Bocas Abiertas; cómo celebró sus primeros diez años el festival gastronómico que ya es un clásico

A puro baile, choque de copas y un aroma constante a exquisita gastronomía, la décima edición del festival gastronómico Bocas Abiertas, en San Isidro, cerró el telón tras cuatro jornadas plenas de sabores que disfrutaron cerca de 40.000 personas entre el jueves y el domingo.

Hubo 40 puestos gastronómicos que exhibieron sus propuestas en más de 120 platos para el deleite. Nada fue común. Todo fue una explosión de sabores únicos y cuidados.

El lugar -en el Centro Municipal de Exposiciones de Del Barco Centenera y el río- fue decorado por completo en sus 10.000 m2 donde no faltaron los fogones ardiendo, grupos de música en vivo, un Mercado de Productores donde se podía conseguir el mejor cagnoli tandilense hasta braseros y discos para los amantes de las brasas.

En Locos x el Asado, el ojo de bife volvió a ser la estrella y la música, como en muchos otros puestos, hizo mover las caderas de cocineros y público. "Bocas es siempre un éxito, cada vez más grande y más linda", comentó Pamela Villar, a poco de subir al escenario para dar una clase con Juliana y Máximo López May.

También dijeron presente con sus clases Ale Temporini, Maru Botana, Mauricio Asta, Gabo Colacioppo, Sebastián Panelo, Agus Baragiola, Anita Ortuño, Mona Gallosi, Franco Kalifón y Lucho García, entre muchos otros. 

No faltó el Museo Gastronómico -con una línea de tiempo para entender la gastronomía local y mundial-, el Besódromo con sus bancos placeros para dos cerca del cañaveral, cuencos tibetanos en el área Calma Style, donde casi todo sucedió al ras del piso, en almohadones o colchonetas, de masajes y yoga a gongs descontracturantes. Del otro lado, árboles fluorescentes mediante, los chicos sin parar de jugar en un sector pensado especialmente para ellos.

Hubo cinco barras de bebidas, área de degustación de vinos, una carpa dedicada al gin tonic, un beer garden, mesas comunitarias y otras más intimistas, almohadones para descansar y dos momentos muy esperados en este evento: la Chimi Cup, al mejor chimi de la comarca, y el Alfajor Contest, al mejor alfajor argentino del público. Todo a paso lento, descontracturado.

"Esta es una feria que genera comunidad, movimiento turístico y hoy es reconocida a nivel nacional. Tenemos una sana envidia, inmediatamente queremos replicar esto en Jujuy", sostuvo sonriente y en su recorrida por la feria Federico Posadas, ministro de Turismo y Cultura de la provincia de Jujuy.

Como en las ediciones anteriores, hubo una provincia invitada y este año le tocó a Corrientes y a Tandil como "ciudad invitada" a Bocas Abiertas. "Es una gran experiencia, pudimos tomar contacto con muchos colegas y mostrarle a la gente nuestra cultura culinaria", dijo orgulloso Edgar Maidana, de Níspero, la cooperativa de cocineros que llegó a San Isidro con sus sabores del Iberá, entre mbeyús, una especie de chipá a la plancha relleno con carne braseada, y mbaipís, polenta de harina de maíz servida en con carne al charque.

Para los amantes de lo dulce, un Rogel gigante se robó casi todas las miradas del público y otras tortas más chicas acompañaron para celebrar con el público los diez años de esta suerte de cumpleaños que tuvo lugar en el cierre del festival, cerca de la medianoche.

Se festejó al ritmo de El Símbolo. Baile colectivo con Frank Madero, líder y voz de esta gran banda hitera de los '90, que no dejó tema por entonar, desde  Levantando las manos y 1,2,3 a No te preocupes y La isla del sol.

"Entre los quince chiringuitos del primer año a esta avenida iluminada que parece Hollywood hay un camino de mucho trabajo, dedicación, emociones y amor. Para los que lo produjeron, limpiaron, cocinaron, regaron las plantas, se besaron y a todos los que seguimos pensando en cómo hacer cada año un mejor Bocas", agradeció sobre el final el cocinero Diego García Tedesco, organizador del evento junto a su colega Nacho Echeveste, ambos del Polo Gastronómico Bocas Abiertas.