La pareja presidencial de la Argentina ha hecho de la querella a la violencia política del pasado su signo distintivo. Néstor y Cristina invocan a menudo la “memoria” y la “justicia” para las víctimas de la dictadura militar.
En sus mandatos, cientos de ex militares acusados de secuestro, tortura y asesinato han quedado a la sombra. Pero esta justicia no ha sido extendida a las víctimas de la guerrilla de izquierda.
Ellos han retrucado los cargos de doble moral al puntualizar que la decisión de la Corte Suprema de permitir que se reabran los casos de la “guerra sucia” se aplicaban exclusivamente a los crimen de lesa humanidad, que bajo la ley argentina sólo son cometidos por los representantes del Estado.
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