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      El artista Julio Le Parc, a los 94 años: “Hoy el peligro es que las redes reemplacen a la vida”

      El artista mendocino radicado en Francia recibe el Kónex de Brillante por su trayectoria internacional.

      Murió Paco Rabanne, un ícono de la moda y también reconocido por sus perfumes

      El artista Julio Le Parc, a los 94 años: "Hoy el peligro es que las redes reemplacen a la vida"Julio Le Parc en Buenos Aires hace unos años, cuando hacía la prueba para su proyección sobre el Obelisco. / Cortesía GCBA

      Conexión Buenos Aires-París, vía WhatsApp. Mediodía de lunes aquí, atardecer de allá. Clima invertido: otoño en octubre por este lado y al revés, por el otro.

      La voz en el parlante se ralentiza, sin perder su textura rugosa y su ritmo apenas titubeante, para retroceder en tiempo y espacio hasta Palmira (Mendoza), año 1935. “Cuando era niño no existía esa locura por consumir juguetes como hay ahora. Los chicos están invadidos de cosas que les compran los padres que ya no saben cómo entretenerlos.”

      Habla un hombre de 94 años que se dedica al arte, entendido como un espacio liberado para la experiencia y la experimentación, desde mediados del siglo pasado.

      Habla Julio Le Parc, argentino pero radicado en Francia desde 1958, quien nos concede unos minutos telefónicos, con la excusa del Premio Konex de Brillante a su trayectoria en las artes visuales que acaba de recibir (así como también Marta Minujín el propio).

      Junto con los magistrales Carlos Alonso (93 años) y Luis Felipe Noé (89), conforma un trío de artistas argentinos activos e intensos, casi centenarios, experimentando la mutación de un siglo en otro.

      Entonces la voz es la de alguien que recuerda: “A nosotros, a mí y a mi hermano que tenía un año menos que yo, y también a mi hermana, nos regalaban sólo un juguete por año, justo para la fecha de los Reyes Magos y nunca más. Por eso teníamos que inventarnos cosas para jugar, que hacíamos con maderitas o con los frutitos de eucaliptus que recogíamos en la calle. Tendríamos 7 u 8 años. Hacíamos muñecos que tenían las articulaciones unidas con gomitas, y se podían mover como si fueran marionetas. O inventábamos partidos de fútbol con 22 botones, que movíamos sobre una cancha dibujada en un cartón. Por suerte me faltaron los juguetes, porque la verdad, me habrían abrumado”.

      Corte. De fondo, se oye que un asistente le avisa que mañana a la mañana se van al aeropuerto rumbo al México DF, donde la galería RGR expone parte de su obra bajo el título Julio Le Parc: Encuentros visuales.

      Sabemos que la charla terminará cuando tenga que dejar listas sus maletas, cenar y a dormir. Pero por ahora la voz retoma el recuerdo: “La falta de cosas nos obligó a ser inventores. En esos juguetes caseros entraban el movimiento, la construcción. Eran experimentos, que nos desafiaban a ir haciendo, ajustando, probando. Ahí veo el inicio de esta actitud mía de búsqueda y experimentación. También aparecía la luz. A veces hasta hacíamos cosas con fuego”.

      -¿Con fuego?

      -Sí, un día mi papá trajo una gran cantidad de pedazos de madera como de 3 centímetros de una carpintería, y con eso construimos cosas como si fueran ladrillos y nos inventábamos una historia. No había Meccano (primera versión de Rasti o Lego). Armábamos una torre muy alta y nos imaginábamos que esa torre en algún momento se iba a incendiar, y a explotar. Entonces con un cohete o con fósforos, jugábamos a visualizar la historia que teníamos en la cabeza. Si hay un comienzo de mi experimentación artística, es ése.

      “La falta de cosas en la infancia nos obligó a ser inventores. En esos juguetes caseros entraban el movimiento, la construcción. Eran experimentos, que nos desafiaban a ir haciendo, ajustando, probando. Ahí veo el inicio de esta actitud mía de búsqueda y experimentación."

      Julio Le Parc

      La experiencia

      A Le Parc no le gusta hablar de “obras de arte”. Prefiere llamarlas “experiencias”. Porque implican justamente experiencias tanto para quien las hizo como para quien las contemplará luego en una galería, en un museo o en un espacio público.

      El poeta chileno Pablo Neruda admiraba al mendocino, al punto de escribir en 1966: “Me gustaría que hubiera una Casa Le Parc, un Museo Le Parc y una Galería Le Parc. Una en Buenos Aires, otra en Chile, otra en Caracas, en Guayaquil, en México, en todas partes”.

      Por lo pronto, ya existe un centro cultural que lleva su nombre en Guaymallén (Mendoza), además de un circuito porteño Le Parc.

      Antes que nada, piensen en la Esfera Azul, compuesta por 3.000 cuadraditos de acrílico móviles, que cuelga en el hall del CCK (escenografía obligada de selfies). A unas cuatro cuadras, se encuentra suspendida otra esfera –esta vez de 2.692 piezas de acero– que crea reflejos espejados en el edificio central del Banco Galicia.

      Esfera azul. La escultura móvil que Le Parc donó al CCK de Buenos Aires.Esfera azul. La escultura móvil que Le Parc donó al CCK de Buenos Aires.

      Y no sé si se percataron de ese monolito blanco con relievesHacia la luz, se llama–, erigido en la Plazoleta Rubén Darío (sobre Avenida Pueyrredón, entre Figueroa Alcorta y Del Libertador).

      En todos los casos, se encuadran estas esculturas dentro del “Arte Cinético” (del griego kinesis, movimiento) y del “Op Art” (arte que provoca efectos ópticos según la posición del espectador). Pero mejor, no lo molestemos mentando clasificaciones y calificaciones, por favor…

      Hacia la luz. Escultura de Julio Le Parc en la Plaza Rubén Darío (CABA).Hacia la luz. Escultura de Julio Le Parc en la Plaza Rubén Darío (CABA).

      En general odio las etiquetas. Yo hago cosas todo el tiempo, toco, huelo, escribo, dibujo, hago proyectos, experimento, voy comparando pequeños resultados, uno con otro. Hay un carácter de experimentación en lo que hago, pero no es una escuela o una tendencia. Que no digan que hago experimentalismo tampoco; sería otra etiqueta”, se acelera.

      "Hay un carácter de experimentación en lo que hago, pero no es una escuela o una tendencia. Que no digan que hago experimentalismo tampoco; sería otra etiqueta."

      Julio Le Parc

      -No pertenece a ningún ismo.

      -No, lo mío no tiene “ismo”. En mi caso, experimentar es una necesidad, porque si tuviera que repetir monótonamente un solo tema que descubrí hace cuarenta años, y que me da una imagen de marca, eso me habría aburrido mucho. Mi trabajo es cambiante, varía mucho; todo es según adónde me lleve la mano cuando hago pequeños dibujos, según lo que observo, lo que veo, entonces imagino que puede dar determinado resultado y trato de probar, haciendo tanteos, pruebas, ensayos llego a resultados. Eso es experimentar para mí, y eso lo hago desde que armaba las torres de maderitas con mi hermano.

      Le Parc junto a su esfera de espejos. Se encuentra en la sede central del Banco Galicia.Le Parc junto a su esfera de espejos. Se encuentra en la sede central del Banco Galicia.

      La calle

      Al calor del Mayo Francés, Le Parc proponía: “Orientarse hacia una transformación del rol del artista, creador individualista, hacia una suerte de activador para sacar a la gente de su dependencia y su pasividad”.

      Si bien sus obras (ok, “experiencias”) no dejaban de ser geométricas y abstractas en general (nada de figuras humanas, nada de la épica muscular y proletaria de un Carpani), su compromiso político lo llevaba a apoyar revoluciones como la cubana en los ’70. Incluso, en aquel 1968, fue detenido durante una manifestación en la fábrica automotriz de Renault y luego expulsado de Francia por unos meses, cuando ya convivía con Martha, la madre de sus tres hijos (Juan, Gabriel y Yamil).

      Ahora recuerda la acción que realizó con el Grupo de Investigaciones en Artes Visuales (el G.R.A.V.) en abril de 1968.

      “La intervención que hicimos se llamó Un día en la calle. Buscábamos una reacción de la gente común que camina, no la del especialista que va a la galería, sino comerciantes, estudiantes, obreros, amas de casa. Les hacíamos regalos sorpresa a la salida del metro, por ejemplo. Hoy cambiaron los tiempos, pero cada persona que pasa por delante de una escultura mía, como la de la Facultad de Derecho va a recibir a su manera la obra, va a establecer una plena relación personal con ella.

      Color, luz y movimiento. Los espectadores entran en un trance de visiones con sus obras.Color, luz y movimiento. Los espectadores entran en un trance de visiones con sus obras.

      Es una especie de puntuación dentro de ese paisaje urbano, que podría tener a un prócer a caballo en su lugar. Tiene visibilidad desde muchos lugares: de lejos, de cerca y de arriba, porque también se ve desde el puente que cruza la avenida. Según la iluminación del cielo va cambiando: es otra escultura la de la mañana que la del atardecer, y de noche se encienden las luces propias y artificiales. Es una obra abierta, en movimiento, que cambia”, explica.

      La mano

      Retomemos algo dicho al pasar acerca de la mano, sobre el dibujo. Cómo puede ser que se confiese artesano este artista del papel, el metal, las telas, el plástico, la luz, los motores, la mecánica, el alambre, las grandes escalas, las locaciones urbanas, la realidad virtual; cómo puede ser si sus exposiciones (como la gran retrospectiva que tuvo lugar en el CCK hará tres años) citan los estímulos de la discoteca y el parque de diversiones a partes iguales.

      Paco Rabanne confesó haberse inspirado en sus móviles de metal para diseñar sus vestidos de aluminio. Cómo puede ser.

      La primera relación con una obra siguen siendo el dibujo, el boceto a mano”, cuenta la voz transatlántica. “En mi caso es lo obligado y lo más necesario. Tengo una idea y enseguida debo hacer un apunte o un croquis, y a partir de esos bocetos se va desarrollando y si luego hay que hacer planos para cualquier tipo de realización en volumen, o si tengo que ajustar temas de superficie como en un cuadro, necesito que el lápiz intervenga para hacer un croquis y después, un dibujo más preciso.”

      Luz continua. Una escultura de Le Parc ubicada en el Cerro Nutibara, de Medellín (Colombia).Luz continua. Una escultura de Le Parc ubicada en el Cerro Nutibara, de Medellín (Colombia).

      -Siempre cerca un lápiz y un papel, como cuando dibujaba la canchita para jugar al fútbol junto a su hermano.

      -Para mí, sí, lo básico. El punto de partida sigue siendo el ojo, la mano, el lápiz y el papel. También cuando experimento con materiales, por ejemplo cómo funciona un rayo de luz en un espejo, eso es complementario al lápiz. Pero el punto de partida para mí es el papel y el lápiz: la mano que repone al ojo; el ojo que está guiado por el cerebro; la observación posterior que puede hacer el ojo. Puede suceder que uno imagine cosas que pueden parecer muy interesantes, pero cuando la lleva al papel, no aparece la solución.

      "Pero el punto de partida para mí es el papel y el lápiz: la mano que repone al ojo; el ojo que está guiado por el cerebro; la observación posterior que puede hacer el ojo."

      Julio Le Parc

      -Su instalación 7 alquimias (2019) involucraba cascos de realidad virtual, ¿lo entusiasman las nuevas tecnologías?

      -Fue una propuesta de Juan, uno de mis hijos que es artista. Le parecía que mis cuadros llamados Alquimias convocaban a ser penetrados, a ser visitados por dentro. Por eso, en la realidad virtual aparecen los elementos del cuadro y uno entra, se acerca, o se aleja a voluntad. Es una variante y una evolución de mi trabajo, que da resultados visuales y propone comportamientos físicos, que hace que el espectador manipule las imágenes él mismo, que es en cierta medida lo que siempre busqué.

      Colores en juego. Obra en un edificio de Tokio, Japón.Colores en juego. Obra en un edificio de Tokio, Japón.

      -¿Percibe un futuro abierto para el arte gracias a estas tecnologías?

      -Hay que tener precaución, no dejarse llevar por lo que propone la tecnología. Ahora estoy trabajando con Juan en un museo virtual, donde estarían alojadas todas mis experiencias, que podrían salir fuera de las paredes del museo virtual hacia la naturaleza, hacia los jardines y las montañas, obras en movimiento. Algo nuevo.

      La luz

      Cuando se habla de artistas contemporáneos que toman la luz y el espacio como punto de partida, como ser el danés Olafur Eliasson o el estadounidense James Turrell, suele asomar el nombre de Le Parc como su precursor.

      “Nunca quise transformarme en un artista lumínico como ellos”, se ataja. “La luz y el movimiento me fueron resolviendo problemas que yo me planteaba, a medida que iba trabajando. No fue que un día me levanté y dije: ‘Desde hoy utilizaré la luz’. De una manera natural fui derivando hacia esa posibilidad que me permitía avanzar en la obra abierta, en la inestabilidad, la vida de la obra que está transcurriendo delante de quien la mira. No quise hacer una estética de la luz. Eso lo rechazaría siempre, como rechazo toda etiqueta. Usé la luz y el movimiento como el color, el cartón, el metal, o lo que sea, como materiales para desarrollar las ideas que iba teniendo. No quiero que me llamen pionero del uso de la luz.”

      Hipnóticas. Sus obras de color y geometrías circulares que forman espacios adonde entrar.Hipnóticas. Sus obras de color y geometrías circulares que forman espacios adonde entrar.

      -Hace unos días, dos jóvenes activistas británicas arrojaron sopa contra una pintura de Van Gogh como protesta por las licencias para extraer gas y petróleo en el Mar del Norte. Ellas se preguntaban: “¿Qué vale más, el arte o la vida?” ¿Una obra de Van Gogh es más importante que la continuidad de nuestro planeta?

      -Esa obra de Van Gogh, ni Van Gogh aunque estuviera vivo, no tienen ninguna responsabilidad por lo que sucede. Es un tema de especulación, de comercio, es un tema donde entran muchos intereses y en ese sentido Van Gogh y el pobre cuadro están completamente ajenos. Y para agredir, tendrían que haber agredido a alguien que manipula esa especulación directamente.

      -La pintura de Van Gogh, como tantas otras, está valuada en millones de dólares, ¿cómo se lleva usted con el mercado del arte?

      -Cualquiera sea su posición ideológica, para sobrevivir, el artista entra obligado en esa realidad mercantil. No puede salir a la calle con un paquetito de dibujos y gritar “¡vendo dibujos!”, porque nadie se los va a comprar. Por eso, para sobrevivir tiene que entrar en una actitud de compromiso graduado con el mercado. El reconocimiento de la familia, los amigos y el medio, que todos te digan qué buen artista que sos, no es suficiente para seguir comprando pinceles, pigmentos y materiales para hacer obra. Para comer. No hay escapatoria.

      "Cualquiera sea su posición ideológica, para sobrevivir, el artista entra obligado en esa realidad mercantil. No puede salir a la calle con un paquetito de dibujos y gritar “¡vendo dibujos!”, porque nadie se los va a comprar."

      Julio Le Parc

      Se puede criticar el mercado del arte, pero desde adentro. Por más que tengas una actitud contestataria o de revuelta o de negación del sistema, no hay otra. He tenido amigos artistas que eran contestatarios a muerte, pero vivían de ser profesores, tenían buen sueldo de la universidad. Decían: “Como yo no vendo, no me vendo”. Pero, claro, tenían recursos que venían de otra parte del mismo sistema, de la institución académica.

      Móviles. Sus esferas de placas (espejos, metal, plástico) son sus motivos más festejados.Móviles. Sus esferas de placas (espejos, metal, plástico) son sus motivos más festejados.

      -¿No cree en el arte activista?

      -Digo que una actitud purista antisistema 100 % se vuelve insostenible, a menos que se transforme esa actitud en una obra de arte en sí misma. O sea, impugno el sistema del mercado, impugno el sistema de la valorización del arte, entonces más que hacer una pintura, lo que hago es que esa contestación sea la actitud artística.

      -La actitud puede ser bien extrema, pensemos en los accionistas austríacos, que terminaban suicidándose.

      -Ah no , no, yo no me quiero suicidar todavía eh. (Risas)

      El cuerpo

      Pasó el tiempo acordado; la charla debe terminar. Los detalles de último momento del viaje aparecen en forma de alguien que interrumpe y hace preguntas.

      Al final, hablamos de lo bien que funcionó WhatsApp, pero también, acto seguido, del exceso de visualidad en que estamos inmersos: memes, selfies, nudes, clips de Tik Tok… Cómo se integrará la obra plástica de un artista en ese paisaje saturado de íconos.

      A los 94 años, le Parc sigue demostrando que es uno de los más grandes artistas contemporáneos.A los 94 años, le Parc sigue demostrando que es uno de los más grandes artistas contemporáneos.

      “Yo veo un peligro: que eso, que es producto de medios artificiales como las redes, reemplace a la vida. Una comunicación como ésta que tenemos puede ser muy interesante, pero ¿no pasan muchísimas cosas más, cuando le doy la mano a un amigo o a alguien que se hace presente? Cuando hay contacto físico, aparecen miradas, respiraciones cercanas. Yo creo más en ese contacto de ser humano a ser humano. Las redes pueden alimentar una obsesión, la de estar en ellas por estar, la de alguna manera ser visto y mirar a otros todo el tiempo.”

      -Tampoco la pandemia nos ayudó mucho a acercarnos.

      "Cuando hay contacto físico, aparecen miradas, respiraciones cercanas. Yo creo más en ese contacto de ser humano a ser humano."

      Julio Le Parc

      -No, todo lo que fuera tocarse quedó de lado. Pero lo absurdo es ver en una reunión que hay una persona en un extremo y otra en otro del salón, y por ahí se están comunicando por WhatsApp uno con otro. Yo digo: ¿por qué no se acercan y se comunican cuerpo a cuerpo de una vez? 


      Sobre la firma

      Pablo Schanton

      pschanton@clarin.com

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