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      “Por todo lo que pasó me costó mucho conectarme con mi beba”

      Flavia Ortiz dio a luz a su primera hija el 30 de diciembre de 2004, horas antes de que su hermana menor Deborah (18) muriera en Cromañón. Este martes irá a la marcha de los familiares, pero antes festejará el cumpleaños de Valentina.

      Valentina cumplirá 10 el 30 de diciembre. En los últimos años, su mamá, Flavia Ortiz, le festejó el cumpleaños en salones de fiesta con música, animadores y bolsitas de caramelos. En otros, las fuerzas sólo le alcanzaron para reunir a la familia alrededor de una mesa. En todos, la silla que debía ocupar la tía Deborah estuvo vacía.

      Deborah Yael Ortiz tenía 18 años cuando murió asfixiada por inhalación de monóxido de carbono en Cromañón. Diez días antes, había terminado el secundario. Jamás llegó a ver la foto que le tomaron junto a sus padres en su fiesta de egresados. Tampoco pudo conocer a su sobrina, una nena de movimientos delicados y sonrisa tímida que nació horas antes de su muerte.


      Eran las cuatro de la madrugada del 30 de diciembre de 2004, el calor agobiaba y Flavia no podía dormir. Madre soltera, rompió bolsa en la casa de sus padres. Ellos la llevaron al hospital Rivadavia. Pasó casi 12 horas en trabajo de parto. Para cuando ingresó al quirófano, Deborah ya se había ido. Desde las primeras horas la había acompañado y su otra hermana, Sabrina, se había ofrecido a reemplazarla. "Después nos vemos", le dijo antes de darle un beso.

      A las cuatro de la tarde, Valentina dio su primer grito de vida. A las once de la noche, en un boliche de Once, en un recital de Callejeros, la voz de Deborah se cubrió de silencio.

      Flavia era la única que había quedado internada en el piso de maternidad. "Como al otro día era año nuevo, le habían dado el alta al resto de las chicas". Para romper el silencio de la habitación, prendió la tele. El zapping la llevó al canal Crónica TV. "Incendio en una bailanta en Once", leyó. En seguida supo que la información era incorrecta. Las imágenes mostraban chicos con la remera de Callejeros y el frente de Cromañón. Ella conocía el boliche.

      "Llamé a una enfermera y le pedí que me acompañara a un teléfono público que había en el pasillo. Me apoyé en ella y caminamos juntas. Llamé a mi casa y me atendió mi mamá. 'Quedate tranquila, las chicas no están ahí', me dijo. No me tranquilicé: mis hermanas seguían a la banda, sabía que podían haber ido. Llamé a Sabrina. Le conté lo que había visto en la tele y me interrumpió: 'Deborah está ahí'".

      Flavia siguió llamando a Sabrina al celular, pero su hermana no volvió a atenderla. "Regresemos", le dijo la enfermera. En la habitación, la ayudó a acostarse y le pidió que no se pusiese nerviosa. "Es algo menor, tu hermana debe estar bien". Flavia no escuchaba. Esperó que la enfermera se fuese para pararse. Necesitaba calmarse, y la cama la hacía sentir atrapada. Se acercó a la ventana. La vista daba a la entrada de la guardia. "Había un montón de chicos llorando, otros tirados en el piso. Al rato, ya acostada, vi que se llevaban los tubos de oxígeno de mi piso. En ese momento, no relacioné esas imágenes con lo que estaba pasando en Once". Después del cambio de guardia, llenó de preguntas a la nueva enfermera y consiguió que le contara que había habido un incendio grande y que estaban trasladando a pacientes graves desde el Fernández.

      Pasó el fin de año sin su familia: ni sus padres ni sus hermanas fueron a visitarla. Ese día, los ataques de llanto fueron una aparición dolorosa y constante. "No sabía si lo que sentía era la depresión post parto, la preocupación por el incendio o la tristeza de estar sola. Era imposible que mis papás y mis hermanas no estuviesen conmigo". Una psicóloga que la incentivó a levantarse para amamantar a su hija y voluntarias de las Damas de Blanco que pasaron con ella la noche del 31 fueron su apoyo emocional.

      "Todo el tiempo la psicóloga me marcaba la importancia de tener a Valentina y de aferrarme a la vida, me repetía que como mamá tenía una responsabilidad extra". Flavia creía que a todas las primerizas les daban un acompañamiento terapéutico. No imaginó lo que vendría.

      El 1° de enero su papá llegó al hospital. Entró a la habitación junto a una enfermera, la obstetra y la psicóloga. Se sentó a los pies de la cama y empezó a hablar. Ella recuerda el diálogo textual.

      -Pasó lo peor con tu hermana.

      -¿Qué es lo peor?

      -Tu hermana no está bien.

      -No puede ser. Nadie me cuenta nada. Yo estoy sola con Valentina. ¿Qué pasó?

      -Tu hermana murió. Tuvo un problema en los pulmones. La estamos velando. Te vine a buscar. ¿Querés verla?

      -Sí, quiero verla. Deborah no fumaba, hacía atletismo, no puede ser. ¡Es mentira! -gritó.

      -Sí, hija. Es verdad -dijo Carlos, llorando.

      Flavia entró en una crisis de angustia. La enfermera y la psicóloga quisieron abrazarla. Ella las apartó, salió de la cama y dijo que quería ver a su hermana. Firmó los papeles en los que se responsabilizaba por sacar a su hija del hospital sin estar vacunada, y se subió con su padre a un taxi. En ese viaje todo empezó a perder definición. Lo próximo que recuerda es la puerta del velatorio. "El primer shock fue ver que había móviles de canales de televisión. No entendía". Entró acompañada por Sabrina y algunas amigas. "Vi el cajón de costado, desde la puerta de la sala, y no pude seguir".

      El primer año fue el más duro. "Tenía sólo 22 años y, por mi edad y por todo lo que pasó, me costó mucho conectarme con Valentina. Un día, no me acuerdo cuándo, miré a mi beba y pensé que jamás le había dado un beso. Empecé a llorar: me sentí muy mal, porque era mi hija y yo la quería, pero no lo podía demostrar".

      Después de ese momento, Flavia trató de recuperar su rutina: "Me fui acostumbrado a mi vida nueva: sin mi hermana y con una hija". Empezó a ir a reuniones de contención en el Ministerio de Desarrollo Social y ahí le consiguieron un trabajo. Hoy, es empleada pública y está estudiando Comercio Exterior. También, volvió a formar pareja y tuvo otra nena, Catalina, de casi dos años.

      El primer cumpleaños que le festejó a Valentina fue cuando la nena arrancó el jardín. Este 30 de diciembre, por el aniversario, Flavia irá a la marcha de los familiares. Pero, primero, estará la fiesta en la que Valentina soplará las velitas. Y después, juntas, marcharán al boliche, a recordar y pedir Justicia.

      Foto: Andrés D' Elía.

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      María Belén Etchenique

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