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      La NFL, los medios públicos y el mundo que se va

      Mientras aquí se discute una posible privatización, en EE.UU., una transmisión por streaming de fútbol americano bate récord de audiencia y muestra que la TV en sí misma es un anacronismo.

      La NFL, los medios públicos y el mundo que se vaEl partido de la NFL entre los equipos de Kansas y Miami marcó un récord de audiencia para una transmisión en streaming.

      El mundo avanza, y la Argentina luce empeñada en discutir las mismas cosas, como un repetido loop en blanco y negro. Entre esas discusiones aparece la de qué hacer con los medios públicos, es decir la agencia de noticias Télam (agencia de noticias es un concepto en crisis en sí mismo desde hace años, con diversas plataformas que distribuyen mejor las últimas noticias), la Televisión Pública y Radio Nacional.

      De mínima incidencia en la economía, la posible privatización adquiere un valor simbólico, que se advierte en el interés por el tema. Las noticias sobre qué pasará con esos medios son, en estos días, algunas de las más leídas según las métricas digitales de audiencia.

      No es arriesgado concluir que una de las razones de ese interés se vincula con el rol de los medios públicos y sus figuras durante el kirchnerismo. Con la TV Pública a la cabeza, se convirtieron en tribunas para glorificar al oficialismo, al tiempo que, con panelistas cobrando sueldos millonarios, escrachaban y humillaban a periodistas y opositores.

      La TV pública concentró, entonces, lo peor del kirchnerismo: su pretensión totalitaria y la corrupción.

      Quizá por esa razón, las noticias sobre las figuras desvinculadas y los contratos terminados provocan una lectura masiva, empujada por un sentimiento de revancha de quienes asistieron impotentes a tantos años de atropellos mediáticos.

      Así las cosas, Milei propuso la privatización, hoy más una intención que un camino inmediato. Su avance está atado al destino de la ley discutida en el Congreso, y aún superada esa instancia es difícil imaginar quién podría interesarse por la compra de dichos medios.

      Ahora bien, ¿es una discusión de este tiempo la que nos ocupa?

      Un ejemplo reciente, aunque pueda parecer lejano, ofrece una prueba en sentido contrario. ¿Por qué? Veamos: el sábado 13, en los Estados Unidos, el partido de la NFL (el fútbol americano) entre los equipos Kansas City Chiefs y Miami Dolphins marcó, con un promedio de 23 millones de espectadores, el récord de audiencia para una transmisión por streaming (es decir, ni por TV abierta ni por cable).

      Nunca esa tecnología había alcanzado semejante número, con picos de más de 25 millones (el partido sólo se vio en TV abierta en las ciudades de Kansas y Miami).

      La novedad, un hito en la historia de los medios, incluyó otro dato relevante: la transmisión también fue decisiva para que se alcanzara el récord en el uso de Internet en un solo día en los EE.UU., reuniendo el 30% del tráfico en la web durante las tres horas del juego, con más de 16 millones de dispositivos simultáneos.

      Pero lo inesperado, si se considera que ver el partido obligaba a una suscripción paga, fue que la audiencia aumentó un 6% con respecto al partido de la misma instancia de Playoffs transmitido por TV abierta y cable, la temporada pasada.

      El paradigma cambió.

      Hoy discutir a la televisión abierta en tiempo futuro resulta anacrónico. La tecnología alcanzó una madurez que borra los límites (la transmisión no tuvo fallas técnicas a pesar de los millones de usuarios conectados en simultáneo).

      En la Argentina, la tecnología del streaming tuvo una notable aceptación de usuarios dispuestos a la innovación. Sin embargo, hay discusiones ancladas en el pasado.

      Acaso en un mundo que ya no existe.


      Sobre la firma

      Gonzalo Abascal
      Gonzalo Abascal

      Secretario de Redacción. Editor Jefe. gabascal@clarin.com

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