A falta de resultados, palabras

Daniela Loayza lleva seis días desaparecida. Y no hay rastros de ella. En el caso Candela –una comparación inevitable–, a esta altura ya la buscaban más de 200 policías, que siguieron miles de pistas e hicieron centenares de allanamientos. Hasta la rastrearon en un descampado de 900 hectáreas con perros adiestrados para encontrar cadáveres. Conocemos el rotundo fracaso de semejante operativo. Pero luego, desde el Gobierno, se deslizó una trasnochada acusación: otra vez intentaron trasladarle la responsabilidad a los medios, en este caso con la excusa de que la gran difusión fue el desencadenante del macabro final de Candela. Con Daniela no hay megaoperativos. Sí una escuela –a la que asiste– y todo un barrio movilizados para encontrarla. Aníbal Fernández volvió a pedir ayer que nadie haga olas. Que no muestren su foto. Y sugirió que el caso no es un delito sino una fuga de hogar. Pero no da pruebas. Sólo entrega palabras que, aunque el Jefe de Gabinete se esfuerce en lo contrario, no alcanzan para ocultar la falta de idoneidad para hallarla cuanto antes.