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      Hamburgo, la puerta alemana al mundo

      A orillas del río Elba, la gran ciudad y puerto del norte de Alemania atrae por su larga historia, sus paseos y propuestas diseñadas para chicos y grandes.

      Hamburgo, la puerta alemana al mundoHamburgo, a orillas del mar del Norte (Getty Images/ Viajes)

      Hamburgo es una de esas ciudades de Alemania que, misteriosamente, no entran en el radar turístico convencional. Con sus parques suburbanos y dos lagos artificiales en el casco antiguo, sus canales interiores y puentes, evoca el paisaje de Venecia y Amsterdam. Desde la época medieval, la fama cosmopolita de Hamburgo creció porque era gobernada por una élite de ricos mercaderes, empresarios navieros y constructores de barcos, todos ellos unidos -mediante la Liga Hanseática- a otros puertos europeos del Mar del Norte.

      Ubicada estratégicamente a orillas del río Elba, Hamburgo sobrevivió a los ataques de Napoleón, a los grandes incendios de 1842 y los bombardeos aliados de 1943 durante la Segunda Guerra Mundial. Fue el “puerto de los sueños” para millones de emigrantes, que entre los años 1834 y 1924 embarcaban aquí en los barcos de la Hamburg Amerika Linie, que hacia 1910 era la mayor empresa naviera del mundo.

      Hamburgo, Alemania (Getty Images / Viajes)Hamburgo, Alemania (Getty Images / Viajes)

      Mucho después, entre los años 1960 y 1962 un grupo de músicos entonces poco conocidos, Los Beatles, tocaban rocanrol en el escenario del Indra, un club nocturno del barrio portuario, Sankt Pauli. Ese club aún existe y tiene recuerdos de Lennon y McCartney, está en la Grosse Freiheit Strasse (“la calle de la gran libertad”), que se llama así desde el siglo XVII porque allí convivían distintas comunidades religiosas. Para los beatlemaníacos, el barrio tiene una plaza inolvidable, Beatles Platz. Cerca está la “milla sexy” de Hamburgo, la calle Reeperbahn: evoca al “distrito rojo” de Amsterdam, pero también es la calle de los bares y clubes de jazz, incluso hay un teatro de operetas.


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      Una de las más típicas postales urbanas de Hamburgo se ve hoy desde el puente Lombardsbrücke construido en 1868 sobre uno de los dos lagos interiores, el Binnenalster, que se puede recorrer en pintorescos barcos. A orillas del lago está el boulevard Jungfernstieg, la “sala de estar” de la ciudad, un paseo rodeado de tiendas y hoteles de lujo. A pocos metros está el Rathausmarkt, la plaza histórica de Hamburgo con el palacio municipal. Fue reconstruida luego del gran incendio de 1842 y los arquitectos se inspiraron en la Plaza San Marcos de Venecia.

      Hamburgo, Alemania (Getty Images / Viajes)Hamburgo, Alemania (Getty Images / Viajes)

      Aquí se puede pasar el rato descansando en un café de la Alsterarkaden, una antigua galería con tiendas y bares, sus arcadas recuerdan el Palacio Ducal veneciano. Así como las salchichas identifican a Berlín, en Hamburgo es característico el sandwich de salmón o arenque. Después, para los caminantes resta aún el lago Aussenalster -al otro lado del puente Kennedy- con sus parques, clubes de remo y zonas para hacer deportes.

      Ciudad de ciudades

      En su libro “Hamburgo, una historia cultural y literaria”, el historiador inglés Matthew Jefferies destaca que la ciudad nunca fue gobernada por una corte principesca, pero la élite social formada por ricos comerciantes, banqueros y dueños de astilleros y compañías navieras, apoyó a artistas y escritores. En el siglo XVIII, época de la Ilustración, Hamburgo fue la primera ciudad alemana en tener una sala de ópera abierta al público común. La dirigió el músico Georg Philipp Telemann y su sucesor fue Carl P. Bach, el hijo de Bach. Luego llegarían otros músicos, de la talla de Brahms, Mendelssohn y Mahler. Hamburgo fue también la primera ciudad en tener una sala dedicada al teatro nacional alemán. La dirigió Gotthold Lessing, famoso crítico y autor teatral, uno de los grandes nombres de la Ilustración.


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      Testimonio de esa historia cultural es la Elbphilarmonie, la nueva sala de ópera y conciertos inaugurada en 2017 a un costo de casi 800 millones de euros. El edificio de la ópera, a orillas del río Elba en el borde de un muelle del barrio Speicherstadt, parece un barco con las velas desplegadas (www.elbphilharmonie.de).

      Hamburgo, AlemaniaHamburgo, Alemania

      Una de las atracciones turísticas de Hamburgo está hoy en los viejos barracones de ladrillos rojos del Speicherstadt, que datan de 1890. En estos depósitos portuarios se guardaba café, té, cacao, tabaco y especias. Desde la década de 2000 todo el barrio es parte de HafenCity, un proyecto de remodelación urbana. Otra curiosidad del barrio es Miniatur Wunderland, la mayor maqueta europea de ferromodelismo. En un área de 6000 metros cuadrados se despliegan 12 km de vías, 900 trenes, cientos de edificios en escala y miles de figuras humanas. Se ven paisajes de Suiza, Alemania, Suecia, Estados Unidos y otros países, hay incluso una réplica del aeropuerto de Hamburgo con aviones, que carretean y despegan (miniatur-wunderland.com).

      Emigrantes

      No muy lejos, en Veddel Island, a la entrada del puerto, está Ballinstadt, el museo de la emigración. Se llama así para recordar al magnate naviero Albert Ballin (1857-1918), directivo de la empresa Hamburg Amerika Linie. El museo reconstruye con tecnologías audiovisuales y objetos de época el momento histórico de la gran emigración, más de un siglo atrás. No falta un banco de datos genealógicos, con información sobre millones de personas. Ballin construyó en este sitio una pequeña ciudad, destruida por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Había hospitales, templos de distintas religiones, teatros, restaurantes y edificios de viviendas. Allí se alojaban los emigrantes mientras esperaban su turno para abordar los buques de la empresa (www.ballinstadt.de).


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      La ciudad tiene varias iglesias, pero una de las más populares es la Michaeliskirche, reconstruida tres veces entre los años 1641 y 1912 y destruida en otras dos ocasiones. Es un ícono de la ciudad. Miles de turistas suben hasta la plataforma que hay a 106 metros de altura, porque más allá de las campanas y los conciertos de música clásica, se ve casi todo el centro histórico. O sea, HafenCity, Speicherstadt, Reeperbahn, el puente Köhlbrandbrücke, el lago Binnenalster y más allá, hasta el aeropuerto. En el segundo piso de la torre se cuenta en detalle la milenaria historia de Hamburgo, en una gran pantalla y con técnicas multimedia.

      Si el viaje a Hamburgo es con niños, habría que llevarlos a ver uno de los zoológicos más antiguos de Europa. Es el Tierpark Hagenbeck, con más de cien años de historia y 1.860 especies de animales exóticos, repartidos en casi veinte hectáreas de parques. Hay muchas actividades diseñadas para los más chicos. Y además, este zoo tiene un inmenso acuario y un espacio donde se reproduce el clima polar, para ver de cerca los osos y pingüinos (www.hagenbeck.de).

      Comidas típicas de Hamburgo, Alemania.Comidas típicas de Hamburgo, Alemania.

      Para apreciar la buena vida de los ricos de hoy en Hamburgo, el paseo indicado está a orillas del río Elba, hacia Blankenese, donde antes vivían pescadores y marineros hoy se ven mansiones. Abundan los cafés y restaurantes con vista hacia los barcos que navegan el río. Se puede ir a Blankenese a pie, también en barcos de excursión que zarpan del muelle de Sankt Pauli Landungsbrücken, otro ícono de la ciudad, en los meses más cálidos, entre abril y septiembre.


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      Claro que hay mucho más para ver en Hamburgo, una ciudad que capturó la imaginación de escritores como Thomas Mann y Heinrich Heine, entre otros. Por caso, el viejo mercado del pescado, el Fischmarkt, en el barrio portuario de Sankt Pauli. Este mercado es casi una leyenda urbana desde el año 1703, bien temprano a la mañana de un día domingo, por ejemplo, el lugar se llena de curiosos y turistas dispuestos a comprar de todo un poco, ya sea un juego de porcelana usada o un kilo de arenques.

      Y además está la popular “milla de los museos” (www.kunstmeile-hamburg.de) con cinco importantes museos de arte. Cerca de la estación ferroviaria, la Hauptbahnhof Nord, está el imponente edificio del Kunsthalle construido en 1847 y renovado hace poco: tiene obras de Kokoschka, Picasso y Klee, pero también pinturas de maestros del romanticismo alemán, como Friedrich. No muy lejos del Kunsthalle está el Deichtorhallen, un viejo mercado del siglo XIX reciclado para alojar exposiciones de arte contemporáneo y fotografía, por iniciativa del coleccionista Harald Falckenberg, una influencia decisiva por su apuesta a las experiencias multimedia.

      En verdad, las propuestas culturales de Hamburgo parecen infinitas. Hay más de treinta museos de todas clases, incluso en el puerto hay “barcos museo”. Hay más de una veintena de teatros. Y siempre está la posibilidad de hacer recorridos guiados en ómnibus o en barco, para apreciar la arquitectura local.


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      Hamburgo es una ciudad con tanta energía que a veces se olvida que renació de sus cenizas muchas veces. Se entiende mejor al visitar la iglesia más antigua, la Nikolaikirche. Sigue en ruinas en la calle Willy Brandt Strasse 60, para recordar la última guerra. Un museo (www.mahnmal-st-nikolai.de) evoca allí los bombardeos aliados de 1943, que destruyeron la ciudad hasta hacerla irreconocible. También allí se evocan los bombardeos nazis de Guernica, Varsovia y Coventry, entre otras ciudades. Es un memorial emocionante, un testigo que sigue hablándonos.

      MINIGUIA

      Cómo llegar. Lufthansa vuela a Hamburgo con escala en Frankfurt, desde $ 24.366 con impuestos incluidos.

      Dónde alojarse. La noche en habitación doble en el hotel Courtyard Marriott Hamburg cuesta US$ 194. En el Barceló Hamburg, US$ 131

      Dónde informarse.  www.hamburg-travel.com / www.hamburg-tourism.de / www.hamburg.com/visitors


      Sobre la firma

      Eduardo Pogoriles

      epogoriles@clarin.com

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