La Iglesia ante el fenómeno Milei: entre no dejar pasar los insultos y evitar entrar en la campaña

Javier Milei está incomodando a políticos, empresarios, economistas, sindicalistas. La Iglesia que, además, cuenta con un Papa argentino, no podía ser la excepción.

Todo comenzó con los insultos y críticas feroces del libertario a Francisco hace algunos años, pero de alguna manera vigentes a través de las redes sociales. Tras ser el candidato más votado en las PASO, los curas villeros consideraron que sus ataques al pontífice tenían otra dimensión por sus posibilidades reales de llegar a la Presidencia. Entonces, organizaron una misa de desagravio que generó un fuerte debate en la Iglesia sobre su conveniencia.

La controversia era acerca de la oportunidad de salir a responderle a Milei ahora, varios años después, en medio de la campaña, y luego de que el libertario ,tras las internas abiertas, modificara su actitud y dijera ante las consultas de los periodistas que “respeta al Papa como “jefe de la Iglesia católica y jefe de Estado”. ¿No era descender demasiado en el barro de la política? Más aún: ¿es una misa el modo adecuado?

La cúpula de la Conferencia Episcopal quedó en una situación incómoda porque, por un lado, no le gustaba la idea del desagravio. Pero, por el otro, le resultaba difícil quedarse callada por los dichos de Milei ante la trascendencia pública que adquirió la misa.

Tuvo claro desde el principio que a Francisco no le gustan los desagravios -saben que no es su estilo quedar a la defensiva- y quedó igualmente claro que el arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, pese a que la celebración fue en su jurisdicción, no iba a concurrir.

Finalmente, el presidente del Episcopado, el obispo Oscar Ojea, optó por salir a criticar a Milei sin mencionarlo. Habló de “insultos irreproducibles y falsedades”. Y de la necesidad de respetarlo particularmente como “profeta de la dignidad” y como “jefe de Estado”. Pero también aludió implícitamente a todos los candidatos al citar una reciente declaración interreligiosa en la que se afirma que “es imposible construir un país sin diálogo y con insultos”.

Por lo demás, Ojea defendió la posición del catolicismo en favor de la justicia social, que Milei en su momento descalificó en duros términos. Y también las demandas de la Iglesia para que el Estado asista ante necesidades básicas, se respeten “las economías solidarias y se cree trabajo genuino y digno”, al señalar que esto “no es hacer ‘pobrismo”’ como le endilgan dirigentes de Juntos por el Cambio.

“Ante cualquier gobierno la Iglesia no va a renunciar a reclamar los derechos de los últimos, porque esto sería traicionar el Evangelio”, dijo.

Finalmente, Ojea sintió la necesidad de aclarar que la Iglesia no avala ningún candidato en particular “porque no es nuestra misión y no nos corresponde”.

El señalamiento es oportuno, aunque acaso incompleto. Oportuno porque el desagravio a Milei pudo leerse como un guiño a los otros candidatos, en especial a Sergio Massa. De hecho, el candidato oficialista, ni lerdo ni perezoso, visitó este fin de semana a los curas villeros y se ocupó de difundir las fotos del encuentro.

Pero incompleto porque la Iglesia tampoco pueder decir que no se puede votar a un candidato, cosa que ocurrió, más o menos abiertamente, en la misa de desagravio. Lo cierto es que, en una actitud que intenta mostrar que no son parciales, los curas villeros recibirán este martes la visita de Patricia Bullrich. ¿Y también recibirán a Milei? El padre Pepe, gran referente de los curas villeros, dijo que lo harán si antes el libertario le pide perdón al Papa.