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      Cuando lo importante no es competir sino ganar (dinero)

      En 2020, la industria del videojuego facturó más que el cine y los deportes juntos en EE.UU., y sus usuarios defienden la monetización de lo lúdico.

      Cuando lo importante no es competir sino ganar (dinero)Neymar, el streamer español Ibai y el Kun Agüero en una partida de Among Us.

      Un poco por el confinamiento y otro poco por la dinámica de crecimiento que ya traía, la industria del videojuego facturó durante 2020, en todo el mundo, más que el cine y los deportes juntos en EE. UU. Lo que antes se identificaba como un pasatiempo infantil, devino en cultura gamer con sus referentes e imperios comerciales, que reclaman legitimidad y defienden su derecho a rentabilizar el tiempo que le dedican a lo lúdico.

      Furious Gaming, el equipo argentino que suele competir en diversos torneos de esports para celulares. Foto: Motorola.Furious Gaming, el equipo argentino que suele competir en diversos torneos de esports para celulares. Foto: Motorola.

      Es cierto que el Covid ató las manos de los deportes y cerró los cines. Por el contrario, potenció los elementos domésticos de entretenimiento. Este panorama excepcional, según la publicación especializada Games Industry, generó que la industria del videojuego creciera en 2020 un 20% con respecto al año 2019 en todo el mundo hasta acumular una facturación total de 174,9 mil millones de dólares. Una porción de esa torta la generan los esports, videojuegos en los que se juega no solo para pasarla bien sino para ganar. Torneos, títulos y, sobre todo, dinero.

      Ese universo, protagonizado por nombres como League of Legends, Counter-Strike, Fortnite, Rocket League, FIFA y PES (los juegos más populares), se enfrentan equipos y jugadores individuales con niveles de exigencia superprofesionalizados. Según estimaciones realizadas sobre descargas y participación en torneos, más de 13 millones de personas se toman sus horas de juego con mucha exigencia.

      Eso explica que durante el año pasado, los deportes electrónicos facturaran unos 940 millones de dólares, mientras que para 2022 un informe elaborado por la consultora Goldman Sachs proyecta una verdadera explosión: 3.000 millones de dólares en ventas.

      ¡Dale campeón!

      En la Argentina, el gaming empezó a crecer rápidamente desde 2016, cuando el equipo de CS:GO salió subcampeón en Serbia, y se acrecentó más aún cuando Thiago ‘K1ng’ Lapp consiguió el 5° puesto en el mundial de Fornite y puso al talento argentino en boca de todos tras embolsar –en 2019 y con solo 13 años– casi un millón de dólares.

      “Siempre fuimos una región gamer”, resalta a Ñ Gonzalo García, dueño de Furious Gaming, club de Esports presente en Argentina, Chile y México que genera ingresos para más de 100 personas.

      Thiago "King" Lapp, el crack argentino del Fortnite. (Foto: Agencia)Thiago "King" Lapp, el crack argentino del Fortnite. (Foto: Agencia)

      Dentro del gaming, el mapa se divide entre jugadores que compiten en campeonatos e influencers y streamers que crean contenidos para redes. Los jugadores más conocidos son Santino ‘Try’ Rigal de Counter-Strike, nueva promesa local a sus 17 años que en abril viajó a Serbia a representar a 9z en la BLAST Premier Spring Showdown. También, Brandon Joel ‘Josedeodo’ Villegas, de 20 años y jugador de League of Legends en Norteamérica, una de las regiones más importantes. Y Leandro ‘Newbie’ Marcos, de 24 años, jugador de League of Legends también en EE. UU. que juega para Golden Guardians de los Golden State Warriors, equipo de la NBA.

      Todos tienen entre 17 y 34 años. Algo que también pasa con los streamers más conocidos del país se cobijan detrás de apodos como ‘Coscu’, ‘Goncho’, ‘PapoMC’, ‘Pimpeano’ y ‘ElDemente’, aunque hay uno que usa su nombre y apellido: Sergio Agüero, delantero de la selección argentina de fútbol y del Barcelona.

      Thiago "King" Lapp y Tadeo "9zxOwN" Timmermann , la pareja argentina que compitió en el Mundial de Fortnite. Foto Guillermo Rodriguez AdamiThiago "King" Lapp y Tadeo "9zxOwN" Timmermann , la pareja argentina que compitió en el Mundial de Fortnite. Foto Guillermo Rodriguez Adami

      Celulares y consolas

      Las estructuras de competición están menos aceitadas para las mujeres y esto se asocia a una cuestión de tradición familiar y de género. “A las chicas les regalan un celular en vez de una consola”, explica Julián Kopp, antropólogo y becario del Conicet. Sin embargo, las chicas están resignificando el gaming poco a poco y, como comenta a Ñ Kevin (‘Kevo’) Aiello, periodista de Esports, empieza a surgir talento nuevo y a romper viejos paradigmas.

      En el público masculino el caso de ‘Goncho’ es destacable. Los últimos tres meses en twitch tuvo 4.5 millones de visualizaciones e hizo 350 horas de transmisiones en vivo por streaming. Otro caso interesante es el de ‘PapoMC’ que tiene su canal de YouTube y monetiza los videos que sube, obteniendo dinero por ello y por sus patrocinadores. “Es la nueva televisión, porque este público joven se aburre con el fútbol de la tele”, aclara Gonzalo García, el dueño de Furious Gaming.

      Por eso, nadie juega solo por diversión. Mientras los competidores de EE.UU., Europa y Asía llevan años facturando, en la Argentina, hoy las organizaciones más serias a la hora de contratar jugadores son Isurus Gaming, Furious Gaming y 9z Team.

      Y también están KRÜ Esports, que es la organización del delantero Agüero; Stone Movistar, liderada por el tenista Diego ‘Peque’ Schwartzman; Ebro, del exfutbolista y dirigente Sebastián ‘la Brujita’ Verón; y New Pampas del extenista Guillermo Coria. Está dicho: es deporte de primerísimo nivel.

      Dinero y juego

      Las ganancias que obtienen los jugadores dependen del equipo al que pertenecen y cuando se trata de esports, del deporte que desempeñan desde sus sillones. El fútbol es el que lidera. Le siguen el básquet y el vóley.

      También depende de la división. En League of Legends, que compite en la liga de ascenso (la LVP Argentina), el sueldo promedio va de los 400 a los 500 dólares por mes. En el juego Counter-Strike (un videojuego de disparos en primera persona desarrollado para Microsoft Windows), hay sueldos de entre 150 a 2.000 dólares mensuales en los equipos más importantes, pero pocas organizaciones pueden pagar esas sumas.

      En el caso de los streamers, desde Furious indican que los pequeños a medianos ganan hasta 2.500 dólares por mes; los medianos a grandes entre 2.500 y 5.000; y los grandes y estrellas por encima de 5.000 mensuales. De todos modos, el académico Kopp asegura que los casos en los que se ganan sumas generosas son excepcionales y que hoy el salario de un jugador le alcanza para cubrir sus gastos, a menos que juegue en un equipo superior o a un altísimo nivel y con un grado de exposición muy elevado.

      El periodista especializado Kevin Aiello, sostiene que son pocos los ejemplos en los cuales los gamers se convierten en sostén de familia, aunque podría ser el caso de K1ng (que hoy tiene 15 años) y sus 900 mil dólares obtenidos en Nueva York. “Le cambió la vida porque no tenía mucho, de hecho la computadora que usó para clasificar era prestada”, afirma el cronista de Esports. Hoy es ícono. Lo contrataron porque terminó entre los cinco mejores del concurso.

      El nuevo negocio de Gerard Piqué e Ibai Llanos, un equipo de eSports.El nuevo negocio de Gerard Piqué e Ibai Llanos, un equipo de eSports.

      Otro ejemplo relevante es el de Lucas Suárez, un pibe de La Matanza que tenía a su hermano preso y a su madre postrada en una cama. Con el gaming empezó a ganar dinero. Lo hacía “porque quería alegrar a la familia y no terminar como su hermano”, apunta Aiello.

      Como en el fútbol, como en otros deportes, los chicos utilizan sus habilidades en el gaming para afrontar situaciones difíciles: pagar deudas familiares, equipar sus casas o sencillamente confían a sus padres la administración de las ganancias. Por otra parte, los jugadores necesitan reinvertir parte del dinero para mejorar su equipamiento.

      "9z, Furious Gaming e Isurus hoy son clubes que tienen espalda para apoyar a los chicos con un sueldo para que puedas vivir de competir en los esports. De a poco, se suman otros nombres como el KRÜ Esports o Durany", aclara Aiello.

      Sedentarismo, adicción y otros prejuicios

      Los entrevistados coinciden en la falsa percepción que se tiene de los gamers. “No son sedentarios ni mucho menos”, aclara el periodista Aiello. Esta industria, que combina tecnología con ocio, acarrea prejuicios que el tiempo se está encargando de borrar. “Antes se hablaba hasta de adicción. Hoy pasan 8 horas frente a la computadora, pero se lo considera un trabajo como cualquier otro”, afirma el antropólogo Kopp.

      Nelly Romero es la madre de Josedeodo, jugador que compite en EE.UU. en League of Legends, y confiesa a Ñ que su hijo “nació con un joystick en la mano”. Primero, jugaba en la PlayStation y más tarde con la computadora. “Reconozco que al principio tenía muchísimo miedo”, comparte, pero intentó entender la pasión de su hijo por el gaming y encontrar una organización que lo contuviera durante los viajes y la convivencia con otros jugadores.

      “Hoy está en Los Ángeles y la distancia no es fácil”, dice la mujer. Y agrega: “Pero qué mejor que a tu hijo haciendo lo que le gusta y que, además, gane dinero por ello”. La única condición que impuso la familia fue que no cayeran las calificaciones del colegio. Y no cayeron.

      Matías Bonanno, jugador de KRÜ Esports, formará parte del seleccionado argentino de FIFA 21.Matías Bonanno, jugador de KRÜ Esports, formará parte del seleccionado argentino de FIFA 21.

      “Me pasó de lidiar con padres que no entendían qué hacían sus hijos, que dudaban sobre la estabilidad emocional o los ingresos que les puede generar, y sobre todo, la preocupación por los estudios”, cuentan desde Furious, que ahora invierte en infraestructura para que los jugadores se encuentren cara a cara, ya que cuando socializan son mucho más efectivos y están más motivados. Por eso, la empresa construye un gaming facility de 400 metros cuadrados en pleno barrio de Recoleta.


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      Florencia Borrilli

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