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      La última gran estafa

      El mundo digital, el "arte" y la viveza para los negocios caen en manos de un ex presidente.

      La última gran estafaEl ex presidente Donald Trump y su mujer, Melania. Foto: Reuters

      Levante la mano quién en los últimos días se estrelló contra esta sigla: “NFT”. Y después se quedó pensando “ahora de qué me están hablando”. Bastante trabajo tenemos ya para digerir qué es un bitcoin (intangible, costoso y que nadie regula) como para que de golpe nos metan por la garganta un “token no fungible” o un Non Fungible Token, como si esas tres palabras aclararan algo.

      Sumergirse en el universo NFT para comprender de qué va la cosa es caer rodando desnudo por un barranco de espinas y un río seco al final, del cual uno saldrá entendiendo menos que antes. Salvo que se pertenezca a ese exclusivo club de digital savvy people, quienes dirán con sorna: “Eso existe desde 2014”.

      A pincelazos groseros, se podría decir que un NFT es un “activo digital”. Cualquier cosa puede ser un activo digital. Un tuit puede ser un activo digital. Una obra de arte. Un videojuego. Todo lo que se pueda digitalizar o que nazca digitalizado y que se registre en una suerte de "bitácora” (digital, obvio) que indique que ese bien es único y sobre todo imposible de intercambiar por otro igual. De ahí que sea no fungible, escaso y caro.

      Pongamos un ejemplo: en vez de tener “un Picasso” colgando de la pared, tenemos un Picasso convertido en NFT, es decir en un archivo que cuesta millones y con “autenticación incorporada” que promete que es solo nuestro.

      Los NFT son el último grito de la moda entre los artistas digitales. Foto: APLos NFT son el último grito de la moda entre los artistas digitales. Foto: AP

      Los NFT son el último grito de la moda entre los artistas digitales. Y los inversionistas y emprendedores hacen números frente a una posible mina de oro porque, hay que decirlo, cualquier estupidez se vende por una montaña de dinero.

      Jack Dorsey, el fundador de Twitter, convirtió su primer tuit en NFT y lo vendió por casi tres millones de dólares. Si dividimos esa cantidad por 140 caracteres, da unos US$ 21.500 por cada punto, coma o vocal. En fin...

      Todo el asunto suena nebuloso. Y propicia el camino para el desfalco fácil.

      Una de las últimas personas en pegar el salto al mundo NFT es Melania Trump, quien ya tiene pensado vender una acuarela digital de sus ojos gatunos y luego expandirse a la venta de más “tokens no fungibles” hasta llegar a una subasta online de proporciones bíblicas.

      Vanity Fair escribió sobre el tema, preguntándose qué había detrás de la movida de la ex primera dama. Y llegó a la conclusión de que no es más que “otra clásica estafa” del ex presidente Donald Trump para conseguir unos cuantos billetes.

      ap


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      Alejandra Pataro
      Alejandra Pataro

      . apataro@clarin.com

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