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      Habilitar o no el alcohol en casa: la nueva grieta que divide a los padres de adolescentes y qué recomiendan hacer

      • Para muchos adultos, acompañar a sus hijos en el consumo es una estrategia para que beban de manera más "segura".
      • Pero los expertos advierten de los riesgos y aconsejan cómo manejar la presión social.

      Habilitar o no el alcohol en casa: la nueva grieta que divide a los padres de adolescentes y qué recomiendan hacerTomar en casa. Algunos padres lo habilitan, pero los expertos lo cuestionan. Foto Shutterstock

      Edad de consumo de alcohol en baja, cantidad de ingesta en alza, variedad de bebidas cada vez más amplia. Cuestiones de salud lo contraindican y la incapacidad de autocontrol producto de la inmadurez cerebral prohíben el consumo. Sin embargo, hay padres que prefieren que sus hijos adolescentes tomen en casa o comprarles para que tengan “de calidad". ¿Hay alternativa?

      Invitar a casa y que alguno llegue con alcohol escondido, aún sabiendo que no se acepta el consumo puertas adentro. Que en casa de un amigo se autorice el consumo “controlado” y allá vaya tu hijo. Que algunos amigos ya tomen con anuencia de sus padres, y otros ocultándoselo. Que se instaure el alcohol como clave para la diversión. Que la salida comience cuando el consumo esté a tope. Estas son apenas algunas de las preocupaciones que abruman a muchos padres de adolescentes y preadolescentes.

      Según la Organización Mundial de la Salud, en 2019 aproximadamente el 24,6% de los jóvenes de entre 14 y 15 años consumió al menos una bebida alcohólica. Para entonces, 7 millones de jóvenes de entre 12 y 20 años notificaron que bebieron alcohol y sobrepasaron el límite de “solo unos sorbos”.

      Según datos oficiales del Ministerio de Salud, Argentina es el segundo país en consumo de alcohol en América del Sur: se estima un nivel de ingesta de alcohol puro por persona al año de 9,88 litros. El atracón de alcohol -que es el consumo de 5 o más unidades en una misma oportunidad- tiene una tendencia creciente. En jóvenes, la edad de inicio de consumo es a los 13 años y la tendencia es que cada vez sea a menor edad. En adolescentes de 13 a 15 años, el consumo en mujeres aumentó superando al de los varones y la cantidad que se consume aumenta con la edad.

      En la Encuesta Nacional sobre Consumos y Prácticas de Cuidado (ENCoPraC) que difundieron en agosto la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas (Sedronar) y el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) se señala que la edad promedio de inicio en el consumo de alcohol en Argentina son los 17,7 años: es una de las más bajas respecto de todas las sustancias problemáticas evaluadas. Pero hay otros informes que advierten que muchos chicos y chicas consumen desde antes de esa edad.

      Uno de ellos es el último que realizó el Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos de la Defensoría de la Provincia de Buenos Aires, en 2021. Destaca que 1 de cada 4 jóvenes (27,95%) de entre 12 y 15 años había tomado alcohol en el último mes, y 1 de cada 3 (36,89%) lo había hecho en el último año.

      Los datos son concluyentes y las recomendaciones también: de hecho, la ley 24.788 señala la prohibición de venta de alcohol a menores con la idea de que no puedan tomar. Entonces, si la ley lo sentencia, los médicos lo condenan y los neurocientíficos lo advierten, ¿qué lleva a algunos padres a negociar las reglas?

      "Probablemente una de las falacias modernas que hayamos comprado los padres con mayor facilidad es la de aceptar lo inevitable -expresa Adrián Dall´Asta, licenciado en Ciencias Sociales y creador de la Fundación Padres-. No hay ningún fundamento. Si los adolescentes toman alcohol en general es muy probable que lo hagan en una casa y con algún aval de los padres. Y si no es así, lo hacen bajo la prohibición de ellos. Como adultos tenemos que hacer que nuestros hijos entiendan que hay que hacerse cargo de las decisiones que se toman en contra de los valores o de los principios que promovemos”.

      En ello coincide la psicóloga especializada en familias Maritchú Seitún: "El alcohol daña el hígado y el cerebro de los menores de 18 años, por su inmadurez no controlan lo que toman y pueden 'perder la cabeza' haciendo cosas que no harían sobrios, y ni siquiera recordarlo, o tener un coma alcohólico, de alto riesgo para su salud. Saber que a los padres les parece incorrecto los protege, y no enseñarlo y controlarlo para hacérsela difícil es abandonarlos a su suerte".

      Para Federico Pavlovsky, médico psiquiatra especializado en adicciones, "las campañas publicitarias han generado que el alcohol se relacione con la alegría, con la juventud, incluso con el deporte, con la fiesta. El lobby en este sentido es realmente muy poderoso y creo que la disponibilidad en los minimercados, en supermercados, en tiendas cada vez más distribuidas y abiertas toda la noche, genera toda una estrategia de marketing que debería controlarse como se ha hecho con el cigarrillo. A la par, el alcohol es una sustancia psicoactiva legal promocionada y publicitada".

      Accionar a pesar de

      Micaela (44) es mamá de un joven de 18 y una adolescente de 14. Con su hijo mayor vivió experiencias de miedo con internaciones incluidas a causa del alcohol.

      “Puse límites, pero no siempre estuve atenta a cómo llegaba a casa o cómo empezaba su salida luego de la previa -relata-. A veces salía y luego se quedaba en casas de amigos y me fui enterando tarde de que cada vez tomaba más".

      Las cosas se encaminaron un poco ahora, y tomó recaudos para su hija menor. “Invita más a casa, la llevo y la traigo de casi todos los sitios y me armé un grupo de otros padres que estamos en la misma sintonía. A pesar de haber capitalizado la experiencia, sigo teniendo incertidumbre por ambos. Las presiones sociales son muchas, su necesidad de acomodarse al grupo aún es fuerte y el consumo no está mal visto entre los jóvenes, ni siquiera lo tienen presente como peligroso, salvo, un poco, a la hora de manejar, pero no en un marco más amplio", explica.

      "Te sentís muy juzgado por muchos cuando sos una mamá que no permite que beban”, se lamenta.

      En la otra vereda está Nicolás (50), padre de dos adolescentes de 15 y 17. “Decidimos hacer de nuestra casa un hogar abierto -plantea-. La mayoría de las veces se juntan con nosotros antes de salir. Aceptamos la bebidas alcohólicas con cautela en tipo y cantidad. Por ejemplo, permitimos la cerveza y una bebida más fuerte para hacer algún trago. Estamos nosotros presentes y tratamos de controlar en qué estado salen finalmente. No vemos muy claro el sentido de restringir demasiado si luego van a tomar lo que quieren lejos de nosotros. Tomamos la iniciativa de enseñarles a tomar qué y cómo”.

      Esta mirada que se ha convertido en común, no deja de esconder miedos. “Nunca estamos tranquilos -afirma Nicolás-, sabemos que nuestros hijos pueden experimentar un exceso y no tienen muy claro los riesgos aunque se los digamos todo el tiempo”.

      Consultado sobre si su política hubiera sido la misma si el acceso al alcohol no fuera tan cercano, Nicolás es tajante: “De ninguna manera. No me gusta que tomen alcohol, creo que no es necesario a esta edad y que, incluso, se divierten menos, pero nos tenemos que mantener cerca y prefiero verlo en casa que afuera sin saber qué hace”.

      Para Dall'Asta “tenemos que ayudar a nuestros hijos a subir la percepción del riesgo atado a valores. Si se educa con conceptos claros en casa podemos proteger a nuestros hijos. La puesta de límites debe estar atada a elevar ese riesgo que ellos no registran y sabiendo que cuando hacen algo que está mal o en contra de lo que los padres quieren, se deben hacer responsables, deben saber hacerse cargo de las consecuencias. Educar con amor es permitirles a nuestros hijos que tengan libertad, pero ésta viene atada a la responsabilidad”.

      Pavlosky se alinea con la idea de que “los padres no deben avalar situaciones de consumo. Muchas veces los chicos no saben si tomar o no y cuando los padres se ponen muy firmes en este sentido, muchas veces terminan no tomando".

      Sin embargo, el psiquiatra expone una paradoja: "Para terminar en un tratamiento de adicciones como el que yo coordino muchas veces los pacientes tienen una indicación de no tomar. Pero ante una fiesta, los familiares se enojan porque hay una indicación de que el encuentro sea sin alcohol. Aunque parezca mentira, a las familias les cuesta más sostener el no consumo de alcohol que al paciente que vino a hacer un tratamiento por adicciones. Esto habla de la valorización social del alcohol en este momento".

      Seitún aboga por "armar un grupo de padres desde edades menores para llegar a la adolescencia haciendo acuerdos entre adultos y cumpliéndolos. No se trata de no dejarlos ir a esas juntadas, sino de comprometerlos a no tomar, llevarlos y confirmar que hay adultos a cargo, y buscarlos, para que sepan que nos daremos cuenta si se tientan y toman”.

      Recomendaciones para padres

      Esta problemática no es solo de Argentina. En España, por ejemplo, acaba de cumplir una década de un programa de acción publica y privada, que incluye a empresas de bebidas alcohólicas y que en términos de difusión está a cargo de Rocío Ramos-Paul, psicóloga especializada en adolescencia y con alto perfil en ese país.

      Para ella “desde el momento en que le digo a un menor que puede beber conmigo, ¿no le estoy dando permiso para que beba? Creo tenemos que ser muy claros y contundentes. Si es menor de edad no bebe conmigo, ni le ofrezco alcohol. El adolescente entiende muy mal que en casa y con papá o mamá sí y en la calle no. Asume que si puede beber con ellos lo puede hacer en cualquier lado".

      Todos los especialistas coinciden en no montar un escándalo cuando tome, pero sí asumir responsabilidades. “Conversar con ellos para saber cuáles son las motivaciones personales que los llevan a tomar alcohol -dice Dall'Asta-. Y a partir de allí establecer una comunicación sana, donde nuestros hijos puedan explicarnos qué pasó, por qué y buscar entre todos soluciones a ese problema. Todo es educable y conversable, siempre hay tiempo para para establecer valores en en la educación”. De hecho, Ramos-Paul en sus charlas habituales alienta a reconocer errores paternos y reajustar un concepto descarriado.

      La española, además, ofrece algunas herramientas a los enfrentamientos típicos, como “todos toman”. “No vale todo para ser aceptado. Eres menor y tienes que aprender a relacionarte sin consumir alcohol. Pertenecer a un grupo no es convertirte en un borrego. Un amigo no te pide que te tires al pozo por él. Ser distinto no es malo. Aceptar la crítica te ayuda a madurar”, son algunas de sus respuestas sugeridas.

      En tanto para “es divertido” sugiere explicar a los hijos que “no se puede confundir placer con felicidad, hay muchas maneras de disfrutar sin alcohol, y la bebida no puede ser la única manera de reunirse con amigos. Hay diversión en tiempos de ocio familiares y no hay alcohol en ellos como ir al cine, jugar a la play, salir a andar en bicicleta, disfrutar de la música… Las expectativas sobre lo que que te da el alcohol no siempre son verdad y no puede ser beber el único interés. Además, beber siendo menor te puede meter en problemas legales”.

      Para Ramos-Paul los adolescentes necesitan mucho más de los padres de lo que los adultos creen. “Aún son menores, nosotros somos su autoridad referente. Los padres controlamos, y con ese límite ayudamos a los jóvenes a desarrollar su autocontrol -explica-. Ellos deben sentir que confían en nosotros y que somos su modelo, aunque nos digan lo contrario. Seguimos estando ahí. Lo que hacemos en casa es el modelo que esperamos que cumplan fuera. Criamos con nuestros valores y los acompañamos para que ellos creen su propio esquema, pero aún no lo tienen. Debemos hacerles ver que queremos verles adultos, y que para ello es preciso aprender a negociar en familia, dialogar y asumir nuestra responsabilidad, una de las cuales es aprender a cuidarnos a nosotros mismos”.

      Consejos para el consumo de alcohol

      • Si van a tomar, comer algo antes y durante el consumo.
      • El alcohol deshidrata, es importante tomar agua al mismo tiempo. Es menos nocivo si la última copa es de agua o jugo.
      • No mezclar diferentes bebidas alcohólicas entre sí, ni alcohol con otras drogas.
      • No alternar con bebidas energéticas.
      • No compartir vasos ni botellas.
      • Cuidarse a sí mismos y a los amigos.
      • Si un amigo está intoxicado, con vómitos, ponerlo en decúbito lateral izquierdo para evitar que se aspire. Mantener la temperatura corporal. No desnudarlo ni mojarlo. No provocarle el vómito. Solicitar ayuda y acompañarlo hasta que la ayuda llegue.

      Sobre la firma

      Flavia Tomaello
      Flavia Tomaello

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