Pinamar: volvió el “loco de la motosierra”, cayó preso y se cree el embajador de Polonia

Un hombre fuera de sí con una motosierra. O un arma calibre 22. O un machete. De noche; muy fría. Con el vaivén de las olas del mar de fondo y el viento adueñándose de las calles. Todo en silencio, que él se encarga de romper.

Eduardo Klun tiene 50 años y vive en Pinamar. Se ganó, tristemente, un apodo: el “loco de la motosierra”. Hace tres días, volvió a generar pánico entre los vecinos de esa localidad balnearia bonaerense.

Su accionar está mecanizado. Klun sale de su casa ubicada en Del Tridente al 1300 y merodea por las viviendas de los vecinos. Se suele mover por De las Ondinas, De las Nereidas y Del Tridente. No se aleja más. Entra en los jardines. Mira por las ventanas, camina, mira de nuevo.

Los propietarios sí saben lo que observan: una persona con problemas psiquiátricos que les roba los carteles de las empresas de seguridad con las que vigilan sus casas. Y también los de bienvenida. Agarra piedras y las estrella contra las ventanas. Los cristales terminan rotos en el piso.

Ya lo habían visto el 25 de octubre de 2015, cuando tuvo uno de sus episodios más graves, con una motosierra intentando derribar puertas y tirando árboles.

El ataque con motosierra fue en octubre de 2015. (QM Noticias)

Klun atacó de nuevo pero fue detenido. Al ser capturado, les aseguró a los efectivos policiales que no podían retenerlo porque es el embajador de Polonia.

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El insólito argumento no era nuevo. Estuvo dos meses en un psiquiátrico de Necochea y volvió a hacer de las suyas el viernes. Fueron cinco las casas que dañó. En ninguno de estos casos fue con la motosierra.

Ahora está en el Hospital Municipal Pepe Olaechea de Pinamar, detenido y con custodia policial, a la espera de que le realicen estudios para que la fiscal Verónica Zamboni determine si pide su internación en un psiquiátrico. Lo acusan de vandalismo.

Darío Oliver es ingeniero. Vive enfrente de Klun hace 20 años. El viernes a la madrugada la pasó mal. “Escuché ladrar a los perros de mi vecino. Y lo vi por la ventana. Estaba alrededor de nuestra casa, dentro de mi terreno. Dije ‘sonamos’. Y llamé al 911. Cuando estoy hablando con la policía, empiezo a sentir golpes en una puerta que da al parque. Estallaron los vidrios. Agarró las piedras que tengo como adorno. Pensé que se me metía adentro. Y con mi mujer decidimos encerrarnos en el garaje, para que no nos agarre a nosotros. Y se fue”.

No fue la primera vez que la casa de Oliver es uno de sus blancos. También en 2015 le rompió los vidrios de una ventana con un rifle de aire comprimido. “No lastima a nadie. Hasta ahora sólo atacó casas. El temor nuestro es que ataque a una persona. No estamos tranquilos”, dice a Clarín.

El “loco de la motosierra” no habla con sus vecinos. Pocas veces se lo cruzan en la calle, y si él los ve empieza a caminar más rápido. “No es una persona sociable”, describe Oliver. No trabaja, pero fue un respetado guardavidas en las playas locales.

Vive con su madre, que tiene 90 años. Ella lo sacó del psiquiátrico hace dos. Y se enojó con los damnificados. Les dijo que por ellos su hijo había estado preso, que no lo sabían entender porque era un ser superior y místico.

El miércoles pasado Klun fue hasta la secretaría de Seguridad de la Municipalidad, ubicada en De las Totoras 136, a 10 cuadras de su casa. Vestía un jean claro, una campera amarilla y una gorra de Husqvarna, empresa que fabrica motosierras. Estuvo una hora en la entrada. No pasó. Se quedó quieto, con ambas manos en los bolsillos, y miró fijo durante 60 minutos una de las cámaras.

“Lo que se está buscando es que permanezca más tiempo en el lugar de internación y poder resolver la situación de fondo. Si se ordena la libertad volvería a su casa. Hablamos con la fiscalía sobre sus antecedentes para que sea internado por un lapso más prolongado, que los familiares no lo puedan retirar”, suma a este diario Matías Yeannes, secretario de Seguridad de Pinamar.

Nicolás Celoni tiene 30 años y varias cámaras de seguridad en su casa que captaron otro ataque. Sabe los movimientos de Klun. Que el viernes su raid empezó en la casa de su suegro, que agarró una maceta y la reventó contra una ventana. Que después fue a lo de Oliver.

“Venimos padeciendo a esta persona desde hace años. De distintas formas, con distintos actos de violencia. Se apareció una vez en el patio con un machete y cortó los postes del estacionamiento del auto. En 2012 fue con un arma cargada a lo de mi suegro. Era un calibre 22 y la bala estaba en la recámara. Apuntó a la puerta, no disparó”, dice a Clarín.

Está preocupado. “Hay que intentar entender esta locura. Tiene la necesidad de destruir cosas. Lo encontramos con machetes, cuchillos y armas. A un vecino le mató todos los animales. Tenemos miedo de acercarnos a él porque no sabemos cómo puede reaccionar. No te podés acercar en la calle así nomás”. Y apunta a la madre: “Ella tampoco está en sus cabales”.

Desde el sábado, cuando se conoció la noticia de los nuevos episodios de Klun, las fanpages locales en Facebook se llenaron de mensajes y varios de ellos fueron para apoyarlo.

“Amigo, fuiste un buen servidor público en las playas de nuestro Pinamar, esto es para los que opinan sin conocerte. Ojalá que Dios te rescate de tus infiernos. Hay mucha gente que así lo espera”, escribió Luis Javier Andere en Pinamar 24. “Ese señor quedó mal cuando se murió su hijo”, dijo en el mismo espacio Sandra Guarisse.