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      Barones y Scioli, los salvavidas K

      Redacción Clarín

      Ni colectoras, ni La Cámpora. Acosada por las derrotas en Capital y Santa Fe, encadenadas a la abstinencia del próximo domingo en Córdoba, Cristina llegará a las primarias en un clima más adverso del que imaginó al lanzarse a la reelección. Por eso, necesita como nunca a la provincia de Buenos Aires como tabla de de salvación. Y debe recurrir al poder territorial de aquellos a los que menospreció al armar las listas, gobernador e intendentes –sean de nuevo o de viejo cuño–, para cumplir con un objetivo imperioso: trazar el 14 de agosto un simulacro de triunfo en primera vuelta. De no ser así, intuye que afrontaría en octubre el riesgo de un corrimiento de votos opositores hacia su inmediato perseguidor, con un escenario de polarización que la empuje hacia el temido balotaje. De ser así, las primarias que anunció con pompa se le convertirán en un búmeran. Moraleja política: nunca escupir para arriba.


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