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      El FMI se mete en la campaña electoral

      El discurso del PJ será contra el Fondo, pero esa coincidencia no puede ocultar la fragmentación.

      El FMI se mete en la campaña electoralLa directora del FMI Christine Lagarde y Mauricio Macri, en un encuentro en Nueva York durante la visita oficial del presidente. Foto: Reuter

      El Fondo Monetario Internacional es el nuevo eje ordenador de la política argentina, como en otras épocas. El Gobierno ha recurrido al FMI como prestamista cuando las otras fuentes de financiamiento se secaron abruptamente. Y el Fondo le ha respondido con plata fresca a cambio de un programa de estabilización - déficit cero- que está provocando una recesión fuerte y pérdida del salario real. Este acuerdo tiene consecuencias sociales y políticas tangibles. Pero la administración prefirió pagarlas apostando a que el ajuste le permitirá no sólo salir de la crisis a mediados del año próximo sino, además, ganar de nuevo las elecciones.

      El peronismo, básicamente, ha encontrado a su vez en el FMI razones para ajustar su discurso. Así como el oficialismo tiene muchas veces un comportamiento endogámico, hallando en esa conducta las razones que la justifican, los justicialistas actúan como si fueran vírgenes en el arte de gobernar.


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      Así, las posiciones sobre el acuerdo con el Fondo que trata de cerrar el Gobierno varían desde una crítica cerrada hasta aquellos que ya plantean que el convenio que todavía no se ha firmado deberá ser rediscutido, dando por hecho que en 2019 habrá cambio de guardia en la Casa Rosada.

      La fragmentación política del peronismo hoy quedará patentizada en la serie de actos por el 17 de Octubre que se realizarán. El epicentro del festejo justicialista será Tucumán, donde el anfitrión Juan Manzur planea lanzarse a la reelección como gobernador. Allí convergerán Pichetto, Massa y un grupo de gobernadores y de sindicalistas. También Scioli ha manifestado su intención de ir y los organizadores anuncian por lo bajo que hasta Capitanich y el porteño Santa María pueden ser de la partida.


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      Si esto ocurre, lo más probable es que haya varios actos en los que el gobernador actúe como bastonero porque hay dirigentes que no quieren compartir el palco con otros. Y ya lo han hecho saber.

      El ajuste que alcanza a las provincias será el motor de los discursos para marcar las diferencias con la administración Macri.

      Un adelanto de ese contenido ya se ha visto en el discurso de Massa, quien acaba de regresar de una gira fugaz por Washington. El jefe del Frente Renovador tuvo que responder las preguntas sobre su hipotética conducta si hubiera estado al frente del Ejecutivo en una coyuntura similar a la que enfrenta el actual Presidente.

      Massa ha dicho que no hubiera recurrido al Fondo Monetario porque hacerlo fue una encerrona en la que se entregó la conducción de la economía.


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      En el Centro Wilson, explicó que esa “resignación” se hubiera podido evitar si se hubiera planteado un bono con atractiva tasa (y promesa de no pagar el Impuesto a las Ganancias) a los argentinos que tienen cuentas en blanco en el exterior. Así, se hubiera podido reunir hipotéticamente la misma cantidad que el FMI prometió en el primer acuerdo: 15 mil millones de dólares. Luego hubo que renegociar en medio de una angustiosa corrida cambiaria.

      Esta versión optimista se basa en que una muestra de confianza hubiera sido que sean los argentinos los que pongan su dinero en ese bono.

      Muchos recordaron el teorema del radical Baglini: el grado de responsabilidad de un partido o de un dirigente es proporcional a su posibilidad de acceder al poder.


      Sobre la firma

      Ricardo Kirschbaum
      Ricardo Kirschbaum

      Editor General de Clarín rkirschbaum@clarin.com