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      Otras maneras de desaparecer

      La directora y productora Alejandra Perdomo no sabe dónde ni cómo nació. Esa temática regresa ahora con Laberintos personales, un recorrido por el robo de bebés.

      Otras maneras de desaparecerAlejandra Perdomo es la directora, productora y guionista de Laberintos personales, pero además repone su propia búsqueda sobre sus orígenes.

      “Supuestamente nací”. Así empieza a enunciarse mucha gente, y en el sinsentido de la frase –porque sí nacieron– que continúa con una fecha y un lugar incierto está implícita la duda constitutiva. No es un problema solo existencial. Conocer el origen propio es un derecho humano. Está establecido por ley.

      El secuestro y robo de bebés durante la dictadura cívico militar en la Argentina generó conciencia sobre esa necesidad. Organismos de Derechos Humanos, sobre todo Abuelas de Plaza de Mayo, lograron que, entre otras garantías ahora constitucionales, en 1992 se creara la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CoNaDi), que trabaja con apoyo del Estado. Por ejemplo, les da la facultad de abrir un legajo para investigar el origen biológico de cualquier persona nacida entre 1976 y 1983 que lo solicite, sin tener que iniciar una causa judicial.

      Alejandra Perdomo. se formó en la UBA y es la autora del documental Laberintos personales.Alejandra Perdomo. se formó en la UBA y es la autora del documental Laberintos personales.

      Por fuera de estas garantías, actualmente igual hay personas que desconocen su identidad de origen y no tienen a quién recurrir. Son quienes nacieron antes, durante y después del último gobierno de facto, pero no son hijos de desaparecidos. Fueron vendidos y comprados de bebés, un delito naturalizado como “adopción” ilegal. Son tres millones. El número es estimativo, porque no existen datos oficiales. No hay nada oficial que acompañe. Lo que sí hay, son ancianos, adultos mayores, jóvenes, niños, bebés que han sido, son, están siendo, víctimas de tráfico.

      Alejandra Perdomo es la directora, productora y guionista de Laberintos personales, que se estrenó el jueves 8, y pone el ojo en este conflicto, en un punto crucial. La abogada Gisela Di Vincenzo, de la asociación civil Búsquedas Verdades Infinitas, lleva adelante un reclamo de reparación ante la Justicia Federal de un amplio grupo de personas sustraídas de sus familias de origen, que incluye también a madres a las que les arrebataron sus bebés. Víctimas del tráfico de personas.

      La realizadora es otra de las que dicen “supuestamente nací”. Por eso la película es en primera persona. “Lo de enterarme formalmente no sucedió nunca. Jamás pude hablarlo con mi familia de crianza. Cuando falleció mi papá y pude tener mi partida de nacimiento en la mano, descubrí que lo que me habían dicho siempre, que había nacido en el Hospital Fernández, no era verdad. Eso me sirvió para confirmar esa idea que ya tenía flotando en la cabeza”, cuenta ahora, dos décadas después.

      De su proceso personal de búsqueda surgió un primer documental sobre el tema, Nacidos vivos (se puede ver en la plataforma Cine.ar). Ahí expuso esa realidad, la de tanta gente que fue criada por personas que no eran sus padres biológicos y un día descubrieron que desconocían su verdadera identidad. Esa película los congregó, los hizo descubrirse como un grupo. Laberintos personales es la documentación del momento en que decidieron luchar juntos, cuando en 2020 comenzaron a organizarse para iniciar una demanda colectiva al Estado, que el próximo miércoles 28 tendrá una cuarta audiencia. La película cubre hasta la segunda. “No sabemos si va a haber una resolución. Lo que sí sabemos es que si el fallo no es favorable vamos a apelar a la Suprema Corte”, dice Perdomo, más allá de su rol de directora.

      Julio de 2012. Con la consigna "Devuelvan a los chicos", festejaron frente a los Tribunales de Comodoro Py, las sentencias a los represores en el caso de robo sistemático de bebés. (Mario Quinteros)Julio de 2012. Con la consigna "Devuelvan a los chicos", festejaron frente a los Tribunales de Comodoro Py, las sentencias a los represores en el caso de robo sistemático de bebés. (Mario Quinteros)

      Por eso es que en su última película se puso también frente de la cámara. “Fue una decisión muy difícil. Me daba mucho pudor. Después me di cuenta que no era eso nada más, sino que no quería contar ese montón de cosas que me estaban pasando internamente”, dice. Pero lo hizo.

      “Con lo involucrada que estaba, y la manera en que le puse el cuerpo a este amparo colectivo, entendí que era importante que formara parte del relato. Era necesario que quedara claro que yo también soy una buscadora y también estaba, estoy, levantando la voz para esto”, cuenta, ya con el documental en cartelera, que se puede ver en los espacios INCAA y el Cultural San Martín los sábados y domingos.

      Es su voz la que narra Laberintos personales, y dice: “Quizás debería empezar por el principio, pero ¿qué principio? Los primeros años de la niñez cuando me sentía rara y no sabía qué responder a cuando en la escuela me preguntaban a quien me parecía o cuando decidí hacerme cargo de querer saber si mis dudas tienen fundamento o no”.

      La cámara avanza dentro de un auto, llueve, la ciudad es un caos. Se ven como flashes pausados las fotos de infancia, Alejandra es una nena de gesto serio, o sorprendido. También es, más adelante en la película, una mujer con una bengala en alto, frente a un juzgado, en medio de un grupo de personas que cantan “señor, señora, no sea indiferente, se apropia a los bebes en la cara de la gente”. Realización documental y militancia. Cine y búsqueda vital. Una película en donde lo personal es político, y también hecho artístico. La directora en lucha, la hija buscadora haciendo una entrevista a otra, un aleph en el que se reúne todo este laberinto.

      Sensatez y sentimientos

      Alejandra Perdomo tiene 59 años y aspecto juvenil, además de una energía sin edad. Se crió en Quilmes, hizo la carrera de Imagen y Sonido de la Universidad de Buenos Aires y se especializa en cine documental como productora y directora. Su interés como realizadora son las problemáticas sociales y su marca de estilo es visibilizar para combatir, erradicar, prevenir.

      Su primera película es Rompiendo muros (2001), sobre la radio La Colifata, que funcionó en el Hospital Neuropsiquiátrico José T. Borda. Después de Nacidos vivos (2014), hizo Cada 30 horas (2016), un documental que revela el aumento de femicidios en la Argentina. En La reparación (2022) se metió en la crudeza del abuso sexual en las infancias y las adolescencias. A lo que incomoda, lo observa. Lo que no se quiere mirar, lo muestra.

      La idea de Laberintos personales surgió en plena cuarentena, cuenta Perdomo: “En esa introspección que todos vivimos, empezamos a ver que madres, hijas e hijos que buscaban fallecían, no solamente producto de la pandemia, si no de la vida misma. Con Gisela nos planteamos que teníamos que hacer algo. Ella propuso lo del amparo y en mí el resto fue automático. Si íbamos a hacer eso había que documentarlo. Hay que filmar, propuse, tiene que ser una película que sabemos cómo empieza y no tenemos idea de cómo va a terminar. Porque así podíamos dar una suerte de cierre a nuestra búsqueda, que después de tantos años sigue sin resolución”.

      El reclamo, explica Di Vincenzo en el documental, es de políticas públicas, que el Estado de la posibilidad de haya un departamento en CoNaDi para sus casos. Y algo que dice Perdomo –en esta entrevista, en la pantalla, a quien quiera oir–, es que lo importante es visibilizar. Por eso, explica la directora, “cada película es una nueva esperanza y el inicio de un camino”. Además de pasar Laberintos personales en el cine, lo que le interesa es “crear espacios de debate y de reflexión con el público”. Y cuenta: “Al día siguiente del estreno ya se empezaron a comunicar personas para unirse a esta lucha colectiva. Así que con una primera función comercial, nada más, cumplimos un objetivo, llegar a la gente”.

      BÁSICO

      Alejandra Perdomo
      Quilmes, 1964. Cineasta.

      Es licenciada en Imagen y Sonido por la Universidad de Buenos Aires. Comprometida con las problemáticas sociales, se planteó la idea de realizar la trilogía Ciegos, Sordos y Locos. En 2001 llevó a cabo su primer largometraje, Rompiendo Muros, acerca de la radio La Colifata, que funcionó en el Hospital Neuropsiquiátrico José T. Borda. En 2013 estrenó un documental sobre el derecho a la identidad de los niños secuestrados durante la dictadura militar argentina, Nacidos vivos. Y en 2016 ha presentado su nuevo documental, Cada 30 horas, centrado en la denuncia de la violencia de género.

      Laberintos personales En: cine.ar, Centro Cultural San Martín y salas INCAA de todo el país.


      Sobre la firma

      Daniela Pasik

      Especial para Clarín

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