Yasky, entre Moyano y la CTA

Hugo Yasky quedó atrapado en el dilema crucial de un dirigente sindical. Como jefe de la CTA, la central sindical que se ofreció como una alternativa al sindicalismo tradicional, sabe que tendrá que optar entre mantener la unidad o seguir la táctica que el kirchnerismo ha aplicado como estrategia de poder: dividir. Pero el dirigente de los maestros también tiene conciencia de la importancia de ceder a la permanente tentación de la izquierda, la fragmentación.

La situación de Yasky con Micheli es difícil. El dirigente de ATE se adjudicó el triunfo. El maestro impugnó los resultados y, al mismo tiempo, reclamó una instancia superior para dirimir el pleito que debió solucionarse en las urnas.

Si Micheli no tiene retroceso en su reclamo de victoria, Yasky tampoco parece dispuesto a subordinarse a la nueva realidad en la CTA. El docente tiene sintonía muy fina con la Casa Rosada y el oficialismo jugó muy fuerte en su favor para mantenerlo al frente de la CTA.

El dato de la votación no es menor y merece un análisis más fino. Si aquí se jugaba una pugna interna en el centroizquierda, los resultados le han sido adversos al kirchnerismo o al parakirchnerismo. Mostró otra vez, en poco tiempo, cómo está mudando la situación política en la Argentina.

Yasky no pudo ni siquiera obtener el reconocimiento de la central obrera. No fue su culpa: el Gobierno se la negó varias veces porque no quiere, ni puede, romper la alianza con la CGT de Hugo Moyano.

En ese sentido, el gobierno de Cristina es ortodoxo. Le hace guiños a la izquierda sindical pero termina pactando con el gremialismo más tradicional.
Yasky tiene que meditar: si favorece a Moyano con la ruptura o acepta la derrota del oficialismo.