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      ¿Carrió desafía el liderazgo de Macri?

      El Presidente buscó por teléfono a la diputada el fin de semana. Pero no tuvo ninguna respuesta. 

      ¿Carrió desafía el liderazgo de Macri?Elisa Carrió, líder de la Coalición Cívica. Ilustración: Menchi Sábat
      09/10/2018 21:37

      Mauricio Macri tomó rápida nota de lo que acaba de suceder en Brasil. Allí la explosiva combinación de crisis económica y dolo político terminó catapultando al extravagante extremista Jair Bolsonaro como favorito para el balotaje contra el discípulo de Lula, el abogado Fernando Haddad. El Presidente, ayer mismo, sobrevoló ambas cuestiones que en la agenda de la Argentina, igual que en el vecino gigante, poseen enorme peso público.

      El Presidente admitió la existencia de una situación social difícil. Lo hizo al inaugurar el Metrobus del Oeste, ladeado por María Eugenia Vidal. También sostuvo que no claudicará en la lucha contra la corrupción. Fue durante el acto del J-20 –uno de los prólogos de la cumbre de mandatarios del G-20 de fines de noviembre-- que permitió a Carlos Rosenkrantz estrenar su titularidad en la Corte Suprema, en reemplazo de Ricardo Lorenzetti.


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      La premura de Macri tendría dos razones. El año que viene apostará por su reelección en condiciones similares, a trazo grueso, de las que está atravesando Brasil. Los dos tópicos, por otra parte, han vuelto a atizar los fuegos de la interna en Cambiemos, la coalición oficial. En un caso, el socioeconómico, por la caída de la producción y un ajuste retroactivo, a pagar en cuotas, en las tarifas de gas que dispuso el secretario de Energía, Javier Iguacel. En el otro, por la severa advertencia que realizó Elisa Carrió, siempre de mayor a menor, como es su hábito, acerca de una supuesta connivencia del Gobierno con la vieja Justicia para amortiguar condenas en algunos episodios de corrupción emblemáticos. El que involucró a Carlos Menem, cuya condena por el tráfico de armas a Croacia y Ecuador fue declarada prescripta por el paso del tiempo (23 años). Aquellos que acechan a Cristina Fernández, procesada en seis causas, cuatro de las cuales irán a juicio oral y público durante el año electoral.

      Este conflicto desnuda una arista adicional. Carrió, por sus modos, pareció instalar un desafío al liderazgo de Macri. Al menos en el campo de la transparencia. Un activo que el Presidente, a falta de otras cosas, no está en condiciones de ceder. Ni siquiera quizá de compartir. Por tal motivo Rogelio Frigerio, uno de los pocos ministros con sensores políticos, superpuso de inmediato su voz sobre la de la diputada de la Coalición Cívica. “El Presidente es el garante de la lucha contra la impunidad”, alertó el ministro del Interior.


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      Carrió llegó esta vez mucho más lejos que en otras ocasiones. Conminó al Presidente a que en la batalla contra la corrupción elija entre Daniel Angelici o ella. “Si elige a Angelici, se cae”, desbarrancó. Tal vez sufrió un pico de adrenalina: pronunció esa admonición al presentar en Corrientes el libro sobre la familia Kirchner de la diputada del Parlasur, Mariana Zuvic. Con un auditorio que la colmó de vítores y aplausos.

      Carrió suele corporizar en exceso las desgracias institucionales y políticas del país. Es verdad que Angelici es un hombre influyente en el universo judicial. Pero no es un superhombre. Tampoco es todo lo diestro que se supone. Mecha su rusticidad. Sucumbió ante Hugo Moyano cuando se propuso –por pedido de Macri- reorganizar la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). Ahora es socio del líder camionero que terminó entronizando a su yerno, Claudio Tapia, en la cima de esa entidad.

      El estallido de la diputada reconoció orígenes varios. Pero fue detonado por el fallo de la Sala I de la Cámara de Casación Penal que determinó la “prescripción de los plazos” para establecer una condena. Ese cuerpo, que integran ahora Liliana Catucci. Eduardo Riggi y Carlos Mahiques, tuvo el expediente dormido casi un año. Pero antes hubo una historia. El juicio había comenzado en 2008 y el ex presidente fue absuelto tres años después por un Tribunal Oral. En 2013 la Cámara de Casación revocó tal sentencia y lo condenó a 7 años de prisión por contrabando agravado. Después ocurrieron una sucesión de apelaciones de la defensa que terminaron su recorrido en la Corte Suprema. El máximo Tribunal prefirió no expedirse aunque también durmió su siesta antes de devolverlo a Casación. Parece existir un sistema perverso con la conjugación de las complicidades políticas. Menem nunca cumplió su condena porque estuvo amparado por los fueros. Que la Corte Suprema permitió revalidar cuando lo habilitó para las elecciones legislativas del año pasado.

      Los jueces de la Casación se defienden. Aducen, en privado, que la instrucción de aquella causa habría sido “un desastre”. Pero en lugar de invalidarla y decretar la inocencia del ex presidente eligieron el atajo de la “prescripción de los plazos”. Para no irritar, quizás, la sensibilidad de la epidermis colectiva.


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      Carrió teme que el ejemplo de Menem pueda proyectarse con el tiempo en beneficio de Cristina. La diputada sospecha que un sector del macrismo ocultaría esa intención. Para que la ex presidenta figure en la grilla electoral del año próximo. Pero su hipotética condena y detención depende de otro factor que no domina Cambiemos: el desafuero que kirchneristas y peronistas no están dispuestos a considerar en el Senado. Aunque tal determinación conspire contra la voluntad de dirigentes y gobernadores pejotistas dispuestos a construir una oferta electoral a la misma distancia de Cristina que de Macri.

      Carrió se llamó a silencio en las últimas horas. Un poco por la tarea de persuasión de hombres del poder que la frecuentan. Otro poco por su diálogo con el jefe de la AFIP, Leandro Cuccioli, que le habría asegurado un par de cosas. Que dos funcionarios del organismo, de la confianza de la diputada, no dejarán sus cargos. Tampoco se bloqueará ninguna información que demande Claudio Bonadio por el escándalo de los “cuadernos de las coimas”.

      El juez demandaría más información sobre Angelo Calcaterra, el ex titular de la empresa IECSA, primo de Macri. El empresario se declaró arrepentido y está procesado. Pero Carrió sospecha que aún dispondría de muchas cosas para contar sobre las coimas.


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      Carrió no ha vuelto a tomar contacto con Macri después del estado público de este nuevo conflicto. Durante el fin de semana, dicen portavoces de ella, habría recibido dos llamados de la secretaria privada del Presidente. Prefirió no responder. Quizás compartan mañana un acto vinculado a las pequeñas y medianas empresas. La diputada, pese al enojo, pareció hacer una concesión: no opinó aún sobre otro frente abierto en el Gobierno por un cobro retroactivo a los usuarios en las facturas de gas. Carrió posee buena ponderación sobre Iguacel.

      Esta vez fueron los radicales los que enfilaron la proa. Antes, cuando el secretario de Energía se desgastaba en explicaciones técnicas, otra vez Frigerio ofició de bombero. Sostuvo que el Gobierno estaba abierto a escuchar cualquier contrapropuesta opositora. La oposición convino una sesión especial en Diputados para el 18 para anular el aumento y propinarle un cachetazo al Presidente.


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      El radicalismo sostiene que el Gobierno debería hacerse cargo del desacople tarifario que reclaman las empresas. Evitar así un ajuste adicional sobre el severo torniquete que padece la sociedad. Las arcas del Estado están flacas y condicionadas además por el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.

      El Gobierno se metió solito en un laberinto. Iguacel explicó una y cien veces, impecablemente, por qué razones técnicas y jurídicas correspondería atender aquel pago retroactivo. Omitió lo que demasiadas veces omite la gestión oficial: la política, Iguacel.


      Sobre la firma

      Eduardo van der Kooy
      Eduardo van der Kooy