Trabajaba en un taller de La Matanza y ahora juega al fútbol entre rascacielos y autos de lujo

De vivir en un barrio de casas humildes, en La Matanza, a residir entre rascacielos y autos de alta gama, en Emiratos Arabes Unidos. De eso se trata la historia de Nicolás Giménez (27), vecino del distrito más poblado que se convirtió en futbolista profesional y obtuvo la nacionalidad emiratí para seguir vistiendo la camiseta del Al-Wasl, club que tuvo a Diego Maradona como director técnico entre 2011 y 2012.

"Es un país totalmente diferente", cuenta el joven, quien antes de ser jugador realizaba tareas generales en un local de venta de productos de limpieza. Entre turbantes, hoteles cinco estrellas y el desierto que ahora lo rodea, el delantero también rememora los días en que trabajaba con su padre en un taller mecánico de Villa Constructora, en la localidad de San Justo.

"Pasé de estar limpiando la vereda a estar rodeado de coches lujosos", relata Giménez, quien dio sus primeros pasos futbolísticos en Chicago, institución a la que llegaba tomaba el colectivo de la línea 126 y en la que debutó con tan solo 19 años, en 2015. En el Torito firmó su primer contrato.

Un año más tarde y a raíz de la decena de goles que anotó en 24 partidos, Nico dejó el Torito y pasó a Talleres de Córdoba. Por el poco rodaje que tuvo, en 2018 fue cedido a préstamo a San Martín de Tucumán. "Era muy chico y estaba solo. Cuando llegaba de los entrenamientos, miraba las paredes en silencio. Perdí la confianza muy rápido", recuerda.

Pese a esa circunstancia, cuando su carrera parecía naufragar en las aguas inciertas del fútbol, apareció un faro. El club cordobés lo envió a Arsenal y todo dio un giro positivo: Giménez tomó el rol de armador del juego, metió siete goles y cuatro asistencias en 24 encuentros y recuperó su nivel. "Era mi última oportunidad. En ese momento estaba el Huevo (Sergio) Rondina (como director técnico), y me ayudó mucho. El me dio la confianza que necesitaba", cuenta.

Con la certeza de que había encontrado su plenitud, el matancero optó por cambiar de aire y salir a emprender una nueva aventura mucho más lejos de su hogar. Así, arribó a Emiratos Arabes Unidos para ponerse la camiseta del FC Baniyas solamente con su mate y termo como testigos.

En ese club surgió la idea de la nacionalización ya que el propio futbolista les expresó a los dueños del Baniyas la intención de pasar a ser un emiratí más. Pese a que había recibido un visto bueno y el compromiso de que la institución se encargaría de los trámites, no volvió a tener certezas al respecto. Al menos, no en lo inmediato.

La cuestión retornó a su consideración recién cuando sumó su segunda experiencia en Medio Oriente. Consumada su llegada a Al Wasl, club que dirigió Maradona entre 2011 y 2012 (es uno de los más grandes del país), uno de los dueños le preguntó si en algún momento había integrado la Selección Argentina. Al recibir una respuesta negativa y al cabo de unos días, un jeque le entregó la documentación en mano. "¡Felicitaciones! Ahora sos un emiratí más", le dijo.