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      El peronismo y el dilema frente a la corrupción

      Menem espera la doble confirmación de su condena. Recién allí el Senado trataría el desafuero.

      Cuando Cristina abandonó a Julio De Vido a su suerte, ordenándole a sus diputados ausentarse y permitir el desafuero del ex ministro, seguramente no pensaba que en poco tiempo más ella iba a estar cerca de una situación parecida. Ahora, Cristina Elisabet Fernández y su esposo Néstor Kirchner, tal como dice el expediente, son acusados de ser la cabeza de una asociación ilícita. De Vido había sido procesado por un juez en primera instancia.

      El peronismo en el Senado acepta debatir el pedido del juez para allanar los domicilios de la senadora. Este es un dato político de importancia. El razonamiento en el que se apoya la decisión del bloque de Miguel Pichetto es política: el planteo de Bonadío se refiere a una investigación sobre corrupción.

      El Senado ha sido reactivo históricamente a desaforar a sus miembros. Pichetto se ha encargado en cada oportunidad de recordar esa tradición basada en que debía haber sentencia definitiva. Es un argumento político.

      En el caso de Carlos Menem, actual senador por La Rioja y dos veces presidente constitucional, que tiene condena de prisión efectiva por tráfico de armas, se sostiene que a pesar de que emanó de la Cámara de Casación debe volver a confirmarse. ¿Cuándo?

      Se considera que en este caso como en otros, como puede ser la firma del Acuerdo con Irán por Cristina, fueron decisiones políticas tomadas durante la gestión, decisiones opinables y controvertidas pero que estarían, según ese criterio, protegidas por su índole.

      La investigación del sistema de corrupción de la obra pública pone otros elementos sobre la mesa y los senadores peronistas -no los kirchneristas- están dispuestos a debatir el pedido de Bonadío, solo en el caso del pedido de allanamiento.

      Hay otra cuestión además en esta decisión de los senadores del peronismo federal y es que por un lado son adversarios políticos de Cristina Kirchner y, por el otro, pueden aparecer como obstaculizando la investigación por corrupción. Ese es un gran dilema.

      En el caso de los cuadernos, quedó registrado un sistema de recaudación de coimas, de los montos y de los presuntos beneficiarios. Un sistema que fue una réplica del que se usaba en la recaudación de las coimas del transporte. Si se extiende esta modalidad a otros rubros, se podrá tener una idea bastante aproximada del monto de lo que se habría recaudado.

      Si los cuadernos son una novedad -siempre la burocracia por la razón que fuere deja huellas que luego pueden seguirse, desde la corrupción a los crímenes de lesa humanidad-, la otra novedad es que en este caso se juntan las dos puntas de esta lacra que envenena la política: los que reciben y los que pagan.

      El principal aprovechamiento político de esta investigación sería que se constituya una contribución importante a la democracia, a la credibilidad de las instituciones, a la importancia de la Justicia.

      La situación económica es tan seria y la sociedad la sufre. No hay cortinas de humo que puedan ocultarla.


      Sobre la firma

      Ricardo Kirschbaum
      Ricardo Kirschbaum

      Editor General de Clarín rkirschbaum@clarin.com


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