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      Aroma de sexo y limones en las calles de Buenos Aires

      Los primeros párrafos del libro Teología indecente, de la argentina Marcella Althaus-Reid, hoy inhallable en el país.

      Aroma de sexo y limones en las calles de Buenos AiresUna vendedora ambulante carga su venta, en 2020, en Tegucigalpa (Honduras). EFE/Gustavo Amador
      Redacción Clarín

      Por Marcella Althaus-Reid

      ¿Debe la mujer llevar bragas en la calle o no? ¿Debe quitárselas, digamos, en el momento de ir a la iglesia, como recordatorio más íntimo de su sexualidad en relación con Dios? ¿Qué diferencia hay si esa mujer es una vendedora de limones y los vende a usted en la calle sin usar ropa interior? Es más, ¿qué diferencia habría si se sienta a escribir teología sin ropa interior? La teóloga argentina y las vendedoras de limones pueden tener algunas cosas en común y otras no.

      Una vendedora ambulante porta una mascarilla mientras vende mascarillas y juegos de mesa en un mercado durante la cuarentena impuesta para combatir la enfermedad causada por el nuevo coronavirus (COVID-19), en Lima, Perú, el 14 de abril de 2020.  (Xinhua/Mariana Bazo) (mb) (ra) (rtg) (dp)Una vendedora ambulante porta una mascarilla mientras vende mascarillas y juegos de mesa en un mercado durante la cuarentena impuesta para combatir la enfermedad causada por el nuevo coronavirus (COVID-19), en Lima, Perú, el 14 de abril de 2020. (Xinhua/Mariana Bazo) (mb) (ra) (rtg) (dp)

      En común tienen siglos de opresión patriarcal, en esa mixtura latinoamericana de clericalismo, militarismo y autoritarismo de la decencia, es decir, la organización sexual de los espacios públicos y privados de la sociedad. Sin embargo, también puede haber diferencias.

      La vendedora de limones sentada en la calle puede sentir su sexo; su olor almizcleño puede confundirse con el de su cesta de limones, en una metáfora que aúna sexualidad y economía. Pero la teóloga argentina puede ser diferente. Cabe que lleve puesta su ropa interior en el momento de la oración, o mientras reflexiona sobre la salvación; y tal vez el olor de su sexo no se mezcle con cuestiones de teología y economía.

      Escribir teología sin ropa interior puede estar penado por la ley, quién sabe. Un acto de crasa indecencia como el de la prostituta descrita por la novelista mexicana Josefina Estrada parece ser, en palabras del policía, un acto contra el orden moral del país. Sin embargo, una teóloga feminista argentina puede desear, precisamente, hacer tal cual. Su tarea puede residir en desmantelar un orden moral basado en una construcción heterosexual de la realidad, que organiza no solo categorías de interacciones sociales y divinas aprobadas, sino también las económicas.

      La teóloga argentina desearía entonces desprenderse de su ropa interior para escribir teología con honestidad feminista, sin olvidar qué significa ser mujer al abordar categorías teológicas y políticas. Yo debería tildar de indecente a semejante teóloga y de teología indecente su reflexión.

      Teología indecente no es sino la que cuestiona y desnuda las míticas capas de opresión múltiple en Latinoamérica, una teología que tomando el punto de partida en la encrucijada de la Teología de la Liberación y el Pensamiento Queer se reflejará en opresión económica y teológica con pasión e imprudencia. Una teología indecente cuestionará el campo latinoamericano tradicional de la decencia y el orden que impregna y sostiene las múltiples estructuras (eclesiológicas, teológicas, políticas y amatorias) de la vida en mi país, Argentina, y en mi continente.

      Palenqueras, las típicas vendedoras ambulantes de Cartagena.Palenqueras, las típicas vendedoras ambulantes de Cartagena.

      El asunto de las vendedoras de limones desbragadas no ha sido jamás tema teológico en Latinoamérica, aunque pueda revelarnos la totalidad de las cuestiones teológicas y su historia, por ejemplo, una crítica que abarca desde la conquista de Latinoamérica hasta el militarismo y la teología.

      Pero primero, antes de abordar la discusión sobre la teología (que ha ser sobre la Teología de la Liberación y que constituirá las bases de nuestra teología indecente), debemos reparar detenidamente en aspectos de la génesis de la teología latinoamericana.

      Hemos de considerar el fin de las grandes narrativas en Latinoamérica, o al menos el de la primera. Permítaseme arrancar desde mi consideración del lector como prospectivo turista en Buenos Aires. Y séame permitido aconsejarle al respecto como porteña que soy (mujer del puerto de Buenos Aires).


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