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      Los futuros posibles de nuestro sector agroindustrial

      Redacción Clarín
      17/07/2013 00:00

      En el sector agroindustrial argentino se encuentran buenas razones para imaginar un futuro mejor para el país. Lamentablemente, las políticas de los últimos diez años conspiraron contra un desarrollo mayor, más inclusivo y más sostenible de las cadenas agroindustriales, pero la oportunidad sigue presente.

      Las políticas del Gobierno para el agro son cortoplacistas. Los resultados están a la vista. El primer sector en mostrarlo fue el de la carne. Como muestra un documento reciente de Fundación Pensar, un conjunto de medidas en el sector de carnes, que buscaba “beneficiar a los consumidores a costa de los productores, terminó perjudicando a todos los actores, incluyendo a los consumidores (que disminuyeron su consumo anual en 20% en promedio), a los trabajadores y al Estado nacional y provinciales (que disminuyeron sus ingresos por impuestos).” En estos días vemos que está pasando algo muy similar con la cadena del trigo: al principio las intervenciones afectaban sólo a los productores, luego comenzaron a complicar a los molinos y finalmente llegan a las panaderías y a los consumidores, que han visto fuertes alzas en el precio del pan.

      El balance de la campaña 2012/2013 será aceptable en lo productivo pero más complicado a nivel rentabilidad. Los precios estuvieron estables o con algunas bajas, pero la presión impositiva está pegando cada vez más fuerte, sobre todo a los productores de zonas menos favorecidas. También afecta al sector la situación cambiaria. Quizás en esa razón se centre el retraimiento de algunos de los grandes productores sojeros que, por otra parte, abre oportunidades para productores medianos. Para la campaña 2012/2013 no suena razonable pensar en una producción mucho mayor, básicamente por restricciones a la inversión, y todo hace esperar que los precios se mantengan estables o a la baja.

      Desde hace unos años la cosecha argentina está prácticamente estancada alrededor de las 100 millones de toneladas cuando muchos especialistas creen que podría ya estar en 140 millones.

      Este presente se debe en gran medida a las políticas negativas sobre el sector que ha tenido el gobierno nacional. Así, se ha perdido una gran oportunidad para desarrollar el sector: no sólo para aumentar la cosecha sino también el agregado de valor, el empleo y la competitividad de largo plazo.

      El mundo seguramente no ayude tanto como en los años pasados. Las tasas de interés no pueden sino subir, y eso llevaría a una reducción de la presión alcista en los precios de los commodities. Sin embargo, seguimos creyendo que e l cambio producido con la incorporación de China e India al mercado mundial es estructural.

      Es decir, que seguiremos viendo precios relativamente buenos para un sector clave para Argentina como es el agroindustrial. Para que esta vez sí alcancemos el futuro posible en vez de desaprovechar oportunidades hace falta un cambio fuerte en las políticas del sector, y eso sólo puede venir de la mano de un gobierno nuevo. Un gobierno nuevo que no sólo saque el pie del freno que significan las políticas actuales, sino que busque poner el pie en el acelerador, fomentando la inversión productiva y la incorporación tecnológica. Así, el tradicional sector agroindustrial puede ser la clave para hacer posible un futuro mejor para todos los argentinos.


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