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      Regreso del hombre-diablo

      La muestra en el MNBA reúne las dos series que Carlos Alonso dedicó a La Divina Comedia; en ambas la Iglesia emerge como causante de desgracias sociales. Recorremos su excepcional obra como ilustrador de clásicos.

      Regreso del hombre-diablo“Dante en el Infierno (2005) Técnica mixta sobre papel, 100 x 150cm.

      Vasto territorio de tinieblas donde resuenan los desgarrradores ecos de los condenados al sufrimiento eterno, el “Infierno” ha inspirado toda suerte de exhuberancias imaginativas en los artistas occidentales de todos los tiempos. Desde los anónimos de los pórticos medievales a Miguel Ángel, el Beato Angélico, El Bosco, Delacroix, Bougereau, Rodin, William Blake, hasta Rauschenberg y el propio Dalí.

      Dante Alighieri organizó poéticamente la topografía de su viaje en un descenso preciso. Lo ordenó según una escala de aberraciones pecaminosas que se animó a enfrentar acompañado por el poeta Virgilio.

      En 1968 Carlos Alonso ilustró esta travesía en una serie de acuarelas que interpretaron de modo magistral esa aventura reflexiva sobre el más allá. Una parte del conjunto que integra la exhibición Dante x Alonso en el Museo Nacional de Bellas Artes, originalmente reunido bajo el escueto título de La Divina Comedia, fue presentado por primera vez en Art Gallery International al año siguiente de su realización.

      Aquella exposición lo acercó a la firma italiana Olivetti que le encargó ilustraciones para una edición facsimilar. Los originales fueron exhibidos en 1970 en la galería Giulia de Roma y también en Florencia. La velocidad con que se fraguó este circuito virtuoso, en apenas dos años, testimonia la centralidad y el alcance de la industria editorial argentina en los años 60.

      El éxito de su presentación porteña fue inmediato. De las 260 obras que integraron el conjunto original, producidas en Florencia, la mayoría se dispersó a manos del activo coleccionismo que seguía con cierto fanatismo al artista. Uno de esos coleccionistas fue Jacobo Fiterman –luego uno de los fundadores de arteBA– quien logró conservar un corpus fundamental de esta serie. A él pertenecieron buena parte de las obras de esta exhibición, que un par de años atrás donó al Museo Carlos Alonso de Mendoza. La selección que exhibe el MNBA, realizada por su Director Ejecutivo, Andrés Duprat, incluye dibujos, collages, grabados, acuarelas y tintas, que el dibujante argentino dedicó al poeta italiano en dos momentos de su vida.

      “La selva oscura” (2004). Técnica mixta sobre papel.“La selva oscura” (2004). Técnica mixta sobre papel.

      Por un lado se exhibe un importante conjunto de la serie original, realizada en Italia en 1968, y por otro, un grupo de mayor formato en el que vuelve al Dante y su “Infierno”, entre 2000 y 2009. Para la primera versión, concebida para acompañar la traducción de Angel Battistessa, Alonso viajó a Florencia con la intención de penetrar el mundo del poeta que terminó exiliado en Rávena. Allí visitó la casa de Dante y conoció las ilustraciones de la Comedia realizadas por Botticelli.

      Los dibujos de Alonso, sin embargo, no convencieron a Battistessa. Él se negó a prestar consentimiento para que acompañaran su traducción, que se publicaría después de la muestra, en 1972, en Ediciones Carlos Lohlé. La reciente traducción del poeta Jorge Aulicino, por el contrario, cuenta con ellos.

      Como cabe suponer, la distancia temporal de siglos entre el texto literario y el correlato visual de Alonso implicaba una superposición de horizontes históricos. A fines de los 60 se radicalizaba la izquierda en toda América Latina y el país venía de experimentar el Cordobazo. Y en Alonso, la interpretación de esa travesía de redención dantesca acaba centrada en la propia figura del poeta, que apoyaba el bando de los güelfos, en árida y prolongada confrontación con los gibelinos; pero al mismo tiempo, se revela atravesada por el clima de época del propio pintor, y por el desgarramiento de los condenados de su presente que, podríamos decir, eran los Condenados de la tierra, de Franz Fanon. Así lo expresan varios dibujos y tintas collages, como “Il diabolico uomo bianco”. En este punto no caben dudas de cuánto fue afectada la visión de Alonso por el convulsionado espíritu del 68, que se expandía como un reguero por Europa y en particular en Italia.

      En esa línea de reinterpretación contemporánea de lo diabólico, como un mal también de color político, Alonso abre otra perspectiva, que lo lleva a verse a sí mismo en una relación simbiótica “hombre-diablo”. Perspectiva que internaliza la fatalidad del poeta florentino y que el pintor asume como propia, en progresivas metamorfosis de su autorretrato como diablo.

      El trazo suelto del dibujo y la tinta acuarelada, combinado con la técnica del collage, contribuye a la disección reiterada de la cabeza laureada del Dante, tanto como al desgarro físico de los torturados que él implanta en escena. El collage es un signo distintivo de esta serie, que no solo aporta una gran novedad de lenguaje sino también un fuerte potencial expresivo, en la línea del imaginario de crítica política que se remonta a John Heartfield (aquel que se metió contra Hitler) y a Hannah Höch, dadaísta pionera del fotomontaje.

      Figura seductora y a la vez perversa, el demonio acecha sus escenas. En una síntesis, las coloridas mariposas y murciélagos, con cuernos y tridentes, se presentan como custodios vengativos de quienes no pudieron resistir la tentación.

      La reescritura que Alonso hace de las exhuberantes representaciones de diablos que proliferaron en el arte del Medioevo y el primer Renacimiento revela hasta qué punto fue inspirador aquel viaje suyo de 1968 a la Toscana. Diez años antes, la editorial Emecé había publicado la segunda parte de Don Quijote de La Mancha, también ilustrada por Alonso. Antes, el artista había ganado un concurso organizado por la propia editorial, en el marco de un ambicioso proyecto que tuvo a Salvador Dalí como uno de sus ilustradores.

      Sin título (1968). Técnica mixta sobre papel 35 x 26,5cm.Sin título (1968). Técnica mixta sobre papel 35 x 26,5cm.

      La interpretación que Alonso hizo del Quijote fue memorable. Tanto como la del Martín Fierro, y El Matadero. En particular, los recursos de la mancha, el contraste del rojo y el trazo negro aguado con que ilustró El Matadero -la nouvelle antirrosista de Esteban Echeverría, en que un opositor es perseguido y castigado, en imágenes realizadas entre 1963 y 1967-, son antecedentes para el magistral trabajo en La Divina Comedia. Alonso se superaba con la inclusión del collage. La continuidad de esta técnica potencia su sentido expresivo con la irrupción de la actualidad política. Ya fuera por esta incursión en la obra del Dante, pero también en El matadero, La Guerra del Malón o los Veinte poemas de amor y una canción desesperada, de Pablo Neruda, Alonso se reveló como un lector agudo, concentrado en las zonas más significativas -sin olvidar las menores- de cada obra literaria.

      Inferno, siglo XXI

      Por otro lado, y ya en el nuevo milenio, en el segundo grupo que compone la exhibición de Bellas Artes, Alonso realiza acuarelas sobre papel y collages en los que retoma el tema del “Infierno” y lo trata de modo más personal, al titularlo “Carlos Alonso en el Infierno”.

      Allí actualiza la dimensión contemporánea de sus trabajos, inmerso en un presente que ya no es el de la guerra de Vietnam ni de las luchas postocoloniales. Es la crisis de nuestro país que abre el nuevo siglo. Aquí la figura de Alighieri mantiene su centralidad y también la conserva la Iglesia. Como en la versión del 68, esta emerge cómplice de los males que provocaron sucesivos avernos. En particular toma el de la dictadura, que también lo llevó al exilio como a Dante.

      El trauma de la dictadura reaparece junto a la nueva crisis como eterno retorno. Así, no es por mero azar que un par de los dibujos de este capítulo mas reciente esté dedicado a Sísifo, la figura mítica, el condenada a acarrear el peso de una piedra, echarla a rodar desde la cima y volver por la siguiente.


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      Ana Maria Battistozzi
      Ana Maria Battistozzi

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