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      River, preso de sí mismo

      Sigue sin ganar y regalando chances inconcebibles. No está en Promoción, pero su futuro se oscurece.

      River, preso de sí mismoCLAIMA20110606_0079 SIEMPRE LO MISMO. La despedida de anoche, igual que todas las últimas despedidas de River. (Néstor Sieira)
      Redacción Clarín
      06/06/2011 01:04

      La verdad de River la cuentan esos números que señalan una incomodidad: para evitar la Promoción -ese precipicio- no depende de sí mismo . Sí, el más campeón de la historia del fútbol argentino, a dos fechas del final de la temporada, está frente a la peor cornisa de sus 110 años de exitosa vida. Parece insólito, pero es la más cruda de las verdades: compite contra Olimpo, Arsenal y Tigre -que entre los tres suman sólo 45 temporadas en la máxima categoría en la era profesional- y, aunque gane los dos encuentros que le restan, tendrá que rezar o encomendarse a la buena fortuna. Esto es River hoy: cuando tenía todo a disposición para depender de lo suyo -al menos en el terreno de la matemática- jugó como juegan los equipos que no están a la altura de la circunstancia . Frente a Colón fue un conjunto de voluntades luchando sin éxito contra un rival discreto y, sobre todo, contra sí mismo.

      Deja una impresión que lastima a cada uno de sus hinchas: River está preso de sí mismo . De sus dudas, de sus inquietudes, de su situación problemática. También de ese miedo que frecuentemente lo paraliza. Hubo otro detalle, ayer en el Monumental, que sirve de testimonio de tal escenario: se le venía adjudicando falta de audacia a este equipo; esta vez, cuando ofreció la versión más ofensiva posible tampoco entregó respuestas satisfactorias.

      Parece roto River.

      Juega mal ; ocasionalmente de espaldas a su propia historia. Una particularidad que define al respecto: el equipo más goleador de todo el profesionalismo, de local, necesitado de ganar y de ir a buscar, dispuso de un solo delantero inicialmente (Leandro Caruso, quien no es un típico goleador). Dejó de lado la idea del doble cinco , ante la ausencia de Walter Acevedo (suspendido), y procuró sumar más futbolistas creativos: Diego Buonanotte -como un segundo delantero-, Manuel Lanzini y Erik Lamela. El resultado no fue el esperado: incluso así River careció de profundidad y de -en términos passarellianos - volumen de juego.

      Nunca se pareció a un equipo capaz de avasallar a Colón . Ni por capacidad. Ni por constancia.

      Ante ese panorama, Colón fue exactamente lo que se esperaba: un equipo pensado para obstruir, con dos líneas de cuatro, con el lúcido Damián Díaz libre por delante de ellos y con Esteban Fuertes como inevitable referencia ofensiva. Así, con estos últimos protagonistas, llegó al gol en un Monumental que -a esa altura, los 12 minutos del segundo tiempo- ya era un hervidero de frustraciones trasladadas al campo de juego. Toque de Díaz, impecable definición de Fuertes.

      Lo que siguió fue también previsible: un River desesperado, comenzó a sumar delanteros e intensidad en nombre de -al menos- conseguir un punto.

      Fue y chocó. Insistió como pudo. Mal.

      Sin embargo, cuando parecía asomar el segundo gol de Colón en algún contraataque, pasó lo curiosamente inesperado: se descuidó Colón en el fondo, aparecieron Funes Mori y Mariano Pavone, y terminó definiendo Caruso. Uno a uno, con nueve minutos por delante. Entonces River fue por más. Tras los pasos de un milagro de domingo, que no llegó. Entonces, lo volvió a habitar la peor de las certezas: para saber si seguirá jugará o no la Promoción, deberá mirar otros partidos. Y esperar con la ansiedad de un condenado.


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