Noticias hoy
    En vivo

      Kelly Reichardt: un cine de amenazas y esperanzas escondidas

      Las películas de la directora estadounidense recorren la ruta de seres caídos de toda cartografía, en los bordes, que aún guardan una ilusión. También muestran un país casi desconocido para la mirada cotidiana.

      Kelly Reichardt: un cine de amenazas y esperanzas escondidasWendy y Lucy: una película que fue comparada con el cine de Vittorio de Sica.

      Sutileza, amor en todos los tonos, vínculos y comprensión. Son constantes amables en las películas de Kelly Reichardt, una cineasta estadounidense nacida en 1964, que creció en Miami y de quien conocemos sus películas o sabemos de ella por oleadas: en algún Bafici (Estuvo en Buenos Aires, invitada a la edición de 2009), una recomendación subterránea y, ahora, por la exhibición de cuatro de sus películas en la plataforma Mubi: Old joy, Wendy and Lucy, Meek’s Cutoff y First cow. Son retratos de territorios perdidos, rutas sinfín, de ahora y también de un Lejano Oeste inesperado. Reichardt pinta con arena y gotas de agua de paisajes vírgenes con esperanzas escondidas.

      Kelly Reichardt, creadora de obras que inquietan y también recompensan.Kelly Reichardt, creadora de obras que inquietan y también recompensan.

      Hace pocas semanas conocimos la más reciente de sus películas: La primera vaca (First cow), adaptación libre de la novela de Jonathan Raymond (The Half-Life). La historia sencilla transcurre en 1820, en una tierra donde las cosas recién empiezan a tener nombres en los bosques de lo que hoy es Oregon. Cookie Figowitz (John Magaro), un panadero de Boston, y King Lu (Orion Lee), un inmigrante chino, se asocian para vender unos panes que gustan mucho entre los buscadores de oro de la zona, granjeros y también a un hombre poderoso, el más rico de la zona. Se trata del dueño de la vaca pionera, que no sabe que, por las noches, los panaderos, furtivos, la ordeñan y con esa leche cocinan las delicias tan demandadas.

      La vaca atrae miradas, es la primera en llegar a esta región considerada nueva cuando cada uno de los Estados de ese futuro país poderoso comienza a organizarse a fuerza de pólvora y leyes no escritas. “Es la semilla temprana del capitalismo: ¿puede el capitalismo funcionar con el mundo natural? Existe esta arrogancia, la idea de que estos recursos naturales serán infinitos. De hecho, el comercio del castor se derrumbó muy rápidamente”, le dijo Reichardt a The Atlantic.

      First cow: aquella solitaria vaca en los bosques de Oregon.First cow: aquella solitaria vaca en los bosques de Oregon.

      Wendy y Lucy es una película que uno podría atrapar con una mano y aun así nos atraviesa por la empatía que su protagonista genera en un pesar permanente por la búsqueda de un destino que cree que hallará en Ketchikan, Alaska. Hacia allí se dirige Wendy (Michelle Williams) desde Portland acompañada por su perra Lucy a quién pierde en una situación “desafortunada”. Wendy se queda sin hogar, y la amabilidad de algunos desconocidos se enfrenta con la mirada juzgadora, la indiferencia y crueldad de otros. No hay gritos, solo susurros que refieren a la falta de dinero, la expulsión del sistema y la desesperación. El crítico J. Hoberman del Village Voice comparó Wendy y Lucy con las primeras obras de Vittorio de Sica, como Ladrones de bicicletas. La realizadora filmó esta película con solo 300.000 dólares.

      Reichardt suele alquilar una casa de campo unos meses al año en Portland donde se reúne para crear con un grupo de artistas, entre los que se encuentran su ocasional compañero de escritura, el novelista de Oregon Jon Raymond, y Todd Haynes, que ha sido productor ejecutivo de cinco de sus siete largometrajes. Ella suele rodar sus películas utilizando como contexto los bosques de coníferas de Oregon, los desiertos y shoppings decadentes para retratar las vidas que andan en los bordes de la sociedad. “Los personajes son una especie de extensión del paisaje en el que se encuentran”, dice Reichardt, “son un producto de los lugares de los que proceden y de sus problemas”.

      Hija de un detective investigador de crímenes y de una agente de narcóticos infiltrada, Reichardt creció en Miami, ciudad que describe como la de “supervivientes que juegan a la canasta”, un “vacío cultural” y “el lugar del que, desde tercer grado, fantaseaba con salir”. Abandonó la escuela secundaria, trabajó en una zapatería y en una tienda de discos y finalmente se fue a Boston en invierno. “Nunca había visto la nieve, y estaba allí con mi ropita de Miami”.

      Meek's Cutoff, el Lejano Oeste de Kelly Reichardt.Meek's Cutoff, el Lejano Oeste de Kelly Reichardt.

      En su comentario del western de Kelly Reichardt Meek’s Cutoff , el famoso crítico del New Yorker David Denby se refiere al “nuevo tipo de realismo feminista y materialista” de la película. Denby apunta a una clase de realismo que hace juego con una falacia cinematográfica constante: la noción de que los pobres que se enfrentan a dificultades físicas carecen de vida interior. “Como si tener una vida llena de historias, sueños más allá de la supervivencia, creencias religiosas y una espesa red de conexiones sociales y emocionales fuera una especie de lujo, y como si dedicar demasiado tiempo en la pantalla a encontrarlas y representarlas fuera una falta de respeto o indiferencia hacia las dificultades prácticas y económicas inmediatas de los personajes”. De sus muchos escenarios inhóspitos, el de Meek’s Cutoff fue una recreación de un malogrado viaje por el camino de Oregon en el siglo XIX y el único western “verdadero” de Reichardt. Este fue el ambiente más hostil en el que le tocó trabajar: había serpientes de cascabel y vientos a la velocidad de un tornado; padecían 43 grados durante el día y 6 grados bajo cero por la noche. Los actores sufrieron golpes de calor e hipotermia. “Google no es una investigación –señaló–. La investigación es algo que se vive”.

      Las películas de Reichardt se edifican sobre el silencio, la sugerencia, le interesan, dice, aquellas personas “que no tienen red, que si estornudás, su mundo se desmorona. No me gusta la producción de la vida real –el coche, el seguro, el dentista–, todas esas cosas que parecen acumularse si no tenés un proyecto y se convierten en tu vida diaria”, le dijo al New York Times. Es inevitable pensar en Nomadland, la película de Chloé Zhao protagonizada por Frances McDormand.

      Old joy, una amistad que resiste, que se quiebra.Old joy, una amistad que resiste, que se quiebra.

      Utilizó 30.000 dólares que heredó de una tía abuela para hacer Una alegría antigua (Old joy), una película de amigos rodada en 16 milímetros y coprotagonizada por el músico de indie-rock Will Oldham. Es una película que indaga otra vez en la amistad entre dos hombres, la confianza, el paso del tiempo, la distancia. Ese es el punto en común con estas películas, el eje de los vínculos que se ponen en tensión y que pueden desaparecer, la intimidad que parece quebrarse y cuyo desenlace no siempre vamos a conocer.

      A pesar de sus escenarios de belleza inclaudicable, de paisajes silenciosos, de una armonía que satisface los sentidos, en las películas de Reichardt hay una inquietud que permanece presente. Podemos sospechar, presentir, la existencia de una amenaza, de una emergencia que nunca se concreta. Hay peligros, un arma puede ser disparada, las personas pueden separarse, y aun así son sensaciones que cruzan a sus personajes al mismo tiempo que a los espectadores. Es la vida cotidiana la que está en constante tensión, una atmósfera que nos envuelve y no siempre nos recompensa.


      Mirá también


      Mirá también


      Sobre la firma

      Hector Pavon
      Hector Pavon

      hpavon@clarin.com

      Bio completa

      Tags relacionados