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      Por qué Argentina es de los pocos países que no adhiere a un tratado de patentes global

      Tuvo media sanción del Senado hace 25 años. El objetivo es agilizar los registros en el país y en el exterior, e impulsar la innovación. Quiénes lo apoyan y quiénes no.

      Por qué Argentina es de los pocos países que no adhiere a un tratado de patentes globalEn azul, los países que adhirieron al Tratado de Cooperación en materia de Patentes. Fuente: OMPI

      Sin entrar en el diagnóstico patológico de la Argentina o en el debate por las soluciones a la vista, hay un tema que podría impulsar un pequeño cambio positivo: una modernización en materia de propiedad intelectual, área clave para el desarrollo y la política comercial, y un tema -por completo- fuera de agenda. En esta nota, por qué Argentina nunca firmó un tratado de cooperación en materia de patentes al que sí adhirieron otros 157 países. Y, en particular, por qué esa adhesión, que tiene media sanción del Senado, aguarda ser tratada en Diputados hace 25 años.

      ¿Qué tienen que ver las patentes con los “males” argentinos? Tenga en mente estos conceptos: "brotes verdes” y “llegada de inversiones”, ítems postergados, pero siempre declamados en las campañas electorales

      Es que, para que surjan esos “brotes”, debe haber -en otros aspectos- innovación. Para que haya personas dispuestas a innovar (investigar o crear algo nuevo, descubrir un proceso o cierta tecnología), se precisa (además de inquietud intelectual) algún incentivo.

      O por lo menos, saber que, una vez que haya creado ese “algo”, podré comercializarlo y que el Estado protegerá mi creación de falsificaciones y copias. La protección ocurre a través de lo que se conoce como sistema de propiedad intelectual, o sistema de patentes.

      Me importará mucho que sea así porque en los años que dure mi patente (suelen ser 20) tendré exclusividad en la explotación de mi “cosa-idea” y podré recuperar el dinero que había invertido en el desarrollo. Así, capaz invierta otra vez.

      Hay quienes están en contra del sistema de patentes, pero los que opinan que supone un círculo virtuoso, entienden que un país con solicitudes de patentes en alza está en la vía de la pujanza. Y que una nación con patentes estancadas o en baja padece una "mala salud" en materia de innovación.

      Las claves de la propiedad intelectual

      Se puede patentar una creación en el país propio o en otro, según dónde se quiera comercializar y/o producir el ítem en cuestión. 

      Mirando el alza en el número de patentes tramitadas en las últimas tres décadas en países como Brasil, México o, en menor medida, Chile, y comparándolas con las de Argentina, la baja leve pero sostenida acá (en especial desde los 90) llama la atención.

      “Entre 1998 y 2002 hubo un pico de 5.500 patentes y hoy estamos en 3.000 a 3.500 por año. Más del 80% fueron ingresadas por extranjeros, así que claramente la intención de venir al país ahora es menor”, apuntó Lucas Lehtinen, abogado y director ejecutivo de la Maestría en Propiedad Intelectual de la Universidad Austral.

      Él es de los que afirman que el descenso se debe a un hecho puntual: que Argentina nunca adhiriera al Tratado de Cooperación en materia de Patentes (PCT), que en cambio sí firmaron 157 países.

      Qué es el PCT

      El tratado se autopromociona como un entorno cooperativo que, en comparación a la vía “clásica” de patentamiento, permite tramitar la propiedad intelectual con menos escollos burocráticos, de un modo más barato y en más países a la vez.

      Si bien se terminó de reglamentar en la década del 90, el PCT se remonta a los años 70. Fue una iniciativa de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) y Argentina, curiosamente, participó de su redacción.

      Acá se titubea hace 25 años sobre firmar o no, pero al PCT adhirieron el 90% de los países de Asia, casi el 90% de los de África, toda Europa, Oceanía, América del Norte y América Central. En América del Sur, Brasil, Chile, Colombia, Perú, Ecuador, Guayana Francesa, Guyana y Surinam.

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      La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) detalla los distintos canales de protección de invenciones y en particular destaca las facilidades que ofrece el tratado de cooperación en materia de patentes, o PCT.

      No lo firmaron Venezuela, Bolivia, Paraguay y Uruguay.

      Tampoco Argentina, aun cuando muchos creen que el tratado facilitaría no solo el registro internacional de ideas salidas de la “usina nacional” sino también la posiblidad de conseguir inversores en otros mercados, ya que las oficinas del PCT ofrecen a los solicitantes informes técnicos con esos detalles, que estimulan (o no), en función de las posibilidades realistas que vean en distintos puntos del globo para la invención.

      Las cifras de las patentes

      Una limitación de esta nota es que, aunque el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI) proveyó algunos datos duros, por más que Clarín insistió durante más de un mes, no detallaron cuántas patentes son aprobadas por año y cuántas, rechazadas. Solo informaron las solicitudes de recibidas en la última década.

      Informan que entre 2013 y 2022 hubo un estancamiento en los pedidos de patentes iniciadas por personas o empresas nacionales. Rondan las 490 por año, promedio. En un país airoso, esas solicitudes, quizás, crecerían. Las tramitadas por extranjeros cayeron casi un 30% entre 2013 y 2022.

      Además de patentes, el INPI recibe (en menor medida) solicitudes de "modelos de utilidad", que son productos que ya existen y a los que se les da una “vuelta de tuerca”, como podría ser una máquina de limpieza con un mecanismo nuevo para limpiar zonas de difícil acceso.

      Es central remarcar que, desde 2013, apenas más del 12% de los pedidos de patentamiento que informó el INPI fueron iniciados por locales. Casi el 88% fueron de extranjeros. Y, como se dijo, en números absolutos, tienden a caer.

      Sumando todas las solicitudes de registro (patentes y modelos de utilidad), en diez años, la baja de pedidos llegó al 26%.

      A favor del tratado de patentes

      En el repositorio institucional de la Universidad Nacional de la Plata hay un trabajo que se titula “Contribución al debate en Argentina sobre el Tratado de Cooperación en materia de Patentes”. Su autor, ex miembro de la Dirección de Propiedad Intelectual de esa casa de estudios y licenciado en Comunicación, es Alejandro Cafiero (primo de Santiago, el ministro de Relaciones Exteriores y Culto de la Nación).

      Cafiero se pregunta por qué Argentina nunca ingresó al PCT. Esgrime tres razones: “La falta de una estrategia nacional de propiedad intelectual, concepciones erróneas sobre el Tratado y la oposición de algunas compañías farmacéuticas nacionales”.

      Las que lo expresan públicamente son las nucleadas por la Cámara Industrial de Laboratorios Farmacéuticos Argentinos (CILFA). Las otras dos del sector, Cooperala y CAPGEN, dijeron  que respecto de este tema preferían "pasar".

      Clarín pidió una opinión a la entidad que nuclea a los laboratorios extranjeros, CAEME. Si bien a priori podía parecer previsible que la posición de esa entidad se inclinara en favor del PCT, tampoco quisieron responder sobre el tema.

      El PCT, argumentos y contraargumentos

      Quienes sí respondieron fueron los miembros de CILFA, la cámara de laboratorios nacionales más importante. En un punteo en contra del PCT, aseguraron que, de implementarse el tratado, “se incrementarán los obstáculos a la competencia para las empresas locales, afectando su viabilidad y las fuentes de empleo”.

      Agregaron que “el PCT implica una cesión de soberanía en materia de política legislativa sobre patentes y desarrollo industrial” y que “en el mercado farmacéutico, el PCT promueve indirectamente la importación de legislación extranjera y la adopción de los criterios de patentabilidad foráneos”.

      Esos criterios, señalaron, “han llevado a la propagación de patentes que no cumplen con los criterios de patentabilidad de nuestra ley, otorgadas para desarrollos menores, que terminan por crear barreras que dificultan e incluso imposibilitan la competencia legítima en el mercado de medicamentos”.

      La industria farmacéutica aparece como una de las más sensibles a las modificaciones legales en materia de patentes. Foto: Shutterstock.La industria farmacéutica aparece como una de las más sensibles a las modificaciones legales en materia de patentes. Foto: Shutterstock.

      En este contexto, en 2012 se firmó una resolución interministerial que "limita la variedad de productos farmacéuticos y biotecnológicos susceptibles de ser patentados", en palabras de Lehtinen, que cuestiona esa medida.

      El abogado aseguró que una potencial adhesión al PCT no implicaría cambios en la regulación nacional de patentes: "El PCT es solo un mecanismo administrativo que facilita la exportación de la innovación nacional y la incoporación de tecnología desde afuera". Lehtinen comparó el tratado con una autopista de varios carriles que viene a reemplazar una ruta vieja, mano y contramano.

      Sin embargo, a diferencia de los laboratorios, él sí cree que "sería necesario revisar la legislación local en materia de patentes y las resoluciones administrativas que la acompañan".

      Dio ejemplos de lo que pasa en la práctica. Describe un sistema con hilachas que obstaculizan un buen funcionamiento: "Si soy dueño de una patente en Argentina, alguien copia mi invención y quiero hacer una denuncia para que se ordene medida cautelar, la Justicia analizará primero, con una pericia, si esa patente es nula o válida. Pero, en lugar de demorar 15 días, como dice la ley, tardan meses. Todo esto se podría mejorar". 

      En cuanto al argumento en contra del Tratado de que los principales beneficiarios del PCT serían los países y empresas de mayor desarrollo tecnológico, como Estados Unidos, Japón y Alemania, el dato es que aun con la patentes en baja los pedidos extranjeros (88% del total) ya vienen copando el espectro de solicitudes al INPI.

      Sin ahondar en otras razones de fondo que, como informó Clarín y CILFA discutió, podrían alimentar el rechazo al PCT, la pregunta lógica es si el sistema de patentes, así como está, funciona bien.

      O más bien: ¿Podría este tratado internacional impulsar que las innovaciones argentinas crezcan acá y se proyecten al mundo?

      Un proyecto de ley envejecido

      Hay un proyecto legislativo de adhesión al PCT varado hace 25 años en Diputados. Fue gestado por el poder ejecutivo en los años de Carlos Menem y en 1998 obtuvo la media sanción del Senado. Por la materia puntual que aborda, no pierde estado parlamentario.

      En 1998, el Senado le dio media sanción al proyecto de adhesión al PCT. Desde entonces aguarda en Diputados.En 1998, el Senado le dio media sanción al proyecto de adhesión al PCT. Desde entonces aguarda en Diputados.

      Clarín pasó varias semanas intercambiando mensajes con los referentes de las tres comisiones de Diputados que deben evaluar ese texto. 

      La explicación de por qué el proyecto no se vota en el recinto parece una danza risible: ocurre que, por más que el proyecto fue tratado en las comisiones de Relaciones Exteriores y Culto, de Industria y de Legislación General, y por más que tuvo adhesiones y rechazos, según el caso, esos predictámenes “cayeron” (perdieron validez) cada vez que se renovaron algunos o todos los miembros de las comisiones.

      Y es así como hace 25 años el proyecto aguarda ser votado en el recinto.

      Cómo se patenta una idea o creación hoy

      Por la vía convencional (no PCT), cada vez que un particular, empresa, universidad u organismo científico quiere patentar un desarrollo fuera del país, debe presentar numerosos papeles en las oficinas de propiedad intelectual de cada nación. Cada una con su burocracia.

      Se requiere paciencia: antes de aprobar o rechazar el pedido, esas oficinas buscarán (¡mundialmente!) entender si hay realmente una novedad en la invención.

      No se puede patentar algo que ya existe. El proceso de chequeo lleva meses. En algunos países, años. Argentina (asegura una fuente que pidió anonimato) es uno de lugares donde el trámite puede ser larguísimo.

      Ahora bien, ¿qué cosas se pueden patentar?

      Requisitos de la propiedad intelectual

      El INPI registra todo tipo de invenciones no artísticas, que, en cambio, son materia de la Dirección Nacional de Derechos de Autor.

      Uno de los tres requisitos que debe cumplir una “idea-creación” para ser patentable, explicó Lehtinen, es "que sea una novedad; debe ser un nuevo desarrollo o elemento, o la unión de dos que ya existían, pero que jamás se habían concebido juntos”.

      Guitarra plegable, un ejemplo de innovación tomado de la web de la OMPI.Guitarra plegable, un ejemplo de innovación tomado de la web de la OMPI.

      Por ejemplo, el limpiaparabrisas, que combina un motor y un escurridor.

      El segundo requisito es la altura inventiva: “Significa que la creación no sea una obviedad para alguien que conoce la materia. Por ejemplo, el viagra. Se sabía que era bueno para el corazón, pero no que pudiera producir ese otro efecto”.

      El tercer aspecto es “que tenga aplicación industrial, en el sentido de que se pueda comercializar”.

      Para qué tramitar una patente

      Según Lehtinen, “cuando se quiere obtener un derecho de propiedad intelectual fuera del país, seguramente se está pensando en exportarla o, incluso, desarrollarla en ese otro mercado. Se busca tener exclusividad para evitar copias o falsificaciones”, apuntó.

      Cafiero, igual que él, es de los que cree necesario entrar al sistema del PCT, pero siempre que sea sesudamente, con un plan.

      En su informe resalta las experiencias internacionales, ya que muestran cuán ventajoso podría ser acá, “especialmente para las universidades”, ya que el PCT les permite "proteger sus resultados de investigación en varios países”, “desarrollar empresas conjuntas” y conseguir “colaboración internacional, entre otras actividades”.

      Obstáculos para patentar en Argentina

      Si Argentina ingresara al PCT habría más oportunidades de patentamiento afuera, pero el país también debería amoldar su regulación local y aceptar que más extranjeros encontrarían que Argentina es una opción

      Clarín le consultó al INPI su posición sobre el PCT. Respondieron que son un organismo técnico y que, entonces, no es tema de su competencia.

      Sobre la baja en las cifras de patentes, dijeron que “todos los registros de la propiedad industrial son voluntarios y no obligatorios”.

      Si bien no dieron detalles sobre el tiempo que les lleva evaluar los pedidos de patentes que reciben, circula la información de que hay casos que superan la década. El problema es que los 20 años de una patente empiezan a correr desde que se presenta la solicitud.

      Lehtinen dimensionó la gravedad de este asunto: confirmó que "pueden pasar 10 a 12 años hasta que el INPI rechace el pedido", que luego posiblemente se inicie un recurso administrativo que podría tardar "un par de años largos", y cuando la persona finalmente vaya a la Justicia, "quizás con 15 años a cuestas, tal vez le lleve otros 5 el litigio". En definitiva, resumió, "para cuando termina el proceso, ya cayó la patente”.

      Si a esto se suma que, según explica el abogado, "el INPI tiende a aplicar criterios restrictivos, particularmente hacia las invenciones químico-farmacéuticas (N. de la R.: por la resolución de 2012 mencionada arriba), situación que afecta en mayor medida a los solicitantes no residentes", es fácil entender lo que sigue.

      Que la empresa que quizás hubiera montado su desarrollo acá (y tal vez hubiera generado fuentes de trabajo), desestimulada, no lo hace. Posiblemente no vuelva a intentar sacar una patente en la Argentina.

      La mirada desde el Conicet

      Si el PCT ofreciera mejores oportunidades y Argentina lo firmara, muchos de sus efectos positivos deberían repercutir en la esfera científico-tecnológica.

      En contacto con Clarín, el gerente de Vinculación Tecnológica del Conicet, Sergio Romano, confirmó por escrito que tienen solicitudes de patentes presentadas a través del PCT. ¿Cómo?

      Investigación científica con muestras del virus SARS-CoV-2, en un instituto del Conicet. Foto: EFEInvestigación científica con muestras del virus SARS-CoV-2, en un instituto del Conicet. Foto: EFE

      Dos fuentes del sector confirmaron que esto ocurre de dos maneras: 1) por la vía de la doble nacionalidad de algunos investigadores y, 2) por medio de convenios con universidades y asociaciones científicas del exterior.

      Romano, sutil, explicó que “la protección de una patente en los distintos territorios lleva montos de gestión y mantenimiento en dólares que aumenta por cada país donde se busca otorgar la protección (independientemente de la gestión por PCT)”.

      Dijo que optaría por “no apresurar definiciones, sino construir primero mejores capacidades”, y destacó que el personal del Conicet asiste a capacitaciones de la OMPI “para tomar algunos aprendizajes internacionales del sistema PCT”.

      El siguiente paso, opinó, podría ser “estudiar y ver posibilidades de construir criterios comunes para crear un Tribunal Unificado de Patentes y una Oficina de Patentes del Mercosur”.

      Final del trámite

      Alejandro Cacace es diputado por San Luis, abogado experto en Derecho Constitucional, Derechos Humanos y Ciudadanía y maneja con solvencia los conceptos alrededor del PCT.

      Compartió algunos "pro" y "contra". Por un lado, admitió que “darle protección a las patentes extranjeras va un poco a contramano del interés económico de la política comercial como país”. 

      Por otro, matizó esa posición al afirmar que “hay que estar sentados a la mesa de la OMPI. El aislamiento no sirve porque hay muchas empresas que podrían venir a hacer inversiones”.

      ¿Entonces? “Deberíamos tener una mirada que gire 180 grados en la política comercial. Una economía más integrada y abierta. Si no, nos quedamos afuera de las cadenas de valor global”.

      Dijo que “el tema se ha ideologizado entre el proteccionismo y el liberalismo". Que "hay que tener una política comercial inteligente que valore los beneficios de la integración, buscando negociar”.

      ¿Su propuesta?: "Hacer lo que hace la mayoría de los países que buscan insertarse. No es cuestión de salir a aprobar este proyecto así nomás sino de ofrecerlo en el marco de un acuerdo de comercio. Te van a pedir que firmes el PCT. Vos aceptás, pero pedís algo a cambio”.

      PS


      Sobre la firma

      Irene Hartmann
      Irene Hartmann

      Periodista (TEA) y licenciada en Letras (UBA), es redactora en Clarín desde 2010, tras años de experiencia en investigación documental. Área de especialidad, ciencia y salud. Otras inquietudes, todas las sociales: pobreza, infancia, educación, consumo, tendencias y, por qué no, psicología. En 2018 obtuvo un premio ADEPA al “Periodismo científico” y en 2021 fue becada por Fundación Gabo para integrar el taller “Inmersión en el periodismo sobre ciencia: un método para desconfiar”. ihartmann@clarin.com

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