Bordes latinoamericanos en Madrid de la mano de Bienalsur

Un hombre colombiano vio atravesado su hogar por el marcado de la frontera. Le hacían el chiste que para ir a la cocina debía mostrar documentos de identidad. El humor, a veces, ayuda a sortear situaciones de violencia, como aquellas que se viven en los bordes latinoamericanos y que repiquetea fuerte en Casa de América, en el centro de Madrid. Se acaba de inaugurar la muestra “Entre nosotros y los otros: Juntos aparte”, hito clave del kilómetro 10.043,8 de Bienalsur, también conocido como “el evento de arte más extenso del mundo”.

Afuera, lluvia fuerte y permanente para la que hacen falta paraguas, como esos que venden migrantes de América del Sur, Central, africanos y asiáticos. Son de origen chino y cuestan entre 4 y 6 euros.

La muestra reúne a 24 artistas, de 11 nacionalidades, muchos de ellos migrantes, que trabajan el pensamiento fronterizo y las prácticas artísticas contemporáneas, está curada por la argentina Diana Wechsler, directora artística de Bienalsur, el colombiano, Alex Brahim, creador del proyecto Juntos Aparte y la italiana, Benedetta Casini.

La inauguración estuvo a cargo de Aníbal Jozami, Director General de Bienalsur, Luis Prado, director de Programación de Casa América, Wechsler y Brahim.

Tensiones geopolíticas

Los devenires tensos ocurridos en la frontera colombiana venezolana en este siglo, sus transformaciones sociales, las tensiones geopolíticas conviven en obras movilizantes aquí expuestas. Uno de estos roces entre ambos países grafica muy bien esta problemática y es expresado con una serie de fotos.

Cuando en agosto de 2015, el gobierno venezolano decidió cerrar la frontera con Colombia, expulsó, a continuación, a miles de colombianos y a sus familias binacionales que estaban viviendo en los confines venezolanos. Esta situación está expresada en el trabajo fotográfico “Casas” de Daniel Arévalo donde retrata una demolición masiva de viviendas ordenadas por el gobierno de Venezuela.

Esas construcciones, que quedaron en la línea que separaba los territorios fueron inspeccionadas y marcadas con una R y con una D. La primera consonante era la inicial de “Revisada” y, la segunda, de “Derríbese”.

En las palabras curatoriales de la muestra, Wechsler explica “Arraigado en la principal ciudad de la frontera colombiana venezolana, Cúcuta, Colombia, este proyecto no solo se presenta como un observatorio permanente, sino como epicentro de diálogo que otorga valor a la naturaleza e identidad de la ciudad y la región, insertándolas de manera proactiva en la cartografía global de transacciones culturales y de saberes, contribuyendo a los debates sobre las dinámicas entre el centro y la periferia”.

La carga de la frontera

Al inaugurar la muestra trajo una reflexión de la artista mexicana Teresa Margolles, autora del mural que encabeza este conjunto de discursos gráficos llamado “Carretilleras sobre el Puente Internacional Simón Bolívar”. Allí un conjunto de mujeres con carros, denominadas cargueras se apropiaron, en este momento de crisis, de un oficio que siempre había sido patrimonio de los hombres que transitaban carga a lo largo de esta frontera caliente.

“Antes solo se dedicaban a cuidar a los niños, siempre habían estado preparando la comida, siempre habían estado haciendo la compra, pero esto cambia cuando llega la crisis y se expresa así de extremo el nivel de pobreza que se vive en la región”, señaló el curador Alex Brahim.

Son estas mujeres en fila las que aparecen en una foto mural que encabeza el salón principal de la muestra. No es un trabajo fácil, ni mucho menos tranquilo. Margolles le dijo a Wechsler que si en algún momento perdiera la tarjeta de memoria fotográfica, en realidad sería muy poco lo extraviado porque “cada día podría volver a hacer una foto muy próxima a la del día anterior”.

No es un dato menor, “forma parte del espíritu de este proyecto que supone la posibilidad de hacer ver aquello, que de tanto que lo vemos, nuestra mirada y nuestra sensibilidad quedan neutralizadas. Por eso hacemos exposiciones de arte, por eso viene al sur, se apoya en el arte de la cultura para poder construir herramientas para pensar el tiempo presente”, concluye.

La serie de carteles, “Maldito sudaca”, del colombiano, Nicolás Cadavid fue desarrollada durante una residencia que hizo en Madrid en 2015 al mejor estilo de la cartelería callejera que fue recuperando una estética de consumo popular en Colombia y de Latinoamérica. “La obra nos habla por sí misma, pueden ustedes hacer su relación con ella, dice Brahim.Y agrega: “Cadavid se ha obsesionado con la radiografía, hace varios años que este trabajo ha sido incluido precisamente con los que trabajan la transculturalidad y las diferentes subjetividades que podrían entrar en juego a la hora de pensar en el territorio latinoamericano, su historia y su relación con la representación sean cartográficos, artísticos, publicitarios o editoriales”.

Entre los artistas que exponen, también se encuentra la mexicana Betsabée Romero; la brasileña Anna Bella Geiger; el colombiano Antonio Caro y el argentino Marcelo Brodsky. También la cubana Glenda León; los venezolanos Iván Candeo, Carmen Ludene y Adrián Preciado; la boliviana Verena Melgarejo y la canadiense Giuliana Racco. De Colombia también son Yosman Botero, Wilmer Useche y Samir Quintero, entre otros.

Poner y quitar

Los artistas de MO Colectivo (Mariam Abrajim & Octavio Salazar) trajeron una siluetas muy llamativas que, en realidad, son stickers gigantes: “Es un trabajo que nació como dibujo in situ sobre un muro en Cúcuta que se ha hecho además en la Bienal de La Habana y ahora llega en esta nueva modalidad de stickers que se pueden poner y quitar, tal como ocurre con el migrante y además con esa lógica o con esa perspectiva de anonimato absoluto vemos que parecen estar en movilidad, pero no”, dice el curador colombiano.

En la pared de enfrente, la peruana Daniela Ortiz recupera la estética y el código de los libros infantiles para crear un glosario crítico en torno a la crisis migratoria. Es un abecedario tan atractivo como crudo en su lectura detallada.

A su vez la otra curadora, la italiana Benedetta Casini, se muestra interesada por saber cómo puede repercutir esta muestra en una capital europea. “Me parece que es una ocasión para que el público de España se entere de una situación que seguramente no conoce, o conoce muy poco, como la crisis fronteriza entre Colombia y Venezuela. Hay referencias históricas muy relevantes para esos países que tienen que ver con el proceso de independencia de Colombia y de Venezuela que obviamente implican a Europa, implican a España. Es un proyecto que estimula, ofrece una mirada crítica y pretende cuestionar el punto de vista. El mío es italiano, o sea, europeo. Y, como italiana que vivió ocho años en Argentina tuve que deconstruir mi mirada”.

La noche madrileña brilla en todo su esplendor, está iluminada desmesuradamente esperando la Navidad, aunque ni siquiera comenzó diciembre. Cuesta conseguir un taxi en medio de la lluvia, afortunadamente aparece uno. Lo conduce una mujer. Y es paraguaya.