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      La terapia del garaje

      El 60% de los pacientes abandonó a su psicólogo en cuarentena. Otros transformaron la butaca del auto en un diván virtual.

      La terapia del garajeAlgo de privacidad. El auto, un "refugio" para hablar con el analista.

      El absurdo llegó al extremo: durante los últimos cuatro meses, los problemas existenciales se debaten en el garaje. Atrás quedó la épica narrada por Homero y Dante, donde los héroes luchaban por el sentido de pertenencia grupal. Hoy cada persona vive inmersa en su fragmento, en la porción que le toca, aunque sea dentro de un auto helado. Y su héroe es el psicólogo que escucha. O el sereno que mira sin ver.

      Lo saben quienes todas las semanas se encierran entre cuatro puertas para “ir a terapia”. El encargado del turno noche de un estacionamiento del barrio de Congreso, por ejemplo, ya sabe a qué hora tiene sesión la chica del Peugeot rojo o el muchacho del Toyota gris. La mujer llega todos los viernes con sus auriculares en la mano, saca una manta del baúl y se hunde con su celular en el asiento de atrás. Una hora, a veces un poco más. El joven siempre elige el lugar del conductor. Ella está en el piso de arriba, él en el de abajo. Hay días que se cruzan al salir, poco después de las 22, cuando el sereno empieza a bajar despacito la persiana que da a la calle Solís.

      Argentina es el país con más psicólogos del mundo: hay casi 200 analistas por cada 100 mil habitantes. Pero justo cuando se despertaban nuevas angustias o se proyectaban tristezas a futuro, el 60% de los pacientes debió abandonar el tratamiento por no encontrar un lugar de privacidad. Durante estos largos meses de confinamiento los psicólogos no han sido considerados esenciales, aunque en muchos casos han demostrado que la épica también puede narrarse desde el diván virtual de un auto que no va a ninguna parte.


      Sobre la firma

      Diana Baccaro
      Diana Baccaro

      dbaccaro@clarin.com

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