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      Derechas extremistas: el retorno de los brujos

      04/10/2017 00:00

      Parecía imposible que volviera la ultraderecha extrema, en muchos casos con simpatías manifiestas hacia el nazismo, en Alemania. Pero lo imposible no existe.

      Varias generaciones posteriores a la guerra debieron pagar la culpa de los genocidios y los exterminios germanos en toda Europa. Pero ahora aquello del pasado vuelve con un nuevo rostro. Fue inyectado por el odio a los refugiados, a la inmigración turca anterior que se ocupó de las tareas más pesadas en la reconstrucción del país desde la década del 50 y 60 y 70. El “ otro”, el musulmán, para los nuevos ultraderechistas, “contamina la sociedad” y daña el futuro, sostienen. En esa posición rechazan a Angela Merkel, que fue quien protegió en su país a cerca de 1 millón de personas ,sin futuro ni trabajo, sin un lugar en el mundo.

      En las últimas elecciones, la canciller Merkel perdió bastante más del millón de votantes que fueron a engrosar a la AfD, neo-nazi que se convirtió en la tercera fuerza electoral y consiguió poco menos de 100 bancas en el Bundestag. Pero el castigo a la líder de la unidad europea es también el aumento de los impuestos para poder ayudar a las naciones necesitadas tras la crisis financiera y económica de 2008.

      Varios condicionantes dieron vida a este retorno de los brujos. El racismo es uno. La nostalgia es otra. Alemania fue ocupada, en medio del hambre y la desesperación por los aliados y los rusos entre 1945 y 1948, cuando elevaron a Konrad Adenauer a la cumbre de la política.

      Para reorganizar el país debió apelar a ex-jueces, a ex-policías, a ex-científicos. Todos habían pertenecido a las filas nacional-socialistas, como se autocalificaban. De la misma manera se comportaron los aliados occidentales que favorecieron la reubicación de medio millón de oficiales, como de soldados y militantes nazis en distintas regiones de América y Medio Oriente, para que les sirvieran como técnicos avezados en el contraespionaje en medio de la Guerra Fría contra la Unión Soviética. Bien se sabe que utilizaron a verdaderos asesinos, como el caso de Klaus Barbie, criminal de guerra, “protegido” en Bolivia, y otros más.

      En 1946, un año después del comienzo de la paz, los aliados decidieron a que nazis debían juzgar y a cuales no. Estados Unidos y Gran Bretaña ( igual que la URSS) cuidaron a expertos en cohetería. Muchos jefes del Ejército nazi, conocidos por sus tropelías fueron perdonados y se reintegraron a la vida civil.

      Una documental en Netflix (“The legacy our father did”) muestra como pese a las pruebas irrefutables hay familiares directos de los que decidían la muerte de miles, que se resisten a creer que lo hayan hecho. Hay que tener en cuenta que el anti-Islam no conlleva necesariamente al nuevo nazismo, pero es uno de sus condimentos.

      El prejuicio es contagioso. Thrillers nórdicos, de Noruega y de Dinamarca (el caso de “Underverden”) insisten en mostrar como pendencieros, asesinos o traficantes de droga en mafias violentas a integrantes de la inmigración de origen árabe. Los nativos son gente “buena y víctima de esas hordas”. Dato a tener en cuenta: en las recientes elecciones alemanas, el neonazismo tuvo muchos votos en el Este, ex-comunista, plagado de altas tasas de desocupación y resentimiento.

      Daniel Muchnik es periodista y escritor


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      Daniel Muchnik
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