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      ¿A cuánto se cotiza un abrazo?

      cuando por US$ 80 la hora o US$ 400 la noche entera, clientes ávidos de ser estrechados en un abrazo reparador los recibían en casas particulares.

      ¿A cuánto se cotiza un abrazo?

Abrazos. Después aparecieron abrazadores gratuitos en lugares estratégicos como el Golden Gate de San Francisco la víspera de Año Nuevo y ya la cosa llegó a profesionalizarse.

      Decía Italo Calvino que “el aspecto en el cual el abrazo y la lectura se asemejan más es que en su interior se abren tiempos y espacios distintos del tiempo y del espacio mensurables”. Un abrazo, esa sensación de estrechar y ser estrechado entre los brazos, esa fusión que va mucho más allá de los cuerpos.

      Se abraza en un reencuentro y en una despedida; se abraza con alegría, con dolor, con resignación, con esperanza. Se abraza para decir todo aquello que las palabras no alcanzan a nombrar porque ese abrazo las contiene a todas. Se abraza para dar consuelo o fuerzas; se abraza como expresión última, acabada y perfecta del amor.

      Hay abrazos “de esos que no aprietan sólo el cuerpo sino de los que son capaces de sostener las dudas y los miedos”, como decía el español Eloy Moreno. Ese gesto que apenas requiere de un par de brazos dispuestos ha sido rescatado incluso por la ciencia: abrazar es bueno para la salud. Se habla de la liberación de oxitocina, llamada justamente la hormona del amor, y hasta de cómo un abrazo puede ayudar a bajar la presión arterial. Tan importantes son que hasta se pueden comprar.

      El negocio despuntó años atrás en Estados Unidos, cuando por US$ 80 la hora o US$ 400 la noche entera, clientes ávidos de ser estrechados en un abrazo reparador los recibían en casas particulares. Después aparecieron abrazadores gratuitos en lugares estratégicos como el Golden Gate de San Francisco la víspera de Año Nuevo y ya la cosa llegó a profesionalizarse, cuestión de contratarlos como un servicio más.

      Es un paliativo, claro. Jamás podrá competir con el “abrázame en tus alas para que otro aire no me roce sino tu aliento, del que vivo y muero”, que proponía Antonio Gala.


      Sobre la firma

      Silvia Fesquet
      Silvia Fesquet

      Secretaria de Redacción. Editora Jefe. sfesquet@clarin.com

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