Por un siglo atrás

Resulta un tanto insólito que el disparador de la última batalla dialéctica dentro de la oposición, entre Mauricio Macri y Gerardo Morales, se haya dado por una alusión –discutible- del expresidente sobre la figura de Hipólito Yrigoyen (seguramente, hay una tensión más profunda entre ellos como es la pelea por el poder y el futuro). Pero Don Hipólito es venerado casi como un santo en la liturgia radical.

Casualmente, días antes, comenzaron a levantar el velo sobre otro de sus personajes relevantes de un siglo atrás y que –por las mismas idas y vueltas que tuvo con Yrigoyen- quedó silenciado en la historia oficial del radicalismo: Marcelo T. de Alvear, quien presidió el país entre 1922 y 1928, con los números de mayor prosperidad que se recuerden en nuestro último siglo. Es recomendable por su rigor académico la última de sus biografías (“Alvear, revolucionario, presidente y líder republicano”) del historiador Leandro Losada, publicado por Edhasa.

Para economistas

Algunos números: durante la década del 20, la Argentina creció más que EE.UU., Canadá y Australia tanto en términos per cápita como globales y desde 1923 hubo una notable expansión de las exportaciones agrícolas, trigo, maíz y lino, y hacia 1929 la Argentina era líder en el mercado mundial de estos dos últimos productos.

Detalla Losada: “En 1929, los salarios reales doblaban el nivel de 1918. Se recuperó la inmigración y entre 1923 y 1929 ingresaron al país 100 mil personas por año. Si bien es cierto que entre mediados de la década del 10 y la crisis del 30 el crecimiento de la economía se desaceleró, éste fue significativo. Fue de casi 4% anual contra el 6,4% de 1900-1913 y el sector más dinámico fue el industrial en lugar del rural”.

Ante todo, la política

Marcelo T. de Alvear provenía de una familia de elite, pero no acaudalada y su mismo patrimonio había declinado al final de su vida. “Fue, ante todo, un político” define el historiador, pese a su procedencia y sus vínculos sociales. Su abuelo Carlos María fue uno de los protagonistas de las guerras de la independencia y su padre, Torcuato, el primer intendente de Buenos Aires. Casado con una notable soprano, Regina Pacini, Alvear cultivó múltiples vínculos culturales y fue un impulsor del Comité Olímpico Argentino y de casi todas las disciplinas deportivas.

Pero, ante todo, político con los vaivenes de su época. Ni siquiera estaba en el país cuando Yrigoyen lo eligió para que lo sucediera –era embajador en París- y más adelante, quebró internamente el radicalismo. Su cercanía con los golpistas del 30 (que derribaron a Yrigoyen, pero también lo exiliaron después al propio Alvear) fue demasiado para los radicales. No se lo perdonaron, hasta ahora.