaba a los funcionarios para pronosticar que la inflación del INDEC estaría por debajo de 1,5% este mes y que “no existen razones para pensar que se pueda cortar la tendencia descendente”.

      La decisión de Sturzenegger de mantener la tasa de interés de las letras del Central vuelve a dejar en claro que no cree en respuestas rápidas, frente a la convicción de otros funcionarios de que la inflación va para abajo. Con lo cual, el objetivo de hacer “la plancha” hasta las elecciones, en materia económica, se consolida con el transcurrir de las semanas.

      Mientras la Argentina tenga acceso a los mercados del exterior, Caputo seguirá consiguiendo dólares y esa dinámica, con tasas altas para las colocaciones en pesos, mantendría quieto al dólar para coronar la calma cambiaria tan preciada por los oficialismos en tiempos de elecciones.


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      ¿Y la reactivación económica? Sólo se está dando en aquellos sectores que recibieron mejoras de precios (agro, maquinaria agrícola o energía) o en los que el dólar barato se transformó en locomotora, como es el caso de la venta de pasajes y paquetes para hacer turismo en el exterior.

      El repunte del consumo interno queda atado en el corto plazo a la mejora del poder de compra resultante de una inflación que baja y los salarios aumentados por las paritarias.

      Sin estridencias, la economía argentina se sigue moviendo al calor del campo y del financiamiento que viene desde el exterior. 


      Sobre la firma

      Daniel Fernández Canedo
      Daniel Fernández Canedo

      dfcanedo@clarin.com