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      El fútbol o yo: una pasión que provoca discusiones en siete de cada diez parejas

      El fanatismo de los hombres suele disparar estos conflictos, aunque también hay mujeres que relegan a su pareja u otras actividades. Especialistas aconsejan equilibrar las pasiones.

      El fútbol o yo: una pasión que provoca discusiones en siete de cada diez parejasMartina y Sebastián.

      Como no tenían un día definido para celebrar su noviazgo, Sebastián le propuso a Martina que fuera el 22 de cada mes. No fue por la fecha en la que se dieron el primer beso, ni por la salida al cine que consagró la relación: es por el número que usaba Diego Milito en la camiseta de Racing. Es una de las tantas maneras en las que el fútbol se les mete en la relación, pero no la única. “Sé que si arreglo con él para cenar y de repente ese día juega Racing, hay que suspender. También sé que durante los partidos, si los llego a ver con él, es mejor no hablar, y que si pierde Racing, es mejor tratarlo con tranquilidad porque queda sensible y de mal humor”, cuenta Martina Cendoya, de 22 años, y agrega: “Su pasión por el fútbol ha sido tema de conversación pero nunca llegó a molestarme demasiado porque yo soy una apasionada por el hockey, entonces lo entiendo”. Sebastián De Pedro, de 21 años, sostiene: “Desde el principio de la relación planteé que Racing influye en mi día a día, en mi mal humor y en mi buen humor, en los planes que puedo hacer. Obviamente hay excepciones, como un examen, un cumpleaños o un casamiento, pero si no es eso, suspendo cualquier actividad. La regla es ‘No puedo, juega Racing”.

      Martina y Sebastián.Martina y Sebastián.

      Según un estudio que la consultora D’Alessio IROL elaboró para Clarín, el 71 por ciento de quienes se reconocen “apasionados” por el fútbol tuvo discusiones con su pareja a raíz de ese fanatismo. La mitad canceló una cita romántica para ver un partido, siete de cada diez dejan de lado reuniones sociales y el 20 por ciento puede estar varios días de mal humor si su equipo pierde.

      “La discusión por el fútbol es algo bastante frecuente en las parejas: el ruido de esa discusión al interior de cada pareja depende de cómo esté ese vínculo en general. Y la sensación de falta de atención que pueda padecer quien no está mirando el partido depende mucho de cuánto desplazamiento o exclusión haya sentido durante la infancia: si esa exclusión fue mucha, entonces esa falta de atención será sufriente”, explica el médico psicoanalista Eduardo Drucaroff, especialista en parejas y familias. Según aconseja, “es importante no juzgar con los valores propios sino ponerse en el lugar del otro, y que haya alternancias en cuanto a los gustos de ambos integrantes de la pareja: si el fútbol es muy importante para uno, entonces tiene que haber lugar para algo que le guste mucho al otro”.

      El estudio en el que D’Alessio IROL encuestó a 400 personas de todo el país determinó que, aún incluyendo a la gente que no se considera tan fanática, el 47 por ciento de los varones suspende reuniones sociales para mirar un partido, mientras que esto ocurre en el 34 por ciento de las mujeres. Ese mismo porcentaje de mujeres deja de estudiar si juega su equipo. Pero mientras sólo el 11 por ciento de la población femenina que sigue el campeonato deja de salir con su pareja si hay partido, esto ocurre con el 31 por ciento de los varones que mira fútbol.

      “Hace cuarenta o cincuenta años, el mundo del trabajo y el Estado eran grandes constructores de la identidad. Pero eso ha cambiado y actualmente los consumos, entre ellos los culturales, son constructores de identidad: el fútbol es uno de ellos, y en Argentina es muy fuerte”, describe el antropólogo e investigador del Conicet José Garriga Zucal, que en sus libros indaga el vínculo entre la violencia y el fútbol. Según su análisis, “aunque se modifica la intensidad con la que seguís a tu equipo a lo largo de tu vida, salvo excepciones, siempre sos hincha del mismo club y eso genera una identidad más estable, y entonces más fuerte que otros consumos culturales”.

      Martina sabe que si tiene que hablar con Sebastián de algún tema importante -y sobre todo de alguno que implique alguna posibilidad de conflicto- es imposible hacerlo durante un partido de Racing. “Pero también tengo que dejar pasar el estado de ánimo que el resultado del partido le genere”, cuenta.

      Ella es estudiante de Derecho, y como es también jugadora de hockey, asegura entender la pasión que el club de Avellaneda le despierta a su novio. “Cada uno tiene su pasión, y es bueno que sea algo mutuo porque nos ayuda a entender al otro, pero lo de Racing está hablado y si tengo que suspender un plan, lo suspendo”, agrega Sebastián, que estudia Economía y que trabaja como empleado administrativo. Para ella, hay límites: “Me enojaría si decide no venir a un cumpleaños o algún lugar al que me hayan invitado en pareja para ver el partido”.

      “En algunos casos, una persona puede sentir que tiene que competir con el trabajo de su pareja en cuanto a la cantidad y calidad de atención que recibe; en otros, es el fútbol: lo importante es que ninguno de los dos integrantes imponga totalmente sus apetitos a costa de los del otro”, concluye Drucaroff.


      Sobre la firma

      Julieta Roffo
      Julieta Roffo

      jroffo@clarin.com


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