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      La ola masiva que salpica a Francisco

      Encabeza el ránking de países con más incidencia de pedofilia en el clero católico. Las ONGs de víctimas esperan muy pronto una catarata de denuncias. 

      La ola masiva que salpica a FranciscoEl obispo Ronald Gainer de la diócesis de Harrisburg en Pensilvania participó de misa de perdón tras la revelación de cientos de casos de abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes católicos. AP Photo/Matt Rourke
      02/11/2018 23:21

      Un informe de la justicia de Pensilvania reveló los casos de más de 300 curas abusadores y 1.000 víctimas solo en seis de sus diócesis. La semana pasada se sumó Washington, que informó sobre 31 abusos. Esto pone el país a la cabeza del mundo en las denuncias de abusos sexuales cometidos por el clero. Y promete multiplicarse.

      Se trata del mayor informe sobre abuso sexual a menores dentro de la Iglesia católica: después de dos años de investigación, un gran jurado del estado de Pensilvania reveló en septiembre pasado que solo en seis de las ocho diócesis locales se identificó a más de 300 curas abusadores y a por lo menos mil víctimas. Es, hasta hoy, la mayor denuncia en los Estados Unidos y en el mundo. Es también, dicen las organizaciones de víctimas y la Justicia, apenas la punta del iceberg.

      “Nosotros, los miembros de este gran Jurado, necesitamos que oigan esto (…). Hubo otros informes sobre abuso sexual a niños dentro de la Iglesia católica. Pero nunca a esta escala. Para muchos de nosotros, todas esas historias sucedían en otra parte, lejos.

      Ahora sabemos la verdad: sucedían en todas partes”. Así comienzan las 1.300 páginas que, además de los números escalofriantes, revelan el manual escrito para el encubrimiento. Confirman, de paso, que esto pasa desde hace 70 años y que lo saben los obispos y todo el Vaticano. Así lo ratificó el procurador General de Pensilvania, Josh Shapiro, responsable máximo de la investigación y encargado de darlo a conocer.

      “Pensilvania desnudó el hecho de que todos saben y entienden que el abuso sexual sistemático en esas seis diócesis ocurre en cada una de las diócesis católicas en el mundo”, dice a Ñ Tim Lennon, presidente de la mayor ONG de víctimas de abuso eclesiástico, SNAP –en inglés Survivors Network of those Abused by Priests; en español Red de sobrevivientes de abusos de sacerdotes pedófilos–.

      Fundada hace 30 años, hoy está presente en 67 países y reúne a más de 25 mil integrantes.

      Un, dos, muchos Spotlight El primer gran escándalo en los Estados Unidos fue en 1985, cuando un sacerdote de Louisiana llamado Gilbert Gauthe admitió haber abusado de más de 300 chicos. Le siguieron más denuncias, pero esa ola fue controlada desde el Vaticano.

      Pocos años después, en 1992, los medios y también la Iglesia supieron de algo llamado SNAP.

      Fue cuando un grupo de personas se presentó en la Conferencia Nacional de Obispos Católicos en Washington: querían hablar con ellos para presentar sus denuncias. Al frente estaba la creadora de la organización –y presidenta hasta su muerte en 2017–, Barbara Blaine. Abusada en su adolescencia en la escuela católica a la que asistía en Ohio, en 1988 había decidido crear una organización cuando conoció a otras víctimas.

      Todavía la Iglesia podía hablar de casos aislados y responsabilidades personales. Y así lo hizo por casi dos décadas. Ahora esa política ya no es sustentable. La sistematicidad de los abusos y el encubrimiento quedó demostrada y expuesta en 2002, cuando una investigación del diario The Boston Globe publicó una serie de más de 800 historias sobre abusos sexuales cometidos por sacerdotes católicos. La investigación periodística ganó el Pulitzer y años después, mientras las denuncias se multiplicaban en otras ciudades estadounidenses, llegó la película Spotlight, ganadora del Oscar 2016.

      En 2005 y 2011, la investigación judicial en Filadelfia reveló patrones similares de abuso sexual infantil en las arquidiócesis locales. Un estudio de 2014 encargado por la Iglesia estableció que eran más de 4 mil los sacerdotes estadounidenses que enfrentaron acusaciones de abuso sexual en los últimos 50 años, y estimó que al menos diez mil niños habían sido víctimas. Entonces llegó el informe Pensilvania.

      El Papa Francisco aceptó la renuncia del Cardenal Donald Wuerl luego de haber sido acusado por abuso y encubrimiento. /AP /David GoldmanEl Papa Francisco aceptó la renuncia del Cardenal Donald Wuerl luego de haber sido acusado por abuso y encubrimiento. /AP /David Goldman

      Y con él, lo que podría ser el inicio de una catarata: el 12 de octubre el Papa Francisco aceptó la renuncia del arzobispo de Washington, el cardenal Donald Wuerl, luego de que se supiera que aparece mencionado varias veces en el informe. Y halagó su gesto de “no intentar una defensa” aun cuando consideró que “tiene elementos suficientes para justificar sus acciones y distinguir entre lo que significa encubrir crímenes o no ocuparse de problemas o cometer algunos errores”. Algo que genera dudas, a juzgar por lo ocurrido tres días después. El 15 de octubre la arquidiócesis de Washington publicó una lista con 31 nombres de antiguos sacerdotes “acusados creíblemente de abusos sexuales” desde 1948, 17 de ellos ya fallecidos. Resta saber si esto llegará a desencadenar una investigación mayor.

      “Ningún niño está a salvo”

      “Ha caído el velo para que todos puedan ver la vil corrupción del abuso sexual. Todo el mundo sabe que lo que estuvo expuesto en este informe sucede en todas partes. Cada diócesis guarda secretos ocultos”, afirma Lennon, actual titular de SNAP. Y explica por qué lo que se sabe hasta hoy es sólo una parte de lo que ha pasado y ocurre: “Ellos mienten. Ellos encubren”.

      Para Barbara Dorris, durante muchos años también una autoridad de SNAP y también víctima, el informe Pensilvania es importante no solo por el número, sino porque deja expuesto el sistema de protección. “Y sobre todo, porque ha alentado a otros procuradores generales a comenzar sus propias investigaciones. Sería imprudente suponer que estos crímenes solo tuvieron lugar en Pensilvania. Debemos recordar que, si bien la violencia sexual infantil es un pecado, también es un delito y debe ser manejada por las autoridades civiles”, dice.

      Lennon coincide en la multiplicación de los casos y en la complicidad de las autoridades, cuya línea de encubrimiento llega hasta el Vaticano, antes y ahora: “Hay una disputa interna en Roma y el ala derecha persigue al Papa porque es vulnerable en este tema. Pero el Papa continúa disculpándose, condenando, poniendo excusas, etc. Los gestos y las palabras no protegen a los niños. El Papa no ha actuado y, por lo tanto, es cómplice”, acusa sin vueltas Lennon. Y concluye: “Las investigaciones en los Estados Unidos, Chile, Australia e Irlanda prueban esta verdad. Se comprobó que mintieron. Ninguna comunidad es segura, ningún niño está a salvo”.

      Más de cien mil víctimas

      Bishop Accountability, otra ONG estadounidense que lleva la cuenta nacional e internacional de las denuncias con el foco puesto en la responsabilidad de los obispos, habla de más de cien mil víctimas. “Miles de clérigos y religiosos católicos han violado y sodomizado a decenas de miles de niños, tal vez más de 100 mil, desde 1950. Estos crímenes fueron cometidos en secreto y los obispos alimentaron ese secreto”. De ellos, dice la organización, son más de 17 mil los que ya rompieron el silencio.

      Tanto desde SNAP como desde Bishop Accountability, estiman que la edad común para los sobrevivientes que se presentan es cuando llegan a la mitad de sus cuarenta años. De ahí que la mayoría de las personas abusadas desde principios de los años 80 todavía no hayan denunciado y eso “hace parecer” que el abuso es cosa del pasado. “Y no es así. Muchos aún no denunciaron. Y muchos nunca lo harán. Porque temen no ser creídos: muchos sienten culpa y vergüenza, y a menudo se han automedicado con drogas y alcohol.

      Contarlo nunca es fácil y las víctimas se presentan cuando sienten que se les creerá y que hay una posibilidad de justicia”, subraya Dorris, que ha hablado con miles de víctimas y familiares. Por eso, es optimista sobre la multiplicación que puede traer el informe de Pensilvania: “Les ha dado a los sobrevivientes la esperanza de que se escuchen sus historias, y sus depredadores rindan cuentas, que tengan un poco de justicia”.

      También Lennon estima que detrás de lo denunciado hay mucho más: “En base a lo que las investigaciones bien hechas demuestran, entre 9 y un 12 por ciento de todos los curas son abusadores”, concluye.


      Sobre la firma

      Paula Bistagnino