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      Héctor Gambini
      Héctor GambiniDel editor

      Lo que nos deja la muerte de Frank Underwood

      Las denuncias sobre acoso contra el actor Kevin Spacey mataron a la figura central de "House of Cards", pero no afectan a Donald Trump ni a otros protagonistas del poder real.

      Frank Underwood, ambicioso y despiadado.

      Frank Underwood era manipulador, arrogante, cínico, cruel, ambicioso, psicópata, sádico, asesino. Y fascinante.

      Había conseguido sobrevivir a todos los laberintos de House of Cards -la serie que cuenta como ninguna cada rincón del poder en la Casa Blanca- en recovecos de un guión destacado que lo llevaron hasta la agonía, en su papel de presidente de los Estados Unidos. Sobrevivió también a eso. Pero hubo una implosión inesperada, paralela y letal. Francis Underwood no pudo con Kevin Spacey.

      El actor que lo encarnaba lo mató de una única y certera puñalada al corazón. Underwood ni siquiera lo vio venir. Tampoco los guionistas ni los dueños de la industria. La realidad fue otra vuelta de rosca en un guión que ya venía moldeado por la sorpresa.

      Posiblemente Spacey -dos Oscars- sea uno de los mejores actores de la historia de Hollywood. Belleza Americana, Los sospechosos de siempre, Pecados capitales, Los Ángeles al desnudo o La vida de David Gale son ya clásicos del cine universal con Spacey brillando en sus repartos. Pero en House of Cards parecía haber alcanzado una madurez escénica imbatible. Además productor de lo que fue la primera serie propia del gigante Netflix, su pareja con Claire (una increíble Robin Wright) ya tiene también su lugar en la historia del streaming: fue el primer contenido propio del sistema y también la primera en su tipo en ganar tres premios Emmy.

      Pero la masividad que llevó a la serie y a sus actores al olimpo de los récords, también se devoró a Spacey y a su criatura.

      El castillo de naipes se vino abajo con las primeras denuncias contra él por acoso sexual de parte de varios de sus compañeros actores, que aparecieron todas juntas en el patíbulo implacable de las redes.

      Netflix anunció que Spacey ya no seguiría en House of Cards, y los productores de otra película que estaba filmando -dirigida por Ridley Scott- decidieron directamente borrar todas sus escenas y comenzar de nuevo con otro actor.

      Contra Spacey hay múltiples investigaciones activas en Estados Unidos y en Inglaterra -donde el actor estaba haciendo teatro-, pero todavía no ha sido formalmente acusado en ningún tribunal.

      Como la condena social no espera a la judicial -y el martillo de las redes es sonoro-, ya nadie quiere al Spacey abusador y sus personajes post denuncias marchan hacia la muerte como el implacable Underwood.

      Spacey y sus productores ya lo saben. El fracaso colosal de su última película en Estados Unidos -Billionaire Boys Club- se estrenó un viernes en apenas 10 salas y consiguió ese día una recaudación de... 126 dólares.

      La salida de Spacey le permitió a Netflix ir con la sexta temporada de House of Cards -estrenada hace un mes- con una mujer presidente de los Estados Unidos, en el año de las mujeres. Si Hillary Clinton no pudo con Trump, Claire Underwood puede con Frank. Las redes lo hicieron.

      Pero el mundo real es otra cosa.

      Las acusaciones sexuales exterminaron a Spacey y su Underwood, pero no golpean significativamente ni a Donald Trump ni a su flamante miembro de la Corte, Brett Kavanaugh, quien sorteó una seria acusación de abuso y fue ungido igual en su puesto clave apoyado por el propio Trump.

      El poder real -que usa las redes para influir pero no considera las condenas sociales contra sí mismos como influencia suficiente- no es tan flexible como los guiones de las series. Ni tan implacable con sus pecadores de carne y hueso.


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      Héctor Gambini
      Héctor Gambini

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