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      El desempate de Cobos, ¿nuevo error de cálculo del laboratorio K?

      Redacción Clarín

      Una historia real o bien imaginada, que cada tanto rescatan veteranos de la política, cuenta que un DT de fútbol se planta frente a su equipo y dibuja con esmero media docena de jugadas de gol, todas impecables, letales, hasta que el 9 del equipo lo desarma con una única pregunta: ¿y los contrarios están de acuerdo? En el oficialismo parecen desconocer el cuento, o su sentido : imaginan planes como si jugaran solos en la cancha, sin competencia y sin público. Creen algunos que el desempate de Julio Cobos a favor de la ley del 82% para jubilados, vetada en trámite veloz, generará problemas exclusivamente a los radicales, porque abollaría las chances de Ricardo Alfonsín y descolocaría otra vez al vice en su papel institucional. Sería, desde la óptica de Olivos, un costo ajeno , útil para aligerar el desgaste propio. ¿Y si la sociedad rechaza el veto y también la estrategia para disimularlo? ¿Y si a la UCR le viene bien una interna con dos figuras fuertes? Eso no cuenta en el laboratorio .

      Está claro, para oficialistas y opositores, que el bloque K no hizo nada para evitar este segundo desempate de Cobos. Al contrario, hay indicios de consultas a Olivos, en pleno trámite de la ley sobre las jubilaciones. Miguel Angel Pichetto tenía al menos dos cartas para frustrar ese final, no la derrota. El resultado es conocido: Olivos impuso su criterio. Y Cobos volvió a ser estrella, aunque con menos intensidad que en la madrugada de la 125.

      La movida kirchnerista expuso un doble sentido . En primer lugar, buscó que la polémica no pasara centralmente por el veto presidencial -en rigor, la inquietud es por el efecto de la medida para el grueso de los jubilados-, sino por el papel del vicepresidente. Las calificaciones de “traidor” y “okupa” fueron apenas un recurso para ensayar una polémica que perdió aire a poco de comenzar . En segundo lugar, se pretendió incidir con la estrategia en el propio interior de las principales franjas opositoras.

      Consultores habituales del oficialismo aportaron letra de inmediato . La síntesis podría ser esta: Cobos queda jugado como jefe opositor, lo cual complicaría su perfil institucional, y además vuelve al centro de la competencia, con costos para Alfonsín y sus aliados de otras fuerzas.

      Cierto fastidio cerca del diputado y algunos festejos entre allegados al vicepresidente podrían justificar aquella operación, aunque también hablan del módico análisis político de estos días y expresan una foto de estados de ánimo, antes que el reflejo práctico más allá de las oficinas del Congreso.

      Hay, en todo caso, un antecedente sobre los límites o los errores de cálculo de las decisiones que se toman en Olivos jugando sobre la mesa de arena. Hace meses, cuando se disputó la interna partidaria en la UCR bonaerense, se dejó trascender la preferencia del kirchnerismo por Alfonsín, especulando con el costo que representaría para Cobos la derrota de sus seguidores en la provincia. Los allegados a Alfonsín se enojan aún hoy frente a aquella versión y dicen que, en realidad, sus rivales tuvieron apoyo desde La Plata. El vicepresidente se vio afectado por aquel resultado, pero Alfonsín pasó a ser una preocupación para los Kirchner, atentos siempre a las encuestas.

      No se trata únicamente de malas evaluaciones pasadas. También emergen contradicciones en la perspectiva de las futuras internas abiertas, si es que finalmente se concretan. Kirchner está preocupado por diversas razones, entre ellas el vaciamiento que representa la decisión del peronismo desalineado de competir por afuera del PJ. Sabe que una interna seria, convocante, puede resultar de enorme peso en la posterior campaña nacional. ¿Por qué entonces darle brillo a la UCR? ¿A quién favorece una competencia entre Cobos, supuestamente entonado como contrafigura de los K, y Alfonsín, firme en las encuestas? Es cierto que los radicales transitan con sus propias cargas. Pero difícilmente el juego de estos días sume a esa mochila. Enredado en tensiones diarias, el kirchnerismo también confunde las apuestas .


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