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      Cambiemos vuelve a sus fuentes de origen

      Cambiemos bajó la calidad de sus decisiones al disminuir la diversidad de protagonistas con la que había iniciado su gobierno. En algo parece estar repuntando, pero aún faltan las mujeres.

      Cambiemos vuelve a sus fuentes de origenEl bunker de Cambiemos en Costa Salguero, en las elecciones PASO de 2017.
      21/05/2018 00:00

      No quiero en mi gobierno gente que esté siempre de acuerdo conmigo. Quiero gente que me saque de la zona de confort”. Esto declaró Barack Obama a la revista Time en junio de 2008, meses antes de ser electo presidente. Su modelo era Abraham Lincoln, que al asumir la presidencia en 1861 designó en su gabinete a los tres hombres que había derrotado en la interna del partido republicano. Con la ayuda de William Seward, Salmon Chase y Edward Bates, que hasta entonces lo despreciaban, Lincoln ganó la guerra de secesión y abolió la esclavitud.

      Esta historia está narrada magistralmente en Equipo de rivales, el libro de Doris Kearns Goodwin que inspiró la película "Lincoln", dirigida por Steven Spielberg.

      Obama fue coherente con su prédica. Su vicepresidente, Joe Biden, lo había enfrentado en las primarias del partido demócrata. Hillary Clinton llegó más lejos: era la favorita de la dirigencia y luchó hasta el final, demorando en reconocer la derrota. Sin embargo, Obama la designó Secretaria de Estado, el cargo más importante del gabinete. También retuvo como secretario de defensa a Robert Gates, nombrado por George Bush. Sí, Bush II: el presidente que lanzó la guerra contra Irak, a la que Obama se había opuesto desde el senado de Illinois.

      Mauricio Macri siempre reconoció en Obama una de sus fuentes de inspiración. En diciembre de 2016, conversando con un ministro de su máxima confianza, noté un único titubeo: fue cuando, ante los repetidos elogios a un Obama que había visitado Argentina ese año, le hice notar que los demócratas habían perdido las elecciones y su legado era Donald Trump. La hesitación, que duró un pestañeo, me hizo sospechar que al mejor equipo de los últimos cincuenta años le habían corrido el arco sin avisar.

      El ex presidente de los Estados Unidos Barack Obama y el presidente de la Argentina Mauricio Macri, vistaban en 2016 el Parque de la Memoria (Juano Tesone).El ex presidente de los Estados Unidos Barack Obama y el presidente de la Argentina Mauricio Macri, vistaban en 2016 el Parque de la Memoria (Juano Tesone).

      Pero Macri empezó como Obama. Eligió como vice a una dirigente que se sublevó contra su decisión, enfrentando la precandidatura de Rodríguez Larreta a la jefatura del gobierno porteño. Con inteligencia estratégica y amplitud de criterio, el futuro presidente procesó la disidencia de Gabriela Michetti y armó una fórmula, si no con una rival, al menos con una rebelde.

      Lo mismo hizo con Ernesto Sanz y Lilita Carrió, sus derrotados contrincantes en la interna de Cambiemos, a los que ofreció respectivamente un ministerio y una cabeza de lista en la siguiente elección. Coronó la estrategia con un gabinete en el que descollaban los nombres de Alfonso Prat Gay y Susana Malcorra, ministros que gozaban de carrera autónoma y criterio propio, y el de Lino Barañao, el ministro que mantuvo de Cristina.

      Inicialmente la selección funcionó bien. Jugaba lindo y hacía goles: levantamiento del cepo, normalización del INDEC, reparación histórica y recalibración de la política exterior.


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      Sin embargo, al final del primer tiempo se notaban desajustes: algunos jugadores perdían la marca, otros jugaban para la tribuna y, con el rival desarmado, comenzó la pesadilla de los goles en contra. El técnico reaccionó con cambios y llegó al entretiempo goleando, pero el equipo tenía mecha corta: apenas empezó el segundo tiempo se comió varios goles que lo despabilaron. Los cambios estaban mal hechos.

      ¿Qué había pasado? Casi sin darse cuenta, el equipo de rivales se había transformado en un equipo de homogéneos. El núcleo duro del gobierno fue raleando a los que lo sacaban de la zona de confort. Las voces disonantes se acallaron, pero la coordinación no mejoró. Apagaron las luces de alarma sin resolver los problemas que las habían encendido.

      Una foto de 2016 de la "Mesa de Coordinación": Sanz, Quintana, Pinedo, Peña, Macri, Frigerio, Prat-Gay y Lopetegui.Una foto de 2016 de la "Mesa de Coordinación": Sanz, Quintana, Pinedo, Peña, Macri, Frigerio, Prat-Gay y Lopetegui.

      Cierto: es fácil identificar los errores después de que ocurrieron, pero la homogenización era evidente desde antes y había sido señalada por protagonistas y por observadores. En el Gobierno operó un mecanismo psicológico conocido como disonancia cognitiva, que consiste en la aceptación simultánea de dos creencias contradictorias: identificándose sinceramente con Obama, practicaban inadvertidamente lo contrario.

      Las mesas de coordinación política y de gestión quedaron reducidas a seis personas: Macri, Peña, Larreta y Vidal en la primera, Macri, Peña, Quintana y Lopetegui en la segunda. La CABA y la Provincia de Buenos Aires adentro, el congreso y las demás provincias afuera. Para un gobierno de minoría como el del Cambiemos, desestimar a la mayoría se demostró inconveniente.

      La combinación de homogeneidad interna con minoría externa redujo la calidad de las decisiones y la eficacia para implementarlas.


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      Los científicos saben que la biodiversidad es una ventaja: aumenta el abanico de posibilidades vitales y favorece la adaptación de las especies. Del mismo modo, la diversidad es positiva en los grupos sociales.

      En su libro La Sabiduría de los Grupos: Por qué los muchos son más inteligentes que los pocos, James Surowiecki muestra que, en ciertas condiciones, un conjunto de decisiones independientes produce un mejor resultado colectivo. Ese resultado es superior tanto a las decisiones individuales como a la que surgiría de una deliberación centralizada.

      El liderazgo es importante, pero no para mandar sino como soporte. Por un lado, garantiza tres condiciones necesarias: diversidad de opinión, independencia de criterio y descentralización de fuentes. Por el otro, agrega las decisiones individuales en una decisión colectiva. En otras palabras, los resultados del liderazgo mejoran con la diversidad, no con la homogeneidad.

      El jefe de Gabinete, Marcos Peña, en la residencia de Olivos junto al ministro de Interior, Obras Públicas y Vivienda, Rogelio Frigerio; el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó; el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, y el referente de la UCR, Ernesto Sanz.El jefe de Gabinete, Marcos Peña, en la residencia de Olivos junto al ministro de Interior, Obras Públicas y Vivienda, Rogelio Frigerio; el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó; el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, y el referente de la UCR, Ernesto Sanz.

      El retorno de Emilio Monzó, Rogelio Frigerio, Ernesto Sanz y Gerardo Morales a la mesa de decisiones rescata al congreso, a las provincias y a los partidos y enriquece al gobierno. Lo que falta son mujeres: la mitad de la población argentina sigue siendo minoritaria en la mesa del poder. La buena noticia es que hay mucho potencial disponible. Ojalá que la ampliación siga la hoja de ruta diagramada por Obama y Justin Trudeau, y no por la AFA.

      * Andrés Malamud es politólogo de la Universidad de Lisboa


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      Andrés Malamud
      Andrés Malamud