Su padre comenzó a abusar de ella cuando tenía 13 años. Seis años después tuvo el valor para denunciarlo ante la Justicia de Reconquista, en Santa Fe. Aunque lo procesaron por abuso sexual con acceso carnal en un número indeterminado de veces, una conducta que repetía con sus otras hijas, el hombre finalmente fue absuelto por juez de Vera, Nicolás Muse Chemes. Una Cámara de Apelaciones ratificó en 2013 esa sentencia. El fallo no fue apelado y quedó firme. El hombre de 50 años quedó libre y hasta se permitió celebrar en el barrio, después de carnear cerdos y una vaca.
A Eva sólo le quedó como alternativa recurrir a organismos internacionales para reclamar la justicia que en su provincia le negaron con fallos discriminatorios, machistas y cargados de estereotipos.
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En un hecho inédito en Argentina, el comité de la Organización de Naciones Unidas (ONU) que tutela la aplicación de la Convención de la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW) aceptó en 2013 su caso, le dio la razón y logró que el Estado santafesino repare las falencias judiciales. Para ello fue clave el acompañamiento de distintas organizaciones que luchan por los derechos de las mujeres.
En 2016 se firmó un compromiso de “solución amistosa” por el cual debía indemnizarse a Eva por el daño material y moral sufrido, además de disponer para ella de una vivienda y un trabajo. También se acordó un pedido de disculpas públicas y formal de parte del Estado, un acto con fuerte carga simbólica que este viernes se concretó con el encuentro entre la mujer, de 25 años, y el gobernador Miguel Lifschitz.
Representantes del Instituto de Género, Derecho y Desarrollo (Insgenar) y del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (Cladem), junto a las concejalas santafesinas Norma López y Soledad Salazar y la psicóloga Gabriela Sosa, quienes trabajaron y asistieron a Eva durante todo el proceso, la acompañaron en la ceremonia.
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Conmovida, la mujer buscó dejar un mensajes para las mujeres que sufren casos de violencia y abuso. “Sólo quería decirle que se puede salir. A pesar de esas personas que nos hacen tanto daño. Aunque piensen que no hay escapatoria, les digo que sí, podemos. Somos como una perla cubierta de cristal. El cristal pudieron romperlo, lo pudieron destruir, pero no la perla que somos. Y somos una perla valiosa”, dijo con entereza. Los aplausos del auditorio la sostuvieron.
Para Lifschitz, además de tratarse de un acto “inédito y de reparación”, se trató de un reconocimiento “a las mujeres que a pesar de ver violentados o negados sus derechos han tomado el camino de la lucha y de la organización”.
Susana Chiarotti, de Insgenar, rescató el coraje y la valentía de Eva. “Nada hubiese sido posible sin eso”, destacó. Reclamó contra la “ceguera de género” en la Justicia y recordó que se sigue un jury de enjuiciamiento a los miembros del Poder Judicial “que no cumplieron con su deber” en este emblemático caso. El acta firmada con el gobierno santafesino requería investigar eventuales responsabilidades de jueces y fiscales.
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También se solicitó la implementación de programas permanentes para capacitar a los operadores del sistema judicial en perspectiva de género, una inquietud que se extiende a los medios de comunicación que aborden esta problemática.
Cuando el padre de Eva fue liberado la joven decidió abandonar la casa familiar de Reconquista e instalarse en Rosario. En la actualidad tiene un hijo de 5 años y realiza tareas en un Registro Civil. Su sueño es estudiar Trabajo Social para ayudar a quienes sufren, como ella, casos de abusos e injusticias.
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