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      Córcega, un destino que enamora

      La isla de Francia se destaca por el encanto de pueblos, playas y una gastronomía irresistible.

      Córcega, un destino que enamoraLa ciudadela de Calvi, en la parte alta, fue construida por los genoveses en el siglo XIII. Dicen que aquí está la casa donde nació Colón (Getty Images).
      Redacción Clarín

      Allí donde la naturaleza ofrece un entorno salvaje y romántico con playas casi vírgenes y paradisíacas que se disputan el protagonismo con bosques y lagos esmeralda, y una historia de miles de años que encanta con restos prehistóricos, se encuentra la isla más verde de todo el Mediterráneo, la misma que vio nacer a Napoleón: la maravillosa Córcega.

      Conquistada mil veces a lo largo de su agitada y rica historia, Córcega se encuentra a 200 kilómetros de la Costa Azul de Francia, país al que pertenece desde 1768, cuando fue vendida por Génova. Con cuatro aeropuertos internacionales y la posibilidad de llegar en ferry con el auto a bordo, es un destino fácilmente accesible desde diversos países europeos, sobre todo desde España, Italia y Francia.

      Bonifacio, Córcega, Francia (Getty Images/Viajes)Bonifacio, Córcega, Francia (Getty Images/Viajes)

      Su tamaño de 185 km de largo y 50 km de este a oeste pueden confundir al viajero y hacerle pensar que puede recorrerse en muy poco tiempo. Pero gran parte de las rutas son de montaña, por lo que conviene acostumbrarse a medir los trayectos por el tiempo real que llevan. En Córcega deberían visitarse en 4 o 5 días en auto los cuatro puertos fortificados situados en las costas -la capital Ajaccio, Bonifacio, Bastia y Calvi-, el bastión de Corte, y los menhires y megalitos prehistóricos de Filitosa.

      Como en un cuadro

      Empezamos en Ajaccio, capital de la isla y ciudad donde nació Napoleón el 15 de agosto de 1769. La Maison Bonaparte, su casa natal, exhibe una colección de objetos que pertenecieron al emperador de Francia y a su familia, y pueden recorrerse las distintas habitaciones donde fue criado.


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      De Ajaccio maravilla su ubicación: se emplaza en un golfo mirando al mar, con un fondo de montañas nevadas hasta primavera, colores saturados, una luz intensa -destacada por Henri Matisse, entre otros artistas- y playas de agua cristalina. El Museo Fesch, en el palacio que perteneció al poderoso Cardenal, hermanastro de la madre de Napoleón, es otro de los puntos a visitar. Su colección de arte renacentista italiano es la más completa de Francia, luego del Louvre.

      Típica iglesia en el poblado de St. Antonino, en Córcega, Francia (Getty Images/Viajes)Típica iglesia en el poblado de St. Antonino, en Córcega, Francia (Getty Images/Viajes)

      ‘L’art de vivre à l’ajaccienne’ se adquiere tras pisar este lugar: las pulsaciones parecen disminuir, el paso ralentizarse y el disfrute aumenta. Si la idea es degustar algunos productos autóctonos, lo mejor es caminar hacia la plaza Cesare-Campinchi, donde se encuentra uno de los mercados típicos más importantes. Los restaurantes del casco histórico y las terrazas del puerto viejo, se prestan también para probar algunos de los sabores más propios de aquí, como su exquisita charcutería (con el jabalí como estrella y los figatelli que son salchichas oscuras con forma de U), quesos (como el Brocciu y el Venaco), castañas y polenta.


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      A 7 kilómetros de Ajaccio están las Islas Sanguinarias, donde hay que asegurarse de llegar para el atardecer para presenciar el espectáculo del sol que parece desangrarse. Capo di Feno, a unos diez minutos, ofrece otra playa que fascina con el azul profundo del mar y el verde de la montaña.

      El yacimiento arqueológico de Filitosa, a menos de una hora en auto, es el centro más importante del pasado prehistórico de Córcega. Concentra una gran cantidad de monumentos megalíticos, con menhires y dólmenes –de los años 6.000 y 1.000  aC - entre montañas y bosques.

      Entre murallas

      El recorrido continúa por Bonifacio, en el sur de la isla. Esta península que se adentra en el mar es un puerto natural con un fantástico casco histórico amurallado. A la Ciudadela –Haute Ville, ‘ciudad alta’, por su ubicación- se accede por la Puerta de Génova, única entrada que existió durante siglos. Se llega entonces a la Plaza de Armas para luego continuar el paseo por la Catedral de Santa María la Mayor -construida en el siglo XII por Pisa, con detalles góticos incorporados más tarde y detalles decorativos aragoneses, propios de la dominación española-, el Bastión y la Escalera del Rey de España, el punto turístico más visitado de Córcega: una escalera tallada en la roca que baja desde la Haute Ville hasta un aljibe.


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      Todo Bonifacio está rodeado por acantilados altísimos. Si se llega en barco, el primer lugar a visitar es la Marina, un barrio que se formó en el puerto y que se conecta con la ciudadela a través de grandes rampas, que pueden ascenderse a pie mientras se disfruta de un paisaje de ensueño.

      Encantadora villa en Córcega, Francia (Getty Images/Viajes)Encantadora villa en Córcega, Francia (Getty Images/Viajes)

      La siguiente parada es Bastia, la segunda ciudad más grande de la isla. Su casco histórico típicamente genovés presenta callecitas empedradas y angostas, y hermosas vistas hacia el puerto. En los días despejados se distinguen incluso las islas toscanas de Elba, Pianosa y Capraia. En la ciudadela hay que visitar el Palacio de los Gobernadores, el puerto antiguo con su barrio, el mercado y los edificios del boulevard Paoli, la principal calle comercial. Bastia es reconocida, además, por sus iglesias barrocas del XVI y XVII. A no perderse la Catedral de Saint Jean Baptiste.


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      En el puerto, con casas de fachadas coloridas, se concentra la mayor cantidad de negocios, terrazas y restaurantes. Allí será difícil elegir, por la cantidad de opciones, dónde sentarse a comer frente a un paisaje soberbio.

      En el noroeste de Córcega y a menos de 170 kilómetros de la Costa Azul, se encuentra Calvi, un bellísimo puerto fortificado. Su ciudadela, en la parte alta y símbolo de la ciudad, fue construida por los genoveses en el siglo XIII y despliega un conjunto de murallas con tres bastiones. Posee diversas construcciones que ameritan una visita, como la Catedral de Calvi, el cuartel Sampiero -antiguo palacio del gobernador-, el polvorín, el oratorio de San Antonio y la famosa casa de Cristóbal Colón, donde los corsos sostienen que nació.


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      En la parte baja de Calvi se encuentra la Marina, que se extiende a través de una playa paradisíaca de 5 kilómetros y un pinar de 32 hectáreas conformando la Bahía de Calvi. ¿El mejor lugar para ver la puesta de sol? A 4 kilómetros de la ciudad, hacia el oeste, donde resalta la Capilla de Notre Dame de la Serra, en la parte más alta de la colina y con el paisaje del mar de fondo.

      Sandra Lion / Especial para Clarín


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