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      Blanco y negro, matices del destierro

      Una década después de Dioramas, Gonzalo Castro estrena La escuela del bosque, filmada en Barcelona, sobre la experiencia de la extranjería.

      Blanco y negro, matices del destierro"La escuela del bosque" fue filmada en Barcelona.

      Después de un hiato de diez años, vuelve al cine Gonzalo Castro, director de películas mínimas dedicadas a registrar gestos frágiles y evanescentes que, pareciera, solo un sistema como el suyo puede alcanzar a capturar. La imagen del hombre orquesta le va perfectamente a Castro, que suele desempeñar una gran cantidad de roles, desde la dirección hasta el guion, la producción o el montaje. Esta presencia casi excluyente, sin embargo, no da lugar a ningún tipo de autoritarismo cinematográfico: al contrario, la ubicuidad en las labores habilita la experimentación con las formas. Un cine paradójico, entonces: el control total resulta ser una vía para la emergencia de lo imprevisto.

      Hasta Dioramas (2012), Castro supo hacerse un lugar en el circuito de festivales teniendo como base de operaciones el Bafici, en el que ganó el premio a Mejor Dirección en 2008 con Resfriada, su primer filme. Poco antes, en 2004, Castro había publicado su primer libro, Hidrografía doméstica, bajo el sello de Entropía (que codirige). El método Castro parece haber consistido en tratar de unificar las tareas fílmicas bajo una figura única, algo que hace pensar menos en el trabajo colectivo del cine que en el oficio solitario y plenipotenciario del escritor.

      Guionada junto a Guillermina Pico, la idea de La escuela del bosque surge en parte de una estancia de tres años en Barcelona, cuando la actriz realizó sus estudios. La película toma esa premisa como disparador pero imagina una historia distinta. Tras haber dejado Buenos Aires hace una década (el mismo tiempo que Castro estuvo alejado del cine), Pico vive en Barcelona junto a Isa, su hija de seis años. La protagonista se encuentra tironeada por una serie de conflictos que la reclaman: su hermana menor viene a visitarla y trae consigo viejos reproches maternos por la partida, el padre se recluye en su casa en las afueras de Vallvidrera y, de un momento a otro, las dueñas de la casa que alquilan Pico e Isa en el barrio de Gràcia reclaman la propiedad. De fondo, suena el bajo continuo del desarraigo, que se oye en sordina de tanto en tanto, como cuando la madre ve que la hija habla perfectamente el español que ella resistió desde su llegada al país.

      Castro y Pico se trasladaron a Barcelona para filmar no solo la ciudad sino también a las personas y las familias que viven allí. Aunque haya sido rodada en España, La escuela en el bosque parece una película francesa: en las conversaciones por la calle, las cenas en livings estrechos, las comidas en el campo, las librerías o un encuentro en un bar, resuena el universo expresivo fijado por la Nouvelle Vague desde finales de los 50, pero también los dramas amorosos de la última etapa de Philippe Garrell. La fotografía en blanco y negro, que el director emplea por primera vez, modifica sensiblemente el sistema estético de su filmografía, como si el cambio forzara a una planificación mayor y ayudara, a su vez, a extraer una carga afectiva nueva de los planos.

      La historia avanza disimuladamente, en medio de los deberes y cansancios de la vida cotidiana, mientras la mudanza de la madre y la hija a la casa del abuelo en Vallvidrera parece inminente. La escuela del lugar, Els Xiprers, conocida como “del bosque”, se vuelve un motivo que señala la promesa de un paraíso profano para Isa, pero también recuerda la existencia nómade de inmigrantes como la protagonista, cuya vida parece cifrarse en un tránsito perpetuo, como si, una vez lanzada al movimiento (el que la empuja a irse de Buenos Aires), no hubiera ya residencia que no fuera temporal e incierta. El entusiasmo de Isa, nacida en España durante el exilio de la madre, condensa la idea de la vida como una serie de desplazamientos leves que conviene aceptar con el ánimo de un viajero bien dispuesto.

      La escuela del bosque
      Lugar: Teatro San Martín. Sala Leopoldo Lugones. Av. Corrientes 1530.
      ​Funciones: sábado 19 a las 21 y el 22, 23, 24 y 25 de noviembre a las 18.


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      Diego Mate

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