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      Armando López Salamó: “No entendíamos de sintetizadores”

      Periodista y productor de shows, fue testigo y protagonista de la movida musical en La Habana hasta la década del 90. Reinaldo Arenas lo nombra con cariño por uno de sus apodos, “La Gluglú”.

      Armando López Salamó: "No entendíamos de sintetizadores"Armando López Salamó. Vive en Miami; trabaja en una historia del bolero cubano.

      Una historia definitiva de la música popular cubana incluirá su nombre en varios capítulos, como periodista y productor. La del periodismo también, como editor de la revista Opina, oficial pero con un sesgo de tolerancia independiente, y desde los años 90, como columnista en Encuentro de la Cultura cubana y Diario de Cuba, medios plurales de la diáspora. Ha sido productor de shows musicales en Cuba y Nueva York.

      El nombre de Armando López Salamó también consta en esa enciclopedia de vidas públicas y privadas que repertorió Reinaldo Arenas en su Antes que anochezca, hoy más asombrosa en sus libertades que cuando fue publicada, en 1991. Arenas consigna los varios apodos de López, entre ellos “la Gluglú”, una “loca” con fuerza masculina en esa Habana hipersexualizada de las primeras décadas de castrismo. En el pasado múltiple de López, también hubo una esposa durante casi veinte años. Nacido en Villa Clara, hoy reside en Miami. Se apasionó por Buenos Aires en su reciente visita.

      –Pertenecés a la generación del exilio tardío; emigraste a fines de los 80.

      –Sí, partí cuando el Gobierno decidió cerrar la revista Opina. Tras muchos años de circulación, nos dejaron con dos compañeros sin tarea en la misma oficina. En paralelo al periodismo, yo trabajaba como productor de espectáculos; trabajaba en guiones para las salas de los hoteles Neptuno y Tritón. Tuve la suerte de que mis números les gustaran a unos productores mexicanos y me fui para allá con un contrato para hacer variedades. Me fui con la orquesta La Dan Den, muy popular en Cuba desde mediados de los 80. Nos presentamos en el Club de Televisa, en las Piscinas Olímpicas, donde bailaban 10 mil personas. Fue la única orquesta cubana que triunfó en México, ¡no lo consiguieron ni los Ban Ban! A mí el Gobierno me pidió me quedara en México para comercializar música cubana.

      El escritor cubano Reinaldo Arenas.El escritor cubano Reinaldo Arenas.

      –¿Qué música se exportaba en esos años?

      –En los 80, la música cubana se repartía en varias empresas oficiales; existían la música tradicional, guaracha y son, en la que entrábamos nosotros, y luego la compañía de conciertos y “música culta”, donde estaba la Nueva Trova. Nosotros hacíamos géneros cubanos. Toda la vida nuestra música tuvo que ver con la estadounidense; siempre un ida y vuelta. Cuando llega la revolución, en 1959, se corta el intercambio y la escena se vuelve mucho más local.

      –¿Cómo evolucionó, cómo se produjo la modernización?

      –Tengo un episodio que te lo pinta. La Dan Den siguió llevando a México la música popular que gustaba en Cuba, pero el mundo ya había cambiado. En los 80 ya gustaban otros estilos y nosotros estábamos varados en el pasado. En 1985 grabamos en Cuba con tremendo éxito “Siempre hay un ojo que te ve”, que empezaba con sintetizadores. Pero ocurrió que cuando lo tocamos en México, el público dejó de bailar, se dedicó a mirar a la orquesta. Ahí advertimos de que el director de la banda no sabía tocar el sintetizador, ¡lo tocaba como un piano! Y un público actualizado ya no sabía bailarlo. Nos habíamos quedado desvinculados de la realidad tecnológica; no sabíamos tocar los bailables del presente. El público esperaba de nosotros música cubana tradicional, lo que luego va a recuperar Ry Cooder en Buena Vista Social Club. No teníamos idea de cómo bailaban los jóvenes. ¡De pronto teníamos que tocar la música de nuestros abuelos! Habíamos perdido el contacto con el mundo durante 30 años. Tuvimos que parar la orquesta para armar el nuevo repertorio montando viejos sones de Miguel Matamoros.

      –¿Se quedaron en México?

      –Los mexicanos fueron retirando nuestras visas de trabajo; los músicos se volvieron a Cuba y yo me fui a los EE.UU. Trabajé con Willy Chirino en Miami pero no me hallaba. Me fui a Nueva York, donde monté shows y trabajé como periodista.

      – Con casi 90 años, ¿cuál es tu conclusión de 70 años de comunismo?

      –Tengo sobre todo vivencias de la ciudad. Cuando llega la revolución, soy un muchacho de 16 años que lo único que quiere es disfrutar de la vida y de la música. La mayoría del pueblo cubano apoyó la revolución aunque no la haya pedido realmente. Al principio, quienes se exilian son los del gran capital pero poco después empiezan a irse otros, la pujante clase media, los comerciantes… La Habana se va apagando de a poco; es un ciclo lento, un período de tres o cuatro años. Las películas norteamericanas y mexicanas, el cine argentino, desaparecen, van siendo reemplazadas por el cine europeo, que yo agradezco; las películas de Antonioni y Godard, Truffaut, Visconti y De Sica. Así vimos el mejor cine japonés. Pero un día también dejamos de ver ese cine. Es un ejemplo. Así fue con todo.

      Virgilio Piñera trabajó como traductor en la editorial Arte y literatura.Virgilio Piñera trabajó como traductor en la editorial Arte y literatura.

      –Viviste ese “furor erótico”, como lo llamó Reinaldo Arenas, que marcó las décadas del 60 y 70. Fuiste amigo de Arenas en la mala.

      – Muy amigo. Mi relación arranca en el 67 Yo trabajaba en la editorial Arte y Literatura; estaban allí Edmundo Desnoes, los traductores eran nada menos que Virgilio Piñera y Heberto Padilla. Yo era la mascota. Reinado había publicado con un premio Celestino antes del alba y venía de recibir elogios de Alejo Carpentier por El mundo alucinante. Él había pedido una entrevista con el director del Instituto del Libro; como no se la dieron, yo intercedí por él. Tampoco funcionó. A partir de esto, me hago amigo de Reinaldo. En 1970 presento la carta para irme del país en el Instituto, pero me la niegan. Así me convierto en un desclasado, al igual que él.

      Heberto Padilla  trabajó como traductor en la editorial Arte y literatura.Heberto Padilla trabajó como traductor en la editorial Arte y literatura.

      –¿Dirías que había persecución homofóbica?

      – No, era persecución política. Sucede que los homosexuales nunca se plegaron a la revolución y eso los hacía opositores. Sobre todo las loquitas de las esquinas y los bares. Los policías sabían lo que les esperaba cuando había más de una loca en una esquina. Sabían que los gays eran incorregibles y que las locas los burlarían. “Ven acá mi vida, siéntame en tu falda!”

      –Volvamos a Reinaldo. Le arman una emboscada en la playa y va preso dos años al Morro.

      – Sí. Pero cuando sale, su tía, que era informante de la Seguridad, no lo aloja. Entonces sucede que yo, que también soy un desclasado, me lo llevo a casa, que se reducía a una habitación. Dormíamos en una cama personal, uno pal’ lado de los pies y el otro, pa’ la cabeza. Estaba mal Reinaldo, enfermo de sífilis. En Cuba no había medicina para darle. Se la conseguí. Más tarde logré cierta rehabilitación y así ingresé en Opina, una revista casi capitalista, porque al parecer estaban barajando que vendrían cambios. Ninguno de los cinco que la hacíamos éramos afines. No llegué a volver a ver a Reinaldo. El se exilió en esos años. Llegó a EE.UU. solo, Miami no lo aceptó pues en los 80 todavía era una ciudad homofóbica. Recaló en la muy dura Nueva York. Yo llegué allí al poco tiempo de que él muriera.

      – ¿Cómo reconstruís esa ciudad de los años 60?

      –Era una sociedad muy reglamentada, incluso en la vestimenta. Mi vida consistía en trabajar y reunirme con la barra de amigos a la noche. Íbamos a la esquina de Espada y Jovellanos, ahí nos reuníamos siempre porque en los bares había dos virtrolas y en una de ellas, alguien había metido discos e Paul Anka, Diana Ross. Escuchábamos “Put your head on my shoulders”; pero el inglés era un idioma vedado. Nos prestábamos los discos de Los Beatles envueltos en papel de cartucho para que nadie supiera. La revista Mella había sacado un reportaje de cuatro páginas titulado “Los antisociales de Espada y Jovellanos”; éramos los vecinos, nuestro único delito era ser jóvenes. Un día sin previo aviso bajaron de un camión cuatro muchachos vestidos de fajina y se llevaron las vitrolas. Luego supimos que había ocurrido lo mismo en esas semanas en toda la ciudad. Finalmente acabamos reuniéndonos en una funeraria en el Malecón pues en los bajos tenía una cafetería para los deudos que quedaba abierta hasta las 3 de la madrugada. Siempre había redadas. Allí iban Reinaldo, el poeta Esteban Luis Cárdenas. Así vivíamos; la ciudad, cada día más gris.

      –Arenas observa que toda dictadura es casta y antivital.

      –Una anécdota te lo pinta. Una noche estábamos en el parquecito de las calles Infanta y Vapor; quedaba el club Las Vegas cerca de allí, salíamos del show a las 4 de la mañana. De pronto salen unos muchachos de una casa, para cortar caña, con su mocha y uniforme cañero, y uno de ellos me dice: “Me gustaría cortarles la cabeza pero ya la revolución se encargará de ustedes”. Ya por esos años, a fines de los 60, expulsaban a los homosexuales de las universidades y en los trabajos todos teníamos miedo entre nosotros. Fue un anuncio y resultó cierto.

      –Valorás el aporte de la Nueva Trova.

      Silvio Rodríguez en Argentina, 1997.Silvio Rodríguez en Argentina, 1997.

      –Conozco a Silvio Rodríguez desde los 15 años, cuando aún no cantaba, solo escribía algunos poemas y aspiraba a ser caricaturista. Fui a su boda. Luego le hice la primera entrevista larga, “Del rock de los fantasmas al unicornio azul”, se titulaba. Él nunca la quitó de su página web, cuando todo lo mío fue sacado de todos los sitios. Silvio viene de Bob Dylan y el filin, tenía contacto con el mundo por su cuñado, que viajaba y le traía los discos. En cambio a Pablito se nutría de los soneros viejos y los boleristas. Luego él y Silvio se dejaron querer por el Gobierno; cuando estás en un país que pertenece a uno solo, tratas de llevarte bien con ese dueño, ¿no? No todos tenemos madera de héroes. Ellos dos son talentosísimos y yo no podría hablar de música cubana sin mencionarlos. Ambos están en la historia de la música del continente.

      –Hoy el rap ha asumido la denuncia y está en el corazón de la protesta por Cuba.

      Las Vegas, 19/11/2021. Alexander Delgado, Descemer Bueno, Yotuel, El Funky, Yadam Gonzalez, Randy Malcom y Beatriz Luengo fueron premiados por su canción "Patria y Vida" en la entrega de los Grammy de 2021.
Foto: EFE/EPA/CAROLINE BREHMANLas Vegas, 19/11/2021. Alexander Delgado, Descemer Bueno, Yotuel, El Funky, Yadam Gonzalez, Randy Malcom y Beatriz Luengo fueron premiados por su canción "Patria y Vida" en la entrega de los Grammy de 2021. Foto: EFE/EPA/CAROLINE BREHMAN

      -La canción “Patria y vida” se hizo con los mejores deseos pero no va a pasar mucho con ella. En Cuba pocos jóvenes conocen la canción, ¿han podido cantarla en La Habana? No. Las emisoras y radios las tiene el régimen. Y el éxodo no para. Las fuerzas que pudieran ayudar a reconstruir el país, por ejemplo los emprendedores, se van. El país está estancado. No tengo esperanzas allí.

      –¿Volviste a La Habana; volverías si pudieras?

      –No podría volver a La Habana, no soportaría el golpe de ver en ruinas la ciudad que tanto amo.


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      Matilde Sánchez
      Matilde Sánchez

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