Noticias hoy
    En vivo

      Decir adiós a nuestras mascotas: el rol del médico veterinario

      Una mirada conmovedora sobre la empatía, la compasión y otras reacciones que dispara en nuestro cerebro la relación con los animales. El testimonio de una médica veterinaria.

       Decir adiós a nuestras mascotas: el rol del médico veterinarioCLAIMA20151105_0019 De las mascotas recibimos entrega, confianza y la expresión de un sentimiento verdaderamente noble y puro.

      Recientemente con una médica veterinaria y amiga, Laura Passio, me contaba sobre el estrés que su profesión supone frente al dolor de los animales y el sufrimiento de sus dueños, especialmente cuando la vida les pone a aquellos un límite de supervivencia (por vejez o enfermedad).

      Pensando en estas situaciones y reflexionando sobre nuestro prejuicio de que su trabajo es quizás “inferior” o “menos importante” que el de un médico, porque trabaja con “seres inferiores” (¿?), es que le pedí que escribiera algunas líneas que me/nos ayude a entender mejor la profundidad del hacer profesional del veterinario y su actitud frente a este momento traumático.


      El afecto de las mascotas
       
      Todos sabemos lo que se siente querer profundamente a un animal. ¿Es ese querer distinto al que sentimos por los otros seres humanos? ¿Debería serlo?

      La realidad es que el amor es una experiencia profunda de nuestro cerebro aún no fundamentada científicamente, pero que parece estimular sus  centros de recompensa y también activar áreas frontales asociadas con la empatía y la compasión.

      “Sentir al otro” implica poder ponerme en sus zapatos, registrar en mi cuerpo lo que a él puede estar ocurriéndole. Seguramente las neuronas espejo, responsables del accionar del contacto estrecho con la emoción ajena, tienen mucho que ver en este punto también. ¡Y en este sentido no hay mayor diferencia entre especies! (por más que nos duela decirlo).

      Cuando estamos en contacto con las mascotas podemos también recibir su entrega, su confianza, la expresión de algún tipo de sentimiento verdaderamente noble y puro que muchas veces nos conmueve. Está demostrado que personas con problemas de socialización y niños con discapacidad, por ejemplo, mejoran notablemente su humor, su bienestar general y capacidad de vinculación cuando conviven con mascotas.

      Dependiendo de la especie a la cual pertenece la mascota, algunas más (parecería que los canes) y otras menos (quizás los reptiles), todas tienen algún tipo de transmisión de vivencias emocionales asociadas a nuestra presencia, a nuestras actitudes y  comunicación.


      El sufrimiento de la despedida

      Alguien podría decir que la vida es quizás injusta con los animales, y la mayoría de ellos no alcanza a acompañarnos más de la tercera parte de las nuestras. Asimismo, muchas veces los médicos veterinarios tienen la dura tarea de acompañar a los dueños en ese duro momento del adiós. Es quizás un arte saber cómo hacerlo, cuándo y de qué manera.

      Laura lo explica así: “Los médicos veterinarios tenemos el privilegio de estar en contacto con seres tan especiales como son los animales, y vamos entendiendo cada vez más que ya no los podemos considerar seres inferiores. Los que elegimos esta hermosa profesión hemos sido capacitados para darles bienestar, previniéndolos de enfermedades y ayudándolos a superar otras, pero también nos llega el momento, en su vejez o en distintas edades, con el dolor que la empatía nos permite, que debemos acompañarlos en su despedida. No sólo a ellos, sino a sus dueños, mejor dicho, a su familia... y es aquí donde quería detenerme, pues no hay momento más difícil, cuando ante una enfermedad terminal o un accidente, donde no hay tratamiento posible, debemos darles la penosa noticia. Saber que estamos preparados para aliviar definitivamente el sufrimiento de nuestros pacientes con la convicción que no hay nada más por hacer nos ayuda a encontrar un lugar de reflexión donde no siempre quisiéramos estar, pues el corazón se nos hace un puño y tememos que nos abandone la enteraza. Pero cuando el abrazo infinito llega, y nuestro llanto silencioso logra abrigar con delicadeza el dolor de quienes tanto aman a esos seres, nos sentimos tranquilos al poder ayudar en la forma indicada a que todo termine”.
       

      El estrés del profesional veterinario
       
      Laura continúa: “Atravesar estos momentos donde estar entre la vida y la muerte se hace rutina nos hace sentir vulnerables, y es entonces cuando reconocemos que la nuestra es una profesión que únicamente pueden ejercer quienes con emoción reciben lengüetazos cuando una mirada los enternece y un rabo no deja de agitarse, quien es capaz de lograr ronroneos y un tierno maullar y tantos otros signos con otras especies, que nos revelan una conexión increíble con estas criaturas que tanto nos enseñan a amar, aun a veces, sin ser ellos amados".

      Es que, si lo consideramos bien, los médicos veterinarios están aun más en contacto con la pérdida de seres queridos para la familia que cualquier otro médico de otra especialidad. Y a no dudar de la conmoción que producen estos momentos límites en ellos, como en todo el sistema familiar. Ocurre que más allá de las diferencias personales, las cualidades de estos profesionales fundamentales son la bondad, la compañía, la escucha atenta y la disposición permanente.

      Saber acompañar a los dueños en el duelo, aconsejar y quizás brindar la esperanza de una nueva crianza animal con el tiempo, es tarea gloriosa y a veces poco reconocida de los veterinarios que son nuestros compañeros y auxilio en la vida familiar.

      A ellos, entonces, un homenaje en este día.


      Sobre la firma

      Martín Reynoso

      Psicólogo y Coordinador de Mindfulness / INECO - Columnista para Clarín Buena Vida

      Bio completa