La mañana y el mediodía en el Libertadores de América poco se parecen al escenario de una práctica habitual. Hay policías como si algo grave estuviera por suceder. Son sesenta, según se informa desde el club. Hay camiones para trasladar detenidos. La mayoría de las puertas permanecen cerradas y custodiadas. Adentro, en el campo de juego, el plantel desarrolla la primera práctica posterior a la derrota frente a Atlético de Rafaela (0-2, de visitante). Ese clima de tensión es el que habita alrededor de Independiente.
La tensión tiene razones que exceden incluso a los resultados. Desde hace dos semanas hay pintadas por la zona de influencia del estadio y del campo de entrenamiento de Villa Dominico. La más emblemática es una amenaza que lastima diciendo: “Hay balas pa todos” , señalan las letras blancas sobre la pared negra. No requiere de explicaciones.
Los jugadores ya lo padecieron y lo padecen. El primero fue Luciano Leguizamón, en la segunda semana de este mes, en la puerta del campo de entrenamiento de la AFA, en Ezeiza. Lo amenazaron. Lo insultaron. Ayer, a la salida de la práctica en el estadio le pasó algo similar a Hernán Fredes. Aprovecharon un semáforo cercano al estadio en rojo para abordarlo en su auto blanco. El mensaje resultó otra vez inequívoco. Como dice otra pared cercana: “Ganar o morir” . Desde el club sostienen que no son barras. Pero se comportan como tales. La desesperación no deber ser justificativo ni excusa.
Por eso, cuando hoy vuelvan a entrenarse en Ezeiza, los jugadores podrán ver más policías. Queda una impresión: no resulta el mejor modo de prepararse para afrontar nueve finales.
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