Noticias hoy
    En vivo

      Nuestro funk de cada día

      Fiestas con toros mecánicos, secciones de viento que llevan la batuta, rap sobre groove pringoso: aquí tres bandas que reformulan el sonido.

      Nuestro funk de cada díaCLAIMA20150611_0363 Tapones de punta, en el Uniclub

      Son los hijos de Culero Connor y Groova Chaco, pero en vez de leche o jugo, toman birra en una esquina o están craneando una fiesta para volar pelucas y afros. Una nueva generación que ha hecho del groove el territorio para construir sus mundos: puede ser que la base de operaciones sea una vaporosa sala de ensayo en la difusa frontera entre Villa Urquiza y Chacarita, o una sala de grabación con todo lo soñado, o un bunker familiar en Saavedra. Bandas como Militantes del Climax, Lo Pibitos y Tapones de Punta, le están sacando músculos a un  sonido propio y a un circuito con mapa, entre Palermo Club,  Makena, Uniclub y Niceto. Con feligreses que los siguen porque les hace rugir el motor, acelerar, y que el culo siga pisteando.

      Empecemos en la sala vaporosa en Urquiza. No es un espejismo: en la puerta hay un Torino. La contraseña habilita casa chorizo, con dos perros señaleros, Julio, el anfitrión y dueño de la sala, alcanza cervezas, mientras van cayendo al patio los Militantes del Climax. Son diez, o nueve porque recientemente uno de los MCs se bajó. Será entonces El Abuelo, la voz que pasó al frente, quien redondea cuán alineados están al servicio del funk. “Diría que estamos muy influenciados. Después hacemos algo que no es funk en sí. Es un sonido donde podemos rapear cómodos. El hip hop viene del funk, y acá hay musicos que algo de jazz habían tocado”. Lo que empezó en una zapada, a la que fueron agregando rimas y un fuerte ingrediente teatral, no tuvo retorno cuando los invitaron a tocar a Pilar, en 2009, a un centro cultural en peligro de extinción. “Cuando fuimos a tocar, todavía no teníamos claro que eramos una banda, pero fue la reacción de la gente lo que nos lo hizo entender”, dirá Johnny, el trompetista, aunque entre todos van completando o torciendo las frases. Magamo, el guitarrista ytambién responsable del arte de tapa de Climax (un disco debut contundente que redondearon en 2014)  habla de las influencias, que los precedieron. “En realidad es la música con un groove, un beat funk soul, o sea es música afroamericana. Aunque en las películas de Olmedo y Porcel tienen una música buenísima”. Y ahí tiran entre todos: “Charly García hizo algo en los ‘80”, “Los Abuelos de la Nada también”.

      Ahora, Militantes talla en un espacio que han ido forjando: “Empezamos en el Chaperío, en las fiestas del Movimiento Funk y en la primera tocó Willy Crook. Seguimos y fue creciendo. Algo pasaba con la gente: teníamos que hacer nuestra movida, jamás nos iba a bien si tocábamos a las 10 de la noche. Así empezamos a armar las fiestas y nos empezamos a fijar con qué bandas queríamos tocar, manejar los precios de la entrada, y fijarnos que no pongan cumbia, cuando terminaba la banda, sino poder expandir el rap y el funk. Y tocábamos con Tapones de punta. Así llegamos a Niceto y estuvo bueno. Y nos decían. ‘Ustedes están locos, les damos los domingos y hagan lo que quieran’. Nuestro objetivo es seguir creciendo. Hacer la super fiesta, y todavía estamos a kilómetros de ahí. No es fácil, no podés subir y tocar los temas nada más, después de haber hecho salir a Jesús de una concha gigante”. Se abre la puerta de la sala. Entra el Clímax.

      Romaphonic se ve en Youtube como un lujo. Y los Tapones de punta se miran entre ellos con cara de pura gozadera. “Le estamos apuntando más a los videos”, dice Marcelo Lanouguere, saxo en esta big brass band, que también se ocupó de fogonear su ciclo. Los Tapones son un desprendimiento de 12 Monos, otra banda con cierto recorrido. “Ahí tratábamos el funk más como canción. Pero en los ensayos, los vientos se fortalecieron. Así salió un sonido más Nueva Orleans, que se llama  Second Line, aunque no hacemos sólo éso. Nuestro baterista, Batata Ayala, tiene un toque muy rockero. Ese cocktail es Tapones. El funk es un instinto natural musical para nosotros”.  Con base en Uniclub, coparon los miércoles y  así armaron su propio movimiento (el miércoles 26 tocan con Militantes del Cmax, justamente). “Algunas noches explotaron de gente, otras no. Pero pasaron muchas bandas buenísimas: Brown Sugar, La Negra Nieve, Data Process, o la banda de Lu Martínez. El cierre fue con Tony 70, los legendarios. Se ha generando una bola. La gente encuentra algo genuino que no se puede vender”.

      Ahí donde Saavedra se arrima a la General Paz, se cocinó A punto caramelo, el segundo disco de Lo Pibitos. “Cada disco es un seminario. Y este fue completamente autogestionado. Se fortalecieron las personalidades en la banda, y había que retratar eso, pero al mismo tiempo, queríamos hacer algo fantasioso. ¡A mí dame purpurina!”, concluye Juan Lucas Arbe, percusionista y productor cabeza a a cabeza con Guido Ruggiero (aka El Dog), que dice: “El primer disco fue más mío. Este es 50% de cada uno. De Juan Lucas me gusta su capacidad melódica”. Y cierra Juan Lucas:  “Juntos logramos una pareja creativa, y a veces es como si apareciera una tercera persona”. El génesis de Lo Pibitos fue un trío soundsystem (tres MCs y un DJ), pero después de George Clinton en La Trastienda, algo detonó. “Fue el mejor show que vimos en nuestras vidas, empezamos a flashear con el P-funk”, recuerda el Dog. Así ocurrió que se dieron la mano dos generaciones (los hermanos mayores Juan Lucas y Rody, hoy guitarra) con los chicos (con Andrés como letrista y voz entrante / saliente): “Queríamos que toquen algo y ellos estaban con el rap. Medio que los ninguneábamos, pero al mismo tiempo, los veíamos muy frescos y originales”, dice Juan Lucas. La brecha generacional se rellenó rápidamente con una fórmula infalible. Si en la pared del estudio está el poster de Gardel arriba de James Brown, no es sólo un guiño: Villa Crespo 2AM es un instrumental, con marcattos de bandoneón. “Es un prototipo de lo que va a venir”, dice Juan Lucas.

      El Dog dice: “Estamos más cerca de la visión que tenemos, esto es funk rock argentino, el legado de los Kuryaki“. La conexión es un hecho, Hugo el papá de los chicos integró Pacífico, un fugaz trío con Eduardo Martí, el padre de Horvilleur, que incluyó un tributo sampleado en Remisero). El Dog resume:  “Quisiéramos sonar como Prince, nos puede el sonido Hi Fi. Hacer música es un aprendizaje, es buscar una posta, que nunca está. O que siempre está por llegar”.


      Sobre la firma

      Mariano Del Águila

      mdelaguila@clarin.com

      Bio completa